Enrique Colmena

Porque, aunque se haya muerto Leonard Nimoy, realmente quien se ha muerto para el imaginario cinematográfico, no digamos ya el “trekkie”, ha sido el mítico Sr. Spock. Claro que ha habido otros actores, como Zachary Quinto, que han interpretado (y muy bien) al legendario personaje imaginado (como toda la serie) por Gene Roddenberry, pero nadie ha podido sustituir en la conciencia colectiva la identificación de Nimoy con Spock.

Y no será porque el actor no intentó, reiteradamente, alejarse de aquel personaje que lo instaló en la Historia del Cine pero que, a su vez, le impedía hacer una carrera al uso, con personajes diversos y de muy distinto jaez. Aunque su carrera discurrió en buena medida en la televisión, también hizo cine intentando escapar de la alargada sombra de orejas puntiagudas, en filmes como La invasión de los ultracuerpos, el notable remake que Philip Kaufman realizara en 1978 del clásico del horror y la sci-fi de los cincuenta, La invasión de los ladrones de cuerpos, del gran Don Siegel, hoy tan olvidado. Puso también su prodigiosa voz a muchos productos en los que era menester contar con una voz carismática: desde telefilmes a miniseries, desde videojuegos a TV-movies, contaron con fruición con la voz de este hombre cuya imagen inmediatamente remitía al personaje que le dio popularidad pero también lo encasilló para los restos.

También intentó la vía de la dirección, aunque no tenía demasiado talento en esa faceta. En ese área realizó intensos dramas, como El precio de la pasión, pero también comedias a vueltas con los roles sexuales, como Tres hombres y un bebé, aunque también algunas de las aportaciones cinematográficas al fenómeno “trekkie”, como Star Trek III. En busca de Spock o Misión: Salvar la Tierra.

De esta forma, Nimoy volvía una y otra vez al universo “trekkie”, quizá definitivamente conocedor de que su vida artística estaba indisolublemente ligada a la serie y a toda su parafernalia, quizá definitivamente consciente de que él, como persona, terminaría su vida cuando tocara, pero que su personaje le sobreviviría indefinida, quizá infinitamente.

Así, participó en casi todas las secuelas cinematográficas que se rodaron sobre la llamada primera generación “trekkie”; además de las mentadas, estuvo también en Star Trek. La película, Star Trek II. La ira de Khan, Star Trek V. La última frontera y Aquel país desconocido, e incluso apareció episódicamente en la remozada última tanda de capítulos cinematográficos de los años cero y diez de este siglo, Star Trek (2009) y Star Trek. En la oscuridad.

Spock ha muerto. Da igual que otros se calcen las orejas puntiagudas y pongan esa cara hierática, como de esfinge, que caracterizaba al vulcano. Todos sabemos que, por muy bien que lo hagan, Spock tendrá siempre la cara de Leonard Nimoy, como Gertrude Stein tiene para los restos la faz del dibujo (poco favorecedor, según ella) que le hizo Pablo Picasso…

Pie de foto: Leonard Nimoy, Spock para siempre, en uno de los míticos capítulos de la saga de Star Trek.