Enrique Colmena

El reciente estreno de “X-Men: La decisión final”, y el inminente del reinicio de la saga del hombre de Krypton en “Superman Returns”, pone de actualidad de nuevo el tema recurrente de los superhéroes fantásticos del cómic y sus adaptaciones al cine.
Lo cierto es que fue precisamente este último superhéroe, Superman, el que dio inicio, hace ya casi tres décadas, a un “boom” que desde entonces no ha dejado de funcionar, con sus altibajos. Aquella primera tanda de episodios cinematográficos empezó con “Supermán. El film”, dirigido en 1979 por Richard Donner, con un Christopher Reeve entonces jovencísimo interpretando al Hombre de Acero, tantos años antes de que, ¡ay!, tuviera que recurrir a un pulmón de acero para seguir sobreviviendo… Paradojas de la vida.
A esta primera parte les siguieron otras dos, en los años ochenta, ambas dirigidas por Richard Lester, que aportó a la saga su humor británico. Un cuarto episodio, rodado en 1987 por Sidney J. Furie, hundió la serie para dos décadas, por mor de un flojísimo guión y una lamentable realización, siendo un fracaso comercial y artístico. Ahora es Bryan Singer, el director de las dos primeras entregas de “X-Men”, el que va a estrenar “Superman Returns”, con un protagonista nuevo, Brandon Routh, que ojalá me equivoque, pero parece más crudo que un filete sin cocinar…
A la saga iniciática de Supermán de los años ochenta le tomó el relevo, a finales de aquella década, el Hombre Murciélago. “Batman” fue el primero de los episodios, oscuro y tenebroso como corresponde a su director, Tim Burton, que dio el papel protagonista a su actor fetiche de entonces, Michael Keaton (el de ahora, claro está, es Johnny Depp…); el segundo capítulo, también de Burton, reincidió en la atmósfera tenebrista, con “Batman vuelve”, y el tercero, ya en manos del director Joel Schumacher, “Batman Forever”, fue más “light”, con Val Kilmer como más bien improbable hombre murciélago. El cuarto capítulo, “Batman y Robin”, también con el mismo director, hundió la serie, al fracasar en taquilla, a pesar de que George Clooney encarnaba al superhéroe de las mallas; quizá su ambigua relación con el efebo Robin (un blandito Chris O’Donnell) influyera en ello: cosas de la homofobia. La saga ha resucitado con éxito (al menos comercial; artísticamente, al menos para mi gusto, es deficiente) ya en el siglo XXI con “Batman Begins”, con el exquisito Christopher Nolan (el autor de la extraordinaria “Memento”) como director y Christian Bale como protagonista. Hubo incluso un “spin off” de la serie, “Catwoman”, con la oscarizada Halle Berry y la dirección del europeo Pitof, que se saldó con un fracaso de campeonato.
El tercer gran serial, por orden estrictamente cronológico de rodaje, sería el de “X-Men”, que lleva ya tres capítulos, a razón de uno cada tres años, los dos primeros dirigidos por Bryan Singer y el último, ahora en cartel, por Brett Rattner. Su acogida en taquilla ha sido excelente y creciente; de hecho, el último de estos tres filmes ha tenido una entrada en la taquilla USA realmente increíble, como sus propios protagonistas: 120 millones de dólares en el primer fin de semana de exhibición, batiendo con ello el record que tenía hasta ahora, precisamente, otro superhéroe, el segundo episodio de la saga “Spider-Man”. El serial de los hombres X promete convertirse en una franquicia rentabilísima si sigue así, y ciertamente tiene su explicación: esos hombres y mujeres mutantes de excepcionales cualidades dan mucho juego, y el enfrentamiento entre ellos, comandados por Xavier y Magneto (el primero de estos personajes, por cierto, muerto en este último episodio: ¿lo revivirán en alguno posterior? Es más que probable…), da ocasiones para el lucimiento del equipo de los F/X. Pero también hay una lectura interesante en la propia entidad de los mutantes, en su consideración de diferentes de los simples mortales.
El siguiente superhéroe en saltar a la palestra, ya en el siglo XXI, fue “Spider-Man”, con dos episodios (hasta ahora: ya está anunciada la tercera parte para 2007, a la vista de la rentabilidad del producto), ambas dirigidas por Sam Raimi, reciclado de sus filmes de horror algo cutres pero ciertamente atractivos. También este superhéroe, como los X-Men, tiene problemas: en su caso es un chico atormentado por su doble vida, superhéroe enmascarado por un lado y la imposibilidad de mantener una vida normal con su chica, por otro. Tobey Maguire es el rostro de este nuevo Spiderman, como en los años setenta fue Nicholas Hammond, en una serie de telefilmes que en España se vieron en cine, muy flojos argumentalmente y penosos en cuanto a los efectos especiales.
Hay otros superhéroes, quizá menores al lado de estos, o que al menos no han dado lugar a series de varios episodios. Entre ellos el más interesante es, seguramente, “Hulk”, dirigida ya en esta década por Ang Lee, un cómic de autor que, probablemente por ello, no funcionó demasiado bien en taquilla. También éste es un superhéroe torturado (interpretado por un soso Eric Bana), en este caso por no saber controlar su furia, dando con ello origen a un Hyde que anida en él, un monstruo verde de fuerza inusitada. En los años setenta tuvo también su versión televisiva, mucho más cutre y modesta, que en España se estrenó en cines; se tituló “La masa”, y el doble papel lo hacían Bill Bixby, en la parte escuchimizada del personaje, y Lou Ferrigno, cuando se ponía borde (mejor dicho, verde…).
Otros superhéroes menores, como “Los Cuatro Fantásticos”, “Daredevil” o “Hellboy”, han asomado sus jetas, con mayor o menor fortuna, por las pantallas de cine. Todos ellos consiguen hacer del mundo un lugar más seguro y justo, aunque, probablemente, eso sería posible sin superhéroes; bastaría con que los gobiernos actuaran como deberían hacerlo, anteponiendo el bienestar de los ciudadanos a sus propios intereses. Claro que esa sí que, a lo mejor, sería una tarea para un superhéroe, porque con los políticos que nos alumbran, ¿qué vamos a pedir? Como afirma el dicho español, éstos son los bueyes con los que aramos...
Y perdón por la comparación; el perdón se le pido a los bueyes, claro…