Rafael Utrera Macías

Ediciones y formatos

Nuestro informativo No-Do gozó, a lo largo de su historia, de tres ediciones semanales, denominadas A, B y C. La segunda comenzó a partir del número 20 mientras que la tercera se inició en 1960. Una primera página en color, en vivo contraste con el blanco y negro habitual, se incorporó en 1968; nueve años después, todo el metraje del noticiario se fotografiaba en esta modalidad. De forma complementaria a esta entrega semanal, se creó, desde 1945, la revista “Imágenes”, donde se publicaban temas afines entre sí o monográficos. La obligatoriedad de su proyección dejaba en dique seco a otras modalidades de corto o mediometraje con carácter documental, de manera que cualquier empeño privado estaría condenado al fracaso de su exhibición. Las ediciones de No-Do para el extranjero disponían de dos versiones, una en lengua española, destinada a los países sudamericanos, y otra, en portugués, para su proyección en Brasil.


Alquiler y distribución

La casa central de No-Do estaba en Madrid; sus diversas corresponsalías se situaron en Barcelona, Valencia, La Coruña, Sevilla, San Sebastián y Palma de Mallorca. La distribución por todo el territorio nacional se hizo mediante la empresa “Alianza Cinematográfica Española”. El alquiler del noticiario y su proyección eran de obligado cumplimiento; la cantidad correspondiente a este concepto era distinta según la categoría de la sala y, obviamente, de la población según número de habitantes; los estrenos de la semana se hacían en los principales cines de las grandes ciudades mientras que, como se ha dicho, a núcleos urbanos de provincias, con un solo cine, el No-Do podía llegar con varios meses de retraso.


Profesionales. Periodistas y técnicos

El primer director fue Joaquín Soriano, quien se mantuvo una década en el cargo hasta su sustitución por Alberto Reig. El redactor jefe (hasta 1962) fue el periodista Alfredo Marqueríe (al tiempo, crítico teatral y cinematográfico del diario “Abc”); la historia de No-Do recoge que en los primeros tiempos de su actividad fue sustituido puntualmente por otro profesional llamado Eduardo Haro Tecglen, futura y prestigiosa firma del semanario “Triunfo”. En Barcelona, el coordinador y redactor-jefe fue Juan Serracant.

Los cámaras más conocidos fueron Ramón Saiz de la Hoya (al tiempo operador privado de Franco), Ismael Palacio y Juan Manuel de la Chica, además de José Luis Sánchez y Francisco Centol, entre otros. Los locutores, profesionales de la radiodifusión, fueron Ignacio Mateo (Radio Nacional de España) y Hernández Frank (Radio Madrid) aunque las voces más populares serían las de Matías Prats, José Luis Pécker y David Cubedo. El director de montaje fue Daniel Quintero Prieto y el músico/compositor, como se ha dicho, el maestro Manuel Parada de la Puente, quien ya había compuesto la música de la película Raza, dirigida por Sáenz de Heredia.


¿Qué pasó con el No-Do?

Esta fue la pregunta que la periodista Consuelo Berlanga nos formuló a los invitados del programa de Canal Sur Tv “¿Qué pasó con…?” La respuesta hizo referencia a que el No-Do había desaparecido del panorama audiovisual y, por tanto, era ya cosa del pasado. En efecto, si la Orden del 17 de diciembre de 1942, firmada por Gabriel Arias Salgado, creaba la entidad “Noticiarios y Documentales Cinematográficos No-Do”, con la misión de editar y explotar con “carácter exclusivo” el noticiario español, otra orden, ésta de 22 de agosto de 1975, emanada del Ministerio de Información y Turismo, acordaba la regulación de cortometrajes en salas de exhibición comerciales y suprimía la obligatoriedad de proyección del No-Do.

Lejos de ser una orden caprichosa, se basaba en cuestiones estrictamente políticas. En esta fecha, tan próxima a la muerte del dictador, el noticiario no tenía ya ninguna influencia sobre los espectadores de salas comerciales cuando la televisión, implantada en la mayoría de los hogares españoles, conseguía introducir la información interesada del régimen en la misma sala de estar de la familia, y ésta, unas veces la oía, otras la escuchaba, ya fuera en los correspondientes telediarios o en los distintos programas de entretenimiento, culturales, etc. En pocas palabras, la escasa, por no decir nula, efectividad político-social del documento audiovisual cinematográfico y, por el contrario, la evidente influencia de la televisión, dejaban en dique seco a un noticiario que, antaño, había demostrado probada eficacia y general aceptación.

Esta ausencia de obligatoriedad en la exhibición no impidió que la empresa estatal que producía No-Do siguiera funcionando durante unos años a fin de mantener los puestos de trabajo y el noticiario pudiera seguir exhibiéndose, aunque ahora en calidad de proyección voluntaria y alternando con documentales de empresas privadas o, incluso, con un conjunto de espacios publicitarios.

Al margen de las obligaciones mencionadas o de la liberación de las mismas, el fondo documental de No-Do acumula un impresionante archivo en el que no sólo están las materias incluidas en los números exhibidos, sino cantidad de materiales filmados, comprados, etc., que, por diversas razones, no fueron utilizados en su versión pública. Este es el preciado depósito que la propiedad estatal tiene dispuesto para el servicio público. Quien quiera conocer hoy el modo de vida de la España franquista no tiene mejor documento audiovisual que el noticiario; aún más, la organización del archivo y su disponibilidad para el usuario lo convierten hoy en fuente imprescindible de conocimiento para saber cómo fuimos o cómo quisieron que fuéramos y en qué circunstancias transcurrió nuestra vida.

No es asunto discutible si el No-Do vivió bajo los efectos de la censura tal como les ocurrió a guiones y películas de ficción; al igual que en la radiodifusión oficial y en la prensa del movimiento, directivos y redactores sabían muy bien lo que era publicable y lo que no; a los responsables no hacía falta señalarles lo que ellos muy bien sabían. Dicho de otro modo, el No-Do no tuvo censura, no tenía que tenerla. Distinto es que, en alguna ocasión, se produjera un percance, más de carácter anecdótico que estrictamente censor. Pongamos un único ejemplo cinematográfico: cuando por primera vez Sofía Loren visitó España y ofreció la consabida rueda de prensa, el camarógrafo de No-Do ofreció un panorama audiovisual en función de la belleza italiana. Estrenado el noticiario, alguna señora de alto copete y buena mano política protestó contra tanta desvergüenza vinculada a piernas y escotes. Resultado: el No-Do fue retirado y, tras nuevo montaje, lo que fueron acentuadas curvas se transformaron en rectas sin peligro de derrape.


El No-Do en el cine español de ficción. Tres ejemplos

El cine español de ficción ha utilizado numerosas veces la sintonía del No-Do o específicos fragmentos del propio noticiario como ilustración concreta de una secuencia donde los protagonistas del film acuden a una sala de cine. En algunos casos, esta modalidad adquiere significativo relieve por cuanto se comporta como sólido elemento de una trama, de modo que guionistas y realizadores encuentran eficaz recurso para el desarrollo de su argumentación.

Fernando Trueba en La niña de tus ojos (1998) hizo coincidir los créditos iniciales de su película con un Noticiario Español donde la imagen y la voz en off nos ponía al día de la situación bélica contada desde el punto de vista nacionalista, de actividades deportivas y taurinas, de la brillante actuación militar de ilustres generales… del viaje a la Alemania nazi de un selecto grupo de actores españoles que rodarán en los espléndidos estudios de aquel país; entre otros, nos presentan a la bellísima actriz Macarena Granada (Penélope Cruz), al famoso director Blas Fontiveros (Antonio Resines), al actor nacionalista Julián Torralba (Jorge Sanz) y a la consagrada actriz Rosa Rosales (Rosa Maria Sardà). Como es sabido, la película es un trasunto del rodaje de Carmen la de Triana, interpretada por Imperio Argentina y dirigida por Florián Rey. Sin duda, la voz engolada del locutor del noticiario y las imágenes triunfales de tantos hechos, conformaron un primer recurso cargado de ironía que el realizador ponía al alcance de los espectadores.

Por su parte, Espérame en el cielo (1988), de Antonio Mercero, se sirve de los posibles dobles que el general Franco tuvo para contar en ésta el caso de Paulino (Pepe Soriano), secuestrado por la policía secreta, internado en el Palacio de El Pardo, y convertido en el doble de “El Caudillo”; de este modo, será su sustituto en cuantas empresas impliquen riesgo para el gobernante. Por ello, viajará en el automóvil oficial saludando brazo en alto, inaugurará pantanos, recibirá a embajadores, etc. Lo que no le han asegurado es que estarán a cubierto sus necesidades sexuales; una noche, escapa a fin de visitar a su esposa (Chus Lampreave), se declararán su amor y compartirán el secreto de que un toque en la oreja del varón, cuando salga en el No-Do, será motivo de que es él, Paulino, (y no el otro) con la consabida declaración amorosa; por lo que ella, en la sala del cine, responderá con un “Y yo a ti también” que, tanto como la tozuda asistencia al cine con objeto de no perderse ni un noticiario, sorprenderá a su propia familia,

Todavía El sueño de la maestra (2002), epílogo filmográfico de Luis García Berlanga, comienza con unas imágenes, semejantes a otras tantas de No-Do, en las que Francisco Franco, lanza su discurso desde un palaciego balcón y arenga a las masas que le escuchan cautivadas por su persona y sus palabras. Sin embargo lo que “el Caudillo” repite es el mismo discurso que, en Bienvenido Mr. Marshall, el bueno del alcalde lanzaba a sus paisanos de Villar del Río (“Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación…”) mientras el representante de “la máxima figura de la canción” se aliviaba el cogote incapaz de parar a la autoridad municipal.


Coda

En fin, hoy gracias a la página de Radio Televisión Española (RTVE) el No-Do entero está verdaderamente al alcance de todos los españoles y, por medio de las nuevas tecnologías, a todos los internautas del mundo.


Bibliografía seleccionada

Las personas interesadas en conocer la historia de No-Do en cada una de sus etapas y características pueden consultar:

-Revista “Archivos de la Filmoteca”. Octubre. 1993. nº 15. “No-Do: 50 años después”.

-Rodríguez, Saturnino. “El No-Do. Catecismo social de una época”. Editorial Complutense. 1999

- Tranche, Rafael R. y Sánchez Biosca, Vicente. “No-Do. El tiempo y la memoria”. Cátedra/Filmoteca Española. Serie Mayor. Madrid. 2001