Rafael Utrera Macías

Días pasados falleció en Madrid, a los 61 años, Carlos Pérez Merinero, novelista y cineasta. Nacido en Écija (1950), vivió hasta los 16 años en Jerez de la Frontera. Posteriormente estudió en la capital de España hasta licenciarse en Ciencias Económicas y Empresariales; ejerció durante algún tiempo tanto la profesión relacionada como la docencia universitaria, pero sus inquietudes intelectuales, unidas a su preparación en otros ámbitos vinculados a la ciencia política, le llevaron por otros derroteros en los que la literatura y el cine se irían dando progresivamente la mano y, en ocasiones, se fundirían en un mismo objeto o en un  mismo personaje.

A ensayos de temática cinematográfica se unirían pronto libros de poesía, Prohibido tomar el sol a los lagartos y Sol de atardecer que por el río te vas, y una serie de novelas, generalmente adscritas al denominado “género negro”, que aportaría títulos como La mano armada, Llamando a las puertas del infierno, El ángel triste, El papel de la víctima, Sangre nuestra, La niña que hacía llorar a la gente, etc. Las características de esta literatura junto a las editoriales donde se publicaban han llevado al escritor a  ser antes un autor de culto que un  autor de masas.

La práctica cinematográfica tampoco le fue ajena no sólo en la escritura de guiones como en la conjunción de guión y dirección. Llevan su firma Amantes (V. Aranda, 1991), Mal de amores (C. Balagué, 1993), El ciclo Dreyer (A. del Amo, 2006), Mirada líquida (R. Monleón, 1996), así como los diálogos del guión (Franco / González Sinde) La buena estrella, de R. Franco (1997), entre otras. Con texto propio y personal dirección firmó Rincones del paraíso (1997), película maldita estrenada  en 2001, con Juan Diego y Paulina Gálvez, donde el personaje principal se ve obligado a sustituir la pistola por el vídeo; convertido en voyeur podrá comprobar que los rincones más insospechados pueden convertirse también en  paraíso.

    Tras haber señalado algunos aspectos significativos en la biografía y el curriculum profesional de Pérez Merinero, es mi intención en este espacio hacer mención a unos libros cinematográficos, escritos conjuntamente con su hermano David, a los que ni las ridículas (por minúsculas) necrológicas de la prensa escrita ni los distintos espacios de la red, con vídeos y fotografías, han prestado la menor atención.

    En efecto, los hermanos Carlos y David Pérez Merinero pertenecieron, en los años setenta, a un grupo de investigadores/historiadores/críticos que analizaron la historia del cine español, pasado y presente, desde unas perspectivas tan insólitas como desconocidas hasta entonces. Los años finales del franquismo y los primeros de la etapa democrática conocieron las publicaciones de escritores que, a  título personal o en grupo, exploraron la historiografía de nuestro cinema con armas y bagajes tan aparentemente ajenos al objeto de estudio como sorprendentes en sus resultados. Los nombres de Javier Maqua, Manolo Revuelta, Doménec Font, los Pérez Merinero, individualmente en tantas ocasiones, y “Marta Hernández”, como colectivo, dinamizaron y dinamitaron los planteamientos que hasta entonces se habían hecho de las etapas, tan anodinas como controvertidas, de la historia de España y, en paralelo, de las de su cine. Para sintetizar, se trataba de aplicar una metodología marxista (de Carlos Marx, no de los Hermanos de este apellido) a una historiografía hasta ahora analizada bajo exclusivas perspectivas idealistas o si se prefiere capitalistas. Los nombres citados, junto a los de Francisco Llinás y Julio Pérez Perucha, compusieron ese colectivo cuyas intenciones fueron intervenir desde publicaciones existentes y hacer de “Marta Hernández” una instancia organizativa a través de la cual se habría de canalizar “la práctica materialista en el frente cinematográfico”. Tras algunos artículos publicados en las “plataformas burguesas” (así las catalogaban), “Cambio 16”, “Destino”, “Doblón”, etc., otros tomaron cuerpo en los libros  30 años  de cine al alcance de todos los españoles (Zero, 1976) y El aparato cinematográfico español (Akal, 1976).

    Los planteamientos hechos en torno a nuestro cine eran el resultado de aplicar al mismo las teorías y metodologías antes mencionadas junto a las más actuales procedentes de Adorno, Marcuse, Althusser y Poulantzas, entre otros. Nosotros mismos, en su momento, nos ocupamos de historiar estos movimientos (pueden verse los artículos “Por una metodología marxista de la crítica” y “Nicos Poulantzas”, en el diario sevillano “Nueva Andalucía”  de 7-VI-1978 y 18-X-1979, respectivamente) donde señalábamos de qué modo el cine era analizado dentro de su actividad como Aparato Ideológico de Estado (AIE), al ser considerado como uno de los elementos que éste mantiene para perpetuar las relaciones de producción existentes en una sociedad dividida en clases. En el caso de Poulantzas, politólogo griego afincado en París, fue decisiva la influencia sobre alumnado y lectores de su obra Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, de tal manera que, indirectamente, contribuyó a efectuar esa lectura política de nuestro cinema.

    Los hermanos Pérez Merinero, por su parte, ofrecieron distintas publicaciones que, con los criterios señalados, conformaron una muy nueva y distinta visión del cine español en sus diferentes etapas: Cine y control (Castellote Ed. 1975), Cine Español, ida y vuelta (con J. Maqua) (F. Torres, 1976), Cine español: una reinterpretación (Anagrama, 1976). A estos, habría que añadir dos antologías que supusieron una ayuda inestimable para los jóvenes investigadores que, en aquel tiempo, empezábamos a interesarnos por las relaciones entre cine y literatura: En pos del cinema. Antología de La Gaceta Literaria (Anagrama, 1974) y Del Cinema como arma de clase. Antología de Nuestro Cinema (F. Torres, 1975).

    Una revisión de estos libros permite comprobar los planteamientos a que fue sometida la historia, lejana y próxima del cine español, desde la etapa republicana a la última del franquismo. La protección y la censura son dos  bloques muy significativos a la hora de señalar el funcionamiento de una industria (?) y los mecanismos de control usados por la misma. Tras la muerte del dictador, se cuestionan los autores el devenir de nuestra cinematografía y ofrecen planteamientos que se estudian bajo el epígrafe Cine y cambio: un ajuste de cuentas.

    Las antologías mencionadas supusieron la posibilidad de acercamiento a revistas de muy difícil localización. “La Gaceta Literaria” podía ser inencontrable y aún tardaría tiempo en venderse, a precio prohibitivo, en facsímil de edición alemana. Del mismo modo, quién y dónde podía localizar una colección de  “Nuestro Cinema” para saber qué se escribía sobre nuestro cine entre 1932 y 1935 en la revista dirigida por Juan Piqueras (fusilado por el bando nacional en 1936), tanto desde perspectivas cinematográficas como ideológicas. La antología preparada por Carlos y David Pérez Merinero iba bastante más allá de leer, seleccionar y publicar. Las correspondientes introducciones de cada una de ellas situaban al lector ante una reflexión sobre el cine, la literatura, los escritores y los cineastas en el ámbito de la ideología antes señalada. En pos del cinema presentaba textos de Alberti, Ayala, Arconada, Buñuel, Gómez de la Serna, Marañón, Piqueras, pero también de Armando Palacio Valdés y de Ramiro Ledesma Ramos, artículos publicados entre 1927 y 1930.

    Del cinema como arma de clase dividía sus contenidos en apartados que correspondían tanto al concepto teórico que entiende el “cinema como arma de clases” como al pragmático de ejemplificar sobre seleccionados filmes soviéticos franceses o americanos junto a los que se colocaba Las Hurdes, de Buñuel; teoría y praxis imprescindibles, entonces y ahora, para poder situar en planos de diferente catalogación ideológica las peculiaridades de un bloque significativo de la historia del cinema visto y analizado desde perspectivas aparentemente ajenas a la cinematografía.

    Los libros arriba citados fueron fundamentales para una generación que entonces comenzaba a componer una investigación científica sobre la historiografía del cine español y de éste con nuestra literatura. Carlos Pérez Merinero fue un eslabón fundamental en un colectivo que le dio la vuelta a los planteamientos manidos, conservadores y estereotipados de muy distintos ámbitos culturales, entre ellos los correspondientes a “nuestro cinema”.