Rafael Utrera Macías

Con motivo del Día Mundial del Libro, se han celebrado en distintas capitales españolas diversos actos que, por encargo de la Filmoteca de la Rioja, ha coordinado la profesora Daniela Aronica, directora tanto del “Centro de Estudios sobre el Cinema Italiano” como de su publicación “Cuadernos”.  

El título dado a este evento es “Re-visiones del Quijote”; su subtítulo: “El largo viaje de Maurizio Scaparro en torno a la mente de Don Quijote”. Filmotecas autonómicas y bibliotecas públicas han ofertado en sus programaciones, a lo largo del mes de abril, la proyección de Don Chisciotte y la presentación del libro “El Quijote según Scaparro, entre melancolía, soledades y carnaval”. En Barcelona, intervinieron el actor Pino Micol (Don Quijote en la película citada) y el director Josep María Flotats (Don Quijote en la versión teatral española). La Filmoteca de Andalucía patrocinó el acto en Córdoba, Granada y Sevilla; en esta ciudad, tuvo lugar en el auditorium Cicus de la Universidad hispalense; la presentación del film y del volumen citado corrió a cargo de quien esto firma.

Esta actividad, de alguna manera, nos remitía a los días de la Expo-92 en cuyos precedentes tuvimos ocasión de colaborar (investigando específicas cuestiones cinematográficas) con Maurizio Scaparro en su proyecto denominado “La seducción de la utopía”, dedicado a los personajes de Don Quijote y Don  Juan. El 21 de abril de aquel 1992 se procedía, en el Pabellón de España, al acto inaugural que, bajo el título antedicho, acogió las intervenciones de Fernando Lázaro Carreter, Regis Debray, José Luis Aranguren y Maurizio Scaparro, a las que siguió la proyección de Don Juan Tenorio, película de 1908, dirigida por Ricardo de Baños. En la noche del mismo día, se estrenaba en el sevillano teatro Lope de Vega  “Don Quijote. Fragmentos de un discurso teatral”, versión de Azcona y Scaparro, interpretado por Josep María Flotats y Juan Echanove.

El gran proyecto de Scaparro había comenzado diez años antes; a la configuración y desarrollo del mismo le había dedicado el bienio de 1983-1984. El prestigioso director italiano configuró sus visiones del Quijote mediante una triada compuesta por obra teatral, película y serie de televisión. Cada una de ellas con las esencialidades propias de su específico lenguaje aunque, en el fondo, vinculadas a una personal idea núcleo de la que partía y se organizaba todo lo demás. Estamos, pues, ante un proceso creador que se inscribía en la multimedialidad y se conformaba como una trilogía.



Película: Don Chisciotte

La película Don Chisciotte se apoya en la adaptación del original cervantino efectuada por Rafael Azcona, Tulio Kezich y Maurizio Scaparro; fue filmada en 1984 e interpretada en sus principales papeles por los actores italianos Pino Micol (Don Quijote) y Peppe Barra (Sancho Panza); la compañía Els Comediants participó activamente en la filmación. La modalidad televisiva tiene una duración de 220 minutos y la cinematográfica de 100. La versión restaurada para esta ocasión es de 90 minutos.

¿Dónde se inscribe la película Don Quijote, de Maurizio Scaparro, en la larga filmografía de la obra cervantina? “El Ingenioso hidalgo Don Quijote…”, ha sido ejemplo, a lo largo de más de un siglo, del diverso proceso industrial que el Cinematógrafo  fue creando durante su Historia. Rafael Azcona y Mauricio Scaparro, tras rigurosa elección y selección de aventuras y fragmentos, privilegian en su guión el juego escénico para que el teatro se constituya en eje del mismo al considerar que la obra original está impregnada de una sugerente teatralidad en el ámbito de  una novelesca ficción.

De otra parte, han resuelto el diseño plástico del héroe, de los héroes, tras interpretar  y resolver cuestiones relativas tanto a lo físico de los personajes como a aspectos vinculados a lo psicológico y a lo temperamental. Y junto a ello, otras resoluciones que afectan a convertir en concreto lo abstracto de la manifestación literaria: entre otras, mostrar o no la visión quijotesca de los hechos, prescindir de Dulcinea, compensar adecuadamente "lo real" frente a "lo imaginario".

Mientras sucede la proyección y comprobamos esa dimensión teatral antes citada, se nos viene a la memoria una opinión del escritor Don Juan Valera que, con ocasión de las adaptaciones quijotescas (y no precisamente referida al cine), nos pone sobre aviso de que la unidad de esta novela no está en la acción sino en el pensamiento de Don Quijote y Sancho unidos por la locura. A partir de aquí, pueden quitarse lances, como hacen Scaparro y Azcona, o ponerse, pero la acción, la sustancia de la fábula, quedará la misma.

Al tiempo, la presencia de este Don Quijote (en su interpretación por parte del actor Micol) que Scaparro propone nos permite rememorar la versión de G. W. Pabst (Don Quijote, 1932) no tanto por mostrar a un rey Arturo, propio de teatro ambulante, que arma caballero a Don Quijote, como por incorporar cierto tono operístico (y por tanto teatral) con las canciones puestas en boca del hidalgo, interpretado por Feodor Chaliapine.

A propósito de tal versión, el escritor Benjamín Jarnés en su libro “Cita de ensueños”, tras catalogarla como excelente poema dramático o la más original rapsodia española, afirma que Pabst difiere intencionadamente de Cervantes y ahí radica su más alta excelencia. La originalidad de los cineastas, según su opinión, no debe sustentarse en mantener la máxima sustancia novelesca sino en ofrecer una propuesta fílmica donde se evidencie la máxima sustancia plástica. Aplicado a la temática teatral es cuanto han pretendido hacer Azcona y Scaparro por lo que el citado escritor no hubiera dudado en tildarlos de “soñadores” por conseguir tan desaforado intento.

El personaje de Sancho (aquí en interpretación de Peppe Barra) nos lleva a la versión de Kozintsev (Don Quijote, 1959), supervisada por el exiliado escultor español Alberto Sánchez, no tanto por el evidente didactismo propio de aquel cine del “deshielo ruso” ni, acaso, por la sutil lectura social/socialista capaz de efectuarse sobre situaciones y personajes, sino por el carácter del encuentro final entre hidalgo y criado, cuando quijotización y sanchificación han llegado a su punto álgido, es decir, cuando la dignidad del aspirante a gobernador de la ínsula es capaz de moderar la inutilidad de tantas acciones de tan iluso pero ya tan querido amo.

En síntesis, tomando las palabras del propio director como guía para el espectador, su pretensión ha sido verificar cuánta teatralidad hay en la obra original y, en paralelo,  mostrar cuánto amor se ofrece por parte de un Quijote que busca, desesperadamente, la inexistente belleza de la inexistente Dulcinea. No estamos pues, según Scaparro, ante un viaje de aventuras al uso, sino ante un viaje al sueño, a la búsqueda de lo fantástico y de la ilusión en el interior del cerebro del hidalgo; de un viaje desde la realidad a la utopía siguiendo a Cervantes en su amor por el teatro.



Libro: “El Quijote según Scaparro, entre melancolía, soledades y carnaval”

Publicado en la colección “Encuadres”, ha sido editado por Daniela Aronica y Filmoteca de la Rioja. Incluye dvd con la película de Scaparro Don Chisciotte en versión original italiana con subtítulos en castellano y chino mandarín.

La profesora Aronica ha coordinado un volumen de 192 páginas donde se combinan acertadamente rigurosos artículos de investigación con útiles documentos y abundante material gráfico. La lectura de cada uno de ellos se ve complementada con una cuidada iconografía (buena parte procedente del propio archivo Scaparro) que revela las claves de las obras, tanto sea en referencia a las representaciones teatrales como a los rodajes y exhibiciones de las películas.

Variadas firmas, debidas a españoles e italianos, efectúan las oportunas presentaciones de la obra  tanto para justificar su apoyo al volumen como para destacar la importancia de la obra del director italiano y su influencia en la dramaturgia contemporánea. Un documento inicial ofrece la carta dirigida por Maurizio Scaparro a  Rafael Azcona en 1982 y texto del italiano con las ideas básicas, el diseño de las distintas posibilidades, la estructura según el número de episodios y el sentido último que debía tener el proyecto.

A partir de aquí, cuatro artículos conforman la base intelectual del volumen: “La vida como sueño”,  de Mª Gracia Gregori; “Scaparro en hispaniste”, de Giuseppe Mazzocchi; “Azcona y Scaparro en el círculo de Don Quijote”, de Bernardo Sánchez Salas, y “Relecturas cervantinas en un Quijote multimedia”, de Carlos F. Heredero. Según la especialidad de cada autor, se nos informa de cómo este proyecto multimedia se involucra en distintos ámbitos de la comunicación – Gregori- al tiempo que se hace una oportuna lectura del valor de la escenografía con ese teatro en ruinas donde sucede la acción. El análisis de la naturaleza caballeresca, transformada en carnavalesca, se nos advierte que debe ser entendida bajo el signo de lo dionisíaco pero en su sentido de aspiración a la libertad y al sueño utópico.

Mazzocchi, por su parte, establece con rigor la cronología del espectáculo quijotesco y defiende el concepto de autoría múltiple en función de los contextos de la representación o filmación así como el carácter movedizo del texto en función de situaciones, tiempos, geografías, sin que cambie la línea directriz básica; además el hipotético carácter fragmentario del guión le permite inscribirlo en “la poética del fragmento”.

Azcona quiso compartir con Scaparro –según el documentado trabajo de Sánchez  Salas- lo que de quijotesco ya existía en su dramaturgia. Una rigurosa enumeración de sus personajes nos revela la idiosincrasia de los mismos y la incapacidad de conseguir sus propósitos por lo que el desenlace suele devolverlos al vacío, al mismo comienzo de su proyecto vital. Al guionista español le interesó el actor que es Quijano y a partir de aquí comprobar cómo el hidalgo se va transformando de individuo en personaje para comparecer en el escenario del mundo.

La atracción de Cervantes por el teatro se bifurca en el interés de Azcona por la teatralidad como tema y de Scaparro por la teatralidad del Quijote. Carlos F. Heredero analiza el desarrollo del proyecto en sus distintas fases, así como el carácter discontinuo de la narración basado en la selección de fragmentos. A partir de aquí, se analiza el funcionamiento de la “realidad” y la “ficción”, de la “vida” y su “representación”. Acertado título de “Un bocadillo de teatralidad” para señalar en ese apartado la importancia de la nube de arena que cae sobre los personajes componiendo así el modo de prólogo y epílogo. Si el ámbito teatral –dice el articulista- desvela al teatro como  el espacio de la fantasía, la libertad, la imaginación, la aventura… el ámbito de lo real se asimila con el encierro, la oscuridad y la muerte.

Se cierra el volumen con un bloque de entrevistas, colaboraciones diversas y selección de material bibliográfico donde queda de manifiesto la versatilidad de Scaparro tanto en el ámbito de la creación teatral como en la resolución de sofisticados y atractivos proyectos multimedia.

Pie de foto: Portada del volumen "El Quijote según Scaparro: entre melancolía, soledades y carnaval".