Rafael Utrera Macías

En el contexto del I Festival Internacional de Cine de Sevilla, celebrado en octubre de 1980, dentro del “Certamen de Cine Andaluz”, fue presentado Rocío, documental de Fernando Ruiz Vergara; otorgado por el Ayuntamiento hispalense, consiguió el primer premio, dotado con 250.000 pesetas, en el formato de 35 milímetros.

El jurado, sorprendido por los planteamientos y enfoques utilizados, justificó su galardón atendiendo a los logros analíticos ofrecidos por el film, además de destacar la coherencia de su polémica visión desde la vertiente antropológica; en síntesis, lo visto en la pantalla suponía una heterodoxa mirada sobre la popular romería de El Rocío y se situaba en los antípodas de la filmografía habitual ofrecida sobre el lugar y el acontecimiento popular.  

El espectador que se adentraba en las diversas argumentaciones del film podía comprobar que la focalización se efectuaba con juicio crítico, manifiesta carga dialéctica y evidente posicionamiento agnóstico; de esta forma se enjuiciaban las distintas actuaciones de la Iglesia Católica a lo largo de su historia, el nacimiento y desarrollo del culto a la Virgen y, más concretamente, el funcionamiento de las hermandades en torno al fenómeno complejo de la romería y sus múltiples facetas tanto religiosas como paganas.

De otra parte, el conflicto civil se presentaba en determinadas etapas. Así, cuando el estado laico de la II República obligó a prescindir de las imágenes religiosas en lugares de titularidad pública, se distanciaron las relaciones ente el gobierno y la Iglesia, al tiempo que católicos devotos lo entendieron como una afrenta; la reacción político-social por parte de una muy conservadora derecha no se haría esperar. Los testimonios de los vecinos de Almonte Pedro Gómez Clavijo y José Aragón Domínguez informan de los atropellos cometidos contra lugareños republicanos; la llegada de la guerra civil dio lugar al fusilamiento de un centenar de almonteños que la película se encarga de mostrar con imágenes y datos personales de cada víctima.

La estructura de la película se apoya en elementos básicos propios del documental: utilización de una voz en off, narradora, explicativa de los hechos y portadora de una información fundamental donde se ofrece la ideología y el enfoque desde los que van a ser abordados los contenidos y temas presentados. Las imágenes mostradas son complementarias de la información aportada pero pueden actuar de diferente manera respecto de la misma: en unos casos, en paralelo, confirmando o subrayando lo explicado, y, en otras, en contraste y antítesis, poniendo en evidencia una a la otra, ironizando o caricaturizando una situación, una persona, unos hechos.

Estrenada en Alicante, en el verano de 1980, y presentada, posteriormente, en Madrid, sería secuestrada el 8 de abril de 1981 por un juzgado sevillano en virtud de una querella interpuesta por un vecino de Almonte, José Mª Reales Cala, quien alegaba en su denuncia tanto injurias y escarnio a la religión católica como haber atentado contra la memoria de su padre. La película fue condenada a no ser exhibida en Andalucía, primero, y en todo el territorio nacional, después.

En el amplio contexto de la transición, de la dictadura a la democracia, suprimida oficialmente la censura, se estrenaba en España la modalidad jurídica del código penal según la cual un espectador, herido en sus sentimientos o en su honor, podía denunciar, en el  juzgado de guardia, al autor o autores de la película.

El 15 de junio de 1982 se juzgó a la guionista y productora Ana Vila, al realizador y montador Fernando Ruiz y al vecino de Almonte Pedro Gómez, interviniente “como él mismo” en la película. No satisfizo la sentencia ni a demandantes ni a demandados. Dos años más tarde, el Tribunal Supremo condenó a eliminar en la cinta las referencias de imagen y sonido alusivas a la persona de la familia injuriada, José Mª Reales Carrasco. El periplo judicial se cerraba aparentemente, habiendo afectado, con consecuencias muy diversas, tanto a la obra como a sus autores, incluido el distribuidor de la misma.

Un casi nonnato “cine andaluz” se convertía, significativa paradoja, en asunto jurídico y en anticipo de la recuperación de la memoria histórica cuando el PSOE, en 1982, acababa de conseguir la mayoría absoluta.

En el contexto del X Festival de Cine Europeo, celebrado en Sevilla en Noviembre de 2013, se presentó El caso Rocío, dentro del apartado “Panorama andaluz”, un documental de José Luis Tirado, con metraje  de 75 minutos, que toma como materia de análisis la precedente Rocío, de Ruiz Vergara, a 33 años de su estreno  y  a tres décadas de la condena por el Supremo.  

Filmada en Vídeo HD, formato 16: 9 y color, se estructura como una suma de entrevistas a diversos intervinientes quienes, en unos casos, participaron en la  creación de Rocío  y, en otros, han sido invitados para analizar el carácter del film desde distintas experiencias o plurales cientifismos.

Sin duda, la intervención de Fernando Ruiz Vergara, filmada un año antes de su muerte, le otorga al documental un alto valor como documento histórico-cinematográfico; la reflexión efectuada por el cineasta incide tanto en el recuerdo de la experiencia llevada a cabo en tierras almonteñas como en el impacto causado por las resoluciones judiciales sobre su persona y su carrera.

La presencia de otros colaboradores en la filmación, producción, montaje u otros aspectos de la película suponen la revisión distanciada de una experiencia singular. En tal sentido, las explicaciones de la productora Ana Vila, al tiempo guionista y documentalista, del director de fotografía portugués Vitor Estevao, del dramaturgo Salvador Távora, del gestor Francisco Madeira, del antropólogo Isidoro Moreno, aportan notable información sobre la creación de la película y las vicisitudes, tanto de índole material  como profesional, sufridas por el equipo de cineastas.

El resto de opiniones e informaciones suministradas por los demás invitados conforman explicaciones y análisis diversos que van desde lecturas antropológicas a feministas, de interpretaciones históricas a simbólicas, de  planteamientos relativos a lucha de clases y a su repercusión en el espacio geográfico almonteño  (etapas republicanas y de la guerra civil), a los polisémicos valores y significados ofrecidos por la romería, etc. Así se expresan Juan José Vázquez y Ángel del Río, Francisco Maestre y Alejandro Alvarado, Dulce Simoes y Pura Sánchez, Antonio Orihuela y Pedro G. Romero. Del mismo modo, se ha cubierto un aspecto tan significativo como el relativo a los juicios y a las sentencias, lo que explica el abogado Baena Bocanegra, defensor que fue de los encausados por la denuncia; y ello sin olvidarse de que, a día de hoy, la sentencia del Supremo sigue vigente sobre las partes censuradas de la película.

Desde el punto de vista narrativo, El caso Rocío prescinde de la voz en off y recurre a un montaje donde las plurales opiniones de los entrevistados se asocian tanto para las coincidencias como para las contraposiciones; esto sitúa al documental en una  adecuada y estimulante línea dialéctica frente a la habitual y unidireccional voz en off. De otra parte, la narración, generalmente con la presencia del invitado, acumula imágenes, planos o secuencias, pertenecientes a Rocío lo que permite al espectador una mejor comprensión de cuanto se explica con palabras.

Más allá de su estricta versión cinematográfica para su exhibición en salas o emisión televisiva, este título ha sido comercializado en formato libro al que se le incluyen dos DVD, uno con la versión no censurada del documental de Ruiz y otro con la edición de la película dirigida por Tirado.

El volumen, editado por Aconcagua, ha sido coordinado por Ángel del Río, Francisco Espinosa y José Luis Tirado. Incluye siete artículos firmados por los antedichos a los que siguen otros de Juan José Vázquez, Antonio Orihuela, Alejandro Alvarado y Pura Sánchez. Se trata de un libro interdisciplinar que toma como objeto de estudio (“protagonista” le llama Tirado) el documental de Fernando Ruiz para analizar en él una diversidad de temas entre los que destacan los de contenido histórico  y sociológico. Para su director, se trata de un “proyecto colectivo” cuyos esfuerzos pretenden “rescatar del olvido y poner en valor la película Rocío, el reconocimiento de su autor y la denuncia de la injusticia cometida con su persona en la denominada transición democrática”.

Las páginas siguientes están dedicadas a mostrar la personalidad y trayectoria profesional  de Ruiz Vergara (Sevilla, 1942 / Castelo Branco, 2011) en sus diversas  facetas artísticas para precisar más adelante los avatares de Rocío tanto en su composición y contenidos como en la recepción de la película tras sus primeras exhibiciones;  seguidamente vendría el impacto causado en medios de comunicación y opinión pública tras el juicio en la Audiencia Provincial de Sevilla y la posterior sentencia del Tribunal Supremo.

Dos colaboraciones se detienen a investigar los acontecimientos históricos que precedieron, en la comarca onubense de Almonte, al inicio de la guerra civil y, al comienzo de  esta, a la correspondiente represión llevaba a cabo por los simpatizantes del franquismo contra republicanos e izquierdistas. En el artículo “Algunas claves ocultas de Rocío” se analizan los sucesos ocurridos en Almonte en 1932; se  prescinde  de la clave religiosa para enjuiciarlos desde aspectos relacionados con la cuestión agraria y la propiedad de la tierra; así, establece un recorrido por las distintas etapas, de la republicana a la franquista, en la que los conflictos derivarán en los asesinatos de “99 hombres y 1 mujer”.  

A su vez, “Caciquismo y represión”, establece un recorrido temporal para analizar, como en su sintético subtítulo, “el Rocío como modelo de gestión de lo sagrado simbólico”; en efecto, nos informa cómo se canalizaba, en el pasado siglo, la sociabilidad siguiendo unas coordenadas morales que van  desde privilegiados sectores sociales, vinculados estrechamente al catolicismo más conservador, hasta la etapa contemporánea donde “fervor y diversión”, “devoción y negocio” conviven “de manera natural”.

Otros artículos se centran en aspectos relativos a cuestiones cinematográficas; así “Un lobo con piel de cordero” repasa cuestiones relativas al funcionamiento de la censura y, en concreto, a su actuación en el postfranquismo sirviéndose de argucias  tales como el género o el formato para castigar a determinados títulos sin las subvenciones pertinentes. Por su parte, en el titulado “Así en la tierra como en el cielo”, la autora plantea “una lectura de género feminista” sobre la película, de manera que ésta recoge el modo en que hombres y mujeres se relacionan con la imagen de la Virgen. La múltiple tipología de la mujer y su diferente actuación en la romería permite establecer diferentes grados de “visibilidad”. El salto masculino de la reja por los almonteños es un ejemplo capaz de ser sometido a múltiples lecturas, incluida la feminista.

Tres anexos completan el volumen: la transcripción literal de los cortes efectuados por la censura, los extractos de la sentencia del Tribunal Supremo y un dossier de prensa relativo a Rocío y sus circunstancias.

Por nuestra parte, echamos en falta, tanto en el documental como en el libro, un apartado que informara sobre la filmografía existente en torno a la romería del Rocío fuera esta en el documental o en la ficción; en cualquier caso, hubiera sido oportuno señalarle al espectador o lector la nueva y bien diferente visión que supone el trabajo de Ruiz respecto a cualquiera de sus precedentes. Y ello porque Rocío es “sujeto y objeto” de El caso Rocío, un contraste con películas de semejante temática hubiera enriquecido, con un añadido más, las opiniones de ese polifacético “corifeo” que analiza y disecciona su precedente.

Sin recurrir a la inmensa filmografía existente en el género documental sobre la romería, las referencias cinematográficas en el ámbito de la ficción siguen lo que en “Las rutas del cine en Andalucía” hemos llamado “el canon literario de Pérez Lugín”, habitualmente seguido por las producciones del cine español; la novelística de este escritor (y ocasional cineasta)  ha servido para maquetar unos hechos y establecer una tipología de personajes que diversos directores han llevado a la pantalla. El libro de Lugín “La Virgen del Rocío ya entró en Triana” (acabado por el periodista José Andrés Vázquez) se postula como modelo de la mayor parte de las ficciones cinematográficas con etiqueta de cine español: La blanca paloma (1942), de Claudio de la Torre, Sucedió en Sevilla (1954), de José G. Maesso, y Camino del Rocío (1966), de Rafael Gil; las dos primeras con papel estelar para Juanita Reina y la última para Carmen Sevilla.

Comparar los conservadores parámetros ideológicos mantenidos en las ficciones y establecer las pertinentes diferencias con el radical tratamiento dado por Ruiz a su documental hubiera añadido una cláusula más, estrictamente cinematográfica, al polivalente y dialéctico análisis ofrecido en El caso Rocío

Pie de foto: Cartel con el que se promocionó la exhibición de Rocío en Portugal, en la misma época en la que la película era invisible en España por su secuestro judicial.