Enrique Colmena

El reciente estreno de “Iron Man” y el próximo de la nueva versión de “Hulk” (ahora con el escuchimizado Edward Norton como protagonista, que no sé yo si es el actor adecuado para el personaje: claro que hoy día, con infografía, se puede hacer pasar a Olivia, la novia de Popeye, por una Pepa Pótama cualquiera…) ponen de actualidad los cómix de Marvel llevados al cine.
Hagamos un poco de historia: la hoy día famosísima marca de cómix nació, bajo otra advocación, en Nueva York, allá a finales de los años treinta. La marca pasó por vicisitudes varias, hasta incluso ser arrinconada por su gran rival, D.C. Comics, la propietaria de personajes tan populares como Supermán o Batman. Pero a partir de los años noventa, el sello neoyorquino tomó impulso y, apoyándose fundamentalmente en algunos costeados éxitos cinematográficos que versionaron a sus superhéroes, consiguió una situación de privilegio que le ha hecho ser la potente empresa que hogaño es, con intereses no sólo editoriales, sino también cinematográficos y audiovisuales en general.
Aunque a raíz del éxito a finales de los setenta de la trilogía de “Superman”, se hicieron algunas versiones en cine de superhéroes de Marvel, lo cierto es que los resultados fueron decepcionantes, sobre todo por tratarse de proyectos escasos en medios y, sobre todo, en imaginación. Así las cosas, Spiderman conoció al principio de los ochenta algunas versiones lamentables, más cerca de la serie Z que de la B, que nada aportaron al universo marveliano ni, por supuesto, al cine; también “Hulk” tuvo en aquella época una versión, con unos medios tan escasos como, en el fondo, deliciosamente “kitsch”.
Durante la década de los noventa tendría lugar el éxito, pero también el ocaso, de la serie de Batman, que concitó elogios y taquillazos en sus primeros capítulos, “Batman”, “Batman vuelve” (ambos bajo la mirada negra de Tim Burton) y “Batman forever” (más endeble: Joel Schumacher nunca fue un exquisito…), para después despeñarse con “Batman & Robin”, donde las insinuaciones filogays de la pareja más ambigua de superhéroes no sentaron bien a un género donde la testosterona es consustancial al protagonista y al público que le sigue. No sería hasta bien entrada la primera década del siglo XXI cuando se retomó el personaje en “Batman begins”, y pronto veremos otro nuevo episodio, “The Dark Knight “.
Pero esos eran los éxitos de D.C. Comics, y Marvel no parecía estar en condiciones durante los noventa de emular a sus rivales. Sin embargo, hacia finales de esa década, un personaje menor dentro de los superhéroes marvelianos era llevado a la pantalla, y el éxito fue notable: “Blade”, bajo la dirección de Stephen Norrington y con un carismático Wesley Snipes, consigue concitar el interés de público y crítica, en una nueva vuelta de tuerca al mito de los vampiros, con uno de ellos que, como si fuera una síntesis de Drácula y Van Helsing, se convierte en un vampiro cazador de los suyos. Este curioso matavampíros aerodinámico y de prodigiosas dotes como luchador ha tenido otras dos entregas, aunque ha ido perdiendo interés.
A partir de principios del siglo XXI Marvel prueba con otros personajes de su portfolio: con “X-Men”, bajo las órdenes de Bryan Singer, consigue en 2000 una apreciable versión de los torturados mutantes liderados por el profesor Xavier, en una saga que tendría tanto éxito que propiciaría dos capítulos más, e incluso ahora se preparan sendos “spin-off”, en los que se contará el origen del villano por antonomasia de la serie, Magneto, y de su superhéroe más carismático, Lobezno.
En 2002 Marvel da el pelotazo en taquilla con “Spider-Man”, un auténtico bombazo comercial, aunque su nivel artístico no fue tan bueno, bajo la dirección de Sam Raimi, un perito en cine de terror que, a partir de ese momento, se dedicó casi en exclusiva a esta rentable franquicia, que ha conocido hasta ahora dos entregas más, casi igual de comerciales, aunque de decreciente interés, y de la que se prepara una cuarta parte.
Quizá el personaje marveliano más curioso sea del de Hulk. En 2003, el taiwanés Ang Lee, que ya sabemos que sirve igual para un roto que para un descosido, hizo una peculiar versión, con el rostro hierático de Eric Bana como el hombre que cuando se excita, crece y se pone verde (ejem…), una adaptación un tanto intelectualizante que, por eso mismo, no caló demasiado entre su público natural, donde lo que abunda mayormente es el acné, el atolondramiento y el revoltijo de hormonas; con todo, pasa por ser el más interesante filme sobre un superhéroe de Marvel, con muy sugestivas lecturas y un tratamiento formal muy personal. Ya veremos qué tal es la nueva versión que ha hecho Louis Leterrier…
A mediados de esta década le tocó el turno a Los 4 Fantásticos, conocidos en España como La Patrulla Fantástica. Bajo la endeble batuta de Tim Story (un tío con mucho cuento, incluso en el apellido: no se puede decir que engañe…) se hizo un muy elemental producto, pero que en taquilla funcionó bien, lo que propició una segunda entrega, “Los Cuatro Fantásticos y Silver Surfer”, incluso inferior a su precedente, a pesar de lo cual se prepara un “spin-off” con ese nuevo personaje, Silver Surfer.
En 2003 Marvel lleva a la pantalla “Daredevil”, con dirección de Mark Steven Johnson y con Ben Affleck como el superhéroe ciego, sin duda el ídolo de la ONCE, por obvias razones… Bastante endeble artísticamente, al menos fue rentable en taquilla, lo que propiciaría otro “spin-off”, “Elektra”, que sufriría uno de los mayores batacazos que se recuerdan; y es que el público de este tipo de cine es mayoritariamente masculino, y una heroína dificulta considerablemente el habitual proceso identificativo con el protagonista.
Durante 2007 los personajes Marvel han sufrido diversa suerte comercial, pero parejo infortunio artístico: “Transformers”, con el chico de moda, Shia LaBeouf, fue un notable éxito comercial, pero “Ghost Rider” tuvo que conformarse con una taquilla mucho más moderada: el hecho de que su protagonista, Nicolas Cage, hiciera que el superhéroe fuera de la segunda edad y media, no debió ayudar tampoco mucho a un tipo de cine que exige protagonistas jóvenes y apolíneos (y el sobrino de Coppola, como es notorio, no es ni una cosa ni otra…).
A los citados títulos que se preparan o que ya están listos para estreno hay que añadir el de “Capitán América”, uno de los principales personajes de Marvel, que hasta ahora, extrañamente, no se había llevado a la pantalla en esta edad dorada de la editorial, desde los años noventa. Otros proyectos, como la primera versión para pantalla grande de “The Avengers”, que en España se llamaron Los Vengadores, o de los superhéroes “Thor” o “Ant-Man”, confirman la plenitud comercial y la vigencia de la amplia cartera de personajes de la empresa neoyorquina.
Parece que los héroes de Marvel cuentan con excelente salud en taquilla, de lo que es buena muestra la profusión de títulos en preparación. Ahora bien, ese boyante estado económico no se corresponde con un similar momento en el plano artístico. Claro que estamos hablando de cine comercial, cine que sólo pretende engrosar las bien pertrechadas cuentas de resultados de Marvel y de sus productoras asociadas; casos como el de Ang Lee y su “Hulk” no son frecuentes, y su relativo fracaso en taquilla tampoco ayuda mucho a que se prodiguen más. Lo dicho: el que quiera ver cine de verdad, que se abstenga de asistir a estas adaptaciones marvelianas; ahí sólo puede esperar que le hinchen de adrenalina, o de testosterona, o de ambas cosas a la vez, en un indigesto cóctel con las palomitas de rigor y el refresco de cola…