CINE EN SALAS
Rose Glass (Londres, 1990) sorprendió a todos hace unos años con su inquietante Saint Maud (2019), extraño film que jugaba con elementos tales como el fanatismo religioso y la locura, bañado en una textura como de terror, que le granjeó varias nominaciones a los premios BAFTA (los Goyas británicos) y galardones en diversos certámenes. Glass solo tenía entonces como experiencia algunos cortos rodados con anterioridad, así que el poderoso dominio del tempo, de la atmósfera, de la ambigüedad demostrada en este film era otro detalle que producía sorpresa. Con este su segundo largometraje, este Sangre en los labios, rodado ahora en Estados Unidos (en Nuevo México, concretamente), Glass confirma que lo suyo no es hacer cine al uso, sino explorar terrenos complicados y contar historias cuando menos difíciles, no tanto por lo que se cuenta, sino sobre todo por el notable uso que hace constantemente de símbolos y signos de todo tipo, que tienen una evidente relación con la mera narración del film.
La historia, aunque no se data en pantalla con una fecha, sucede sin lugar a dudas en el mes de noviembre de 1989, por unas imágenes que vemos en una televisión sobre el hecho histórico que se estaba produciendo en esos momentos, la caída del Muro de Berlín, que aconteció ese año y ese mes (el día 9, concretamente). Conocemos a Lou (aunque su nombre completo es Louise, nadie la llama así), quien gestiona un gimnasio en los alrededores de Alburquerque. Tiene una pésima relación con su padre, con el que no se habla; el progenitor resulta ser el ominoso cacique ...
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Un rótulo inicial en la primera temporada de esta serie advierte que “en los años ochenta el tráfico de cocaína y el control de las discotecas de Madrid estuvieron en manos de una banda que acaparó cientos de portadas y programas de televisión, Los Miami. El inmortal fue el jefe de todos ellos; esta es la historia inspirada en su reinado y en la ciudad que tantas veces lo vio morir. Todas las situaciones y personajes han sido ficcionados”.
Efectivamente, en los años ochenta y noventa fue un lugar común hablar, normalmente con humor (habría quien no lo hacía así, sino en tono amenazante...), sobre Los Miami, una panda de mafiosos españoles con tendencia a la violencia desaforada por un quítame allá esas pajas. Incluso hizo fortuna la expresión, que llegó a convertirse casi en un aforismo, que venía a decir algo así como “¿a que te mando a los Miami?”, en tono jocoso cuando había algún motivo de discrepancia entre conocidos, amigos o familiares.
Pues sobre aquel grupo real de facinerosos, José Manuel Lorenzo, bragado productor español de larga carrera como tal (y con frecuentes cameos en esas producciones, en algunos casos muy sabrosos...), ha montado esta serie de 2 temporadas, estando la primera de ella compuesta por 8 episodios, en la que se relatan, en los años ochenta, los inicios de José Antonio, el capo del clan, desde que era un pobre camello a sueldo del jefecillo de turno, hasta que, ambicioso como era, supo maniobrar y medrar para convertirse él mismo en jefe de todo aquello. En la segunda temporada, de 6 episodios, ya en los noventa, lo veremos en la cima del poder, pero enfrentado a muerte con el que fuera su más valioso lugarteniente, el mexicano Fausti. En ambas temporadas conoceremos también a su entorno: su hermano Sebas, un psicópata de libro, un tipo con menos cerebro que un mosquito, irascible y cabrón, cuya insensatez, por supuesto, le jugará malas pasadas, a él y, sobre todo, a su hermano; Rober, amigo íntimo de José Antonio (al que los suyos llaman simplemente Jose), dueño de una perrera, que se convertirá en lo más parecido a un “consigliere” (ya que estamos con mafias, y por seguir con la nomenclatura fijada como canon por El padrino), un asesor áulico, el organizador de la compleja trama de tráfico de estupefacientes y consiguiente lavado de dinero, que entraba a espuertas en la empresa criminal; Caballero (quizá inspirado vagamente en Ximo Rovira, el creador de las tertulias de la telebasura con su programa Tómbola) es un presentador televisivo que le pone en contacto con los personajes del famoseo para ser s ...
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En los tres capítulos anteriores, y a raíz del estreno con pocas semanas de diferencia de dos versiones libérrimas sobre la novela La bestia en la jungla, de Henry James, hemos ido presentando algunas generalidades sobre la literatura del escritor anglo-norteamericano en la pantalla grande o pequeña, y en las dos entregas posteriores hemos espigado, cronológicamente (1949-1974, 1978-1991), algunos de los títulos de mayor relieve que se han rodado sobre la novelística jamesiana durante esos períodos.
Con la presente entrega de esta serie fílmico-literaria vamos a darla por concluida, comentando ahora los títulos que, tomando como referencia la obra de James, se han volcado al audiovisual en los últimos treinta años.
La primera película que traemos aquí es Retrato de una dama (1996), lógicamente adaptación al cine del relato homónimo de Henry James, film que realizó Jane Campion inmediatamente después de su éxito El piano (1993), ganadora de 3 Oscars, lo que la llevó a la primera línea mundial en la dirección cinematográfica. Sin embargo, la versión de la novela de James, a pesar del notable reparto (Nicole Kidman, John Malkovich, Shelley Winters, Shelley Duvall, Viggo Mortensen, Christian Bale), fue un estrepitoso fracaso en taquilla; tampoco la crítica fue elogiosa. Y lo curioso es que se trató de una costeada versión, como decimos con estupendos intérpretes y una muy cuidada ambientación. Pero la versión de Campion, con todas su ...
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