Rafael Utrera Macías

En 1933, Luis Buñuel fue acompañado por Rafael Alberti y Mª Teresa León en viaje preparatorio de la futura película Las Hurdes (Tierra sin pan); también iban Gustavo Durán, Pierre Unik y Eli Lotar. El poeta portuense ha dejado algunas notas en “La arboleda perdida” aludiendo al grado de miseria existente en la región extremeña citada y enfocando tanto a los niños descalzos y harapientos como refiriéndose a la represión contra los campesinos de Zorita y Castilblanco. La película fue prohibida por los gobiernos republicanos conservadores, entre otros motivos, porque contribuía a la leyenda negra española en el interior y atacaba de plano el encargo monárquico efectuado al Doctor Marañón para dignificar aquella región, a sus tierras y a sus gentes.

Fue una lástima que, 50 años después, en los albores de la democracia, ningún productor de cine o televisión tuviera la ocurrencia de repetir aquel viaje con los octogenarios vivos y lúcidos para enfrentar el pasado con el presente, la imagen filmada ayer con la imagen filmada hoy, contrastando el recuerdo personal (borroso, indefinido, cambiante) con el recuerdo iconográfico. Aquella ocasión perdida no ha impedido que otras ocasiones tan parecidas como paralelas, tan dolorosas como emotivas, alguien haya puesto los medios para retrotraer el pasado y hacerlo vivible, tangible, audible.

Durante la visión (repetida) de El regreso (La Almería de Juan Goytisolo) se me ha venido a la memoria en innumerables ocasiones las imágenes hurdetanas, tan parecidas a las de La Chanca, y los habitantes de los campos de Níjar, algunos de ellos en semejantes condiciones de vida y marginación a las de la población salmantino-extremeña. Dicho esto, el propio título (el regreso) nos aclara que aquí sí ha habido un productor-director cinematográfico muy pendiente de que, 50 años después, el joven escritor impresionado por una situación social clamante al cielo y al tiempo extasiado por una arquitectura autóctona tan bella como desconcertante, repita su visita, y se pare ante aquello y ante quienes en otro tiempo pasado suscitaron su mirada, la transformó en literatura y ahogó su sentimiento solidario sin poder hacer nada más…o nada menos.

El título que ahora nos propone Nonio Parejo aporta la gran novedad de mostrarnos a Juan Goytisolo, ¿cómo actor?, ¿cómo testigo?, ¿cómo memorialista?, ¿cómo…? y “enfrentar” el tremendo ayer con el mejorado hoy. Paisajes urbanos, paisajes rurales, paisanaje de entonces y de ahora, se suceden, se encadenan, se contrastan.

La fórmula utilizada es la propia de “novela/película” de camino, de viaje donde viajeros y nativos especulan, conversan, contrastan. El vehículo es la amplia furgoneta que permite no sólo llevar a unos y otros sino filmar desde dentro y por ello ofrecer perspectivas y contracampos de interior y exterior para, también de este modo, contribuir a la dialéctica que se organiza entre palabras y palabras, imágenes (pasadas) e imágenes (actuales).

La carretera, sin fin, moderna, señalizada, es vía segura para llegar al destino querido, destino que, tras imágenes del pasado, se torna agreste e injusto, cebado en hombres y mujeres condenados a no salir de la pobreza, a no salir de la enfermedad, a no salir del analfabetismo. Ayer y hoy son siempre “todavía” es frase que afortunadamente puede quedarse en palabras. Lo ponen de manifiesto los diversos invitados (Pradal, Molina, Ibáñez, Salinas, Martínez, Quiroga, etc, etc) que conforman con sus palabras, con sus opiniones, la transformación de los campos almerienses de Níjar a Gata, desde aquellos años cincuenta donde el escritor descubría paisajes propios y nativos naturales a este hoy, sin duda más culto y sobre todo civilizado, por más que la plena felicidad económica de las diversas clases trabajadoras (inmigrantes incluidos) nunca llegue al máximo.

La dialéctica conformada por imagen y palabra, propios y extraños, estático y dinámico, off/in, tiene un punto álgido que se inicia con la llegada del cineasta Vicente Aranda. Su presencia no es ninguna concesión a la galería de ilustres sino acierto completo por cuanto este artista fue, nada más y menos, que el acompañante del escritor (en su tercer viaje) en su condición de fotógrafo; su trabajo, una serie de imágenes que acompañaron la primera edición de Campos de Níjar (discutibles en su calidad, según él mismo comenta, pero testigos fidedignos de la realidad humana) son hoy imprescindible documento visual firmado por un prestigioso cineasta.

La ficción y la realidad (o el realismo) alternan, se combinan, se cruzan como en una taracea conformada de imágenes y palabras; de imágenes del escritor y de sus anfitriones, de las palabras del autor leyendo su propia obra (con un “modus” diferente pero con el mismo “dictum”) o siendo leída por otros en quienes estos términos se modulan de manera diferente y se siente como algo pasado o histórico.

De este modo de conformar la historia, el relato, en blanco y negro o color, paradas la imágenes o fundiendo unas con otras, surge una estrategia narrativa cinematográfica que actúa en paralelo con el modo de concebir y llevar a término el autor su relato en aquel 1958. Aún más, la escritura fílmica no está dispuesta a engañar a nadie: el director, productor, fotógrafo, gruísta, sonidista, “son”, “están”, como agentes del relato, como agentes de la verosimilitud para que todo espectador quede inmerso en la acción y al mismo tiempo distanciado. Como ya dijimos anteriormente, “el documental en blanco y negro utilizado en Campos de Níjar y las verdaderas lágrimas de las familias de los desaparecidos son dos elementos que bajos perspectivas diferentes, una, estética e histórica, otra, ética y humana, transmiten y comunican al espectador, como poco, cuanto el guionista o el realizador quisieron transmitir a sus espectadores”. Este hermoso documental es un trozo de sociología, de historia, de literatura, de y sobre Andalucía, la del ayer y del hoy, que cuantos más años tenga, mayores valores aportará a nuestra Historia. Y ahora, como testigos de excepción dentro del propio cuadro, Juan Goytisolo y Vicente Aranda.



Ficha técnico-artística

Dirección y Guión: Nonio Parejo. Producción: Nonio Parejo y Asociados. Producción ejecutiva: Pepe Álvarez. Fotografía: Federico Ribes y Nonio Parejo. Operador cámara: Pablo Villalba y Francisco Muñiz. Sonido: Antonio Moya. Actores: Domingo Mayor, Mercedes Aparicio, Nono Cortés, Pepillo “El barbero”, Sensi Galán y otros. Con la intervención especial de Juan Goytisolo y Vicente Aranda