Pelicula:

De Takashi Miike apenas conocemos en España una mínima parte de su copiosa filmografía, pero lo poco que conocemos es interesante. Es el caso de Llamada perdida, estimable aportación al cine de horror nipón, que causó estragos hace unos años y aún hoy sigue provocando escalofríos… Pero Miike es un cineasta versátil, que sirve igual para un roto que para un descosido (a la manera de los directores yanquis de los años cuarenta y cincuenta), y aquí lo demuestra con una película en las antípodas, un filme “de época”, ambientado en el Japón de mediados del siglo XIX, cuando aún subsistía el sistema del shogunato, especie de gobierno que recaía en el shogun o comandante militar, que ejercía el poder absoluto en nombre del Emperador, y que se mantuvo como sistema de gobernanza hasta pocos años antes de la época que refleja esta cinta.


Miike opta por introducir la historia a través de una fotografía tenebrista, oscura, casi de película de terror, que nos anticipa la catadura del antagonista, el futuro shogun, un hombre de inconmensurable poder pero dotado de una crueldad más allá de toda humanidad. A partir de su retrato como ser impío, felón y vesánico, se plantea la conspiración de un grupo de samuráis que se conjurarán para acabar con el sátrapa. La lucha contra el militar vesánico se convertirá en el leit motiv de la historia, un grupo de soldados contra un ejército que le supera en número en una relación de uno a diez. Así las cosas, la última hora del metraje constituye un auténtico tour de force, cómo poner en imágenes la lucha de trece samuráis contra ciento treinta, sin que resulte inverosímil el hecho de que los conspiradores peleen con éxito con una tan abrumadora fuerza enemiga, ni que resulte cansina tanta pugna a espada, lanza, flecha o pura estaca.


Miike sale airoso del trance, a base de combinar con acierto diversos escenarios dentro del pueblo en el que se desarrolla esa última fase de la cinta, y, sobre todo, jugando cartas realistas a la hora de ir haciendo caer, poco a poco, con cuentagotas, a los trece samuráis, sin infundirles poderes taumatúrgicos sino, en todo caso, confiriéndoles la fuerza de los que luchan con total determinación por lo que creen justo y correcto.


Filme rodado con una virtuosidad notable, con una sensación de verismo que con frecuencia es tan difícil en el cine de acción o bélico, 13 asesinos es una muestra de cómo ha evolucionado el cine de artes marciales desde el que protagonizara Bruce Lee en los años setenta, desde un cutre cine de barrio hasta éste que se exhibe, y con éxito, en los exquisitos circuitos de cine independiente y de arte y ensayo.


Takashi Miike es siempre una apuesta segura: es un cineasta técnicamente muy bien dotado, buen narrador y con ideas cinematográficas interesantes; asistir a cualquiera de sus películas tiene la garantía de que difícilmente va a aburrir, y además, como en este caso, puede darnos algunas nociones de Historia de un país cuyo pasado, mal que pese a algunos, sigue tan presente en una sociedad hipertecnologizada: ese universo de honor al que tan repetidamente aluden los samuráis quizá no esté tan lejos de la ética del trabajo a destajo de los nipones actuales. Y es que, tal vez, el honor, como la materia, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma…



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130'

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13 asesinos - by , Jan 20, 2017
3 / 5 stars
Calígula de ojos rasgados