1997: Rescate en Nueva York

En 1981 John Carpenter se ha convertido ya en la gran esperanza blanca del nuevo cine de terror independiente norteamericano. Al relativo éxito de Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976) le ha seguido el notable triunfo que supuso entre crítica y público La noche de Halloween (1978), e incluso la posterior La niebla (1980) le confirma como un cineasta personal y con una rara capacidad para aterrorizar al público.

Así las cosas, en 1981, y tal vez imbuido por la moda que está imponiendo en esa época el australiano George Miller con la saga iniciada con Mad Max (1979), Carpenter realiza una incursión en el cine de fanta-terror, con irisaciones de ciencia ficción postapocalíptica. La película es 1997: Rescate en Nueva York, que nos presenta uno de los peores mundos posibles (al menos en aquella época…): la llamada Gran Manzana es una gigantesca penitenciaría, donde nadie puede salir ni entrar, so pena de ser matado por los centinelas que vigilan desde el exterior, o por los criminales que anidan en su interior.

Aun sin abandonar totalmente el terror, 1997: Rescate en Nueva York supone un salto cualitativo apreciable en la carrera de Carpenter. El cineasta neoyorquino (aunque formado en Kentucky, paradojas de la vida…) retrata en este filme un futuro amargo, angustioso, incierto, lleno de negros presagios. Cargado de tristeza, el final es una pequeña jugada maestra sobre la condición humana y su extraordinaria capacidad para la subversión.

Tras haber trabajado con Kurt Russell en Elvis, académico biopic televisivo sobre el astro de Tupelo, Carpenter vuelve a incorporarlo a su reparto, ahora en un papel diametralmente opuesto al del célebre cantante rockero, un tipo duro, patibulario, pero a pesar de ello con un acendrado sentido de la justicia. Russell se convirtió en uno de sus actores fetiche de aquella época, trabajando también juntos en filmes como La cosa y Golpe en la Pequeña China. En 1996 Carpenter retomaría el tema en una secuela de este filme, 2013: Rescate en L.A., con el mismo protagonista, en una visión aún más negra del mundo futuro y un resultado artístico ciertamente inferior.