Pelicula:

El cine, evidentemente, no tiene por qué ejercer una acción ejemplificadora, ni siquiera esperanzadora, aunque la verdad es que se agradece que lo haga. Viendo ésta por lo demás estimulante 7 vírgenes, tan desesperanzada, piensa uno si ése mensaje que reciben los chicos lumpen que retrata Rodríguez no supondrá el cierre definitivo de las esperanzas de algunos de ellos de conseguir tener una vida normal, entendiendo por ella, por qué no, ésa que menosprecian los dos mozalbetes en uno de los diálogos más patéticos de la película, cuando despellejan verbal pero brutalmente, a distancia, a un pobre pollero porque lleva veinte años tostando y trinchando pollos para la venta a la calle. Es posible que haya quien piense que es mejor morir a los dieciocho años con una jeringa clavada en el brazo antes que a los ochenta tras haber trabajado la mitad de ese tiempo en un oficio lamentable y mal pagado. Es posible: no seré yo, desde luego, el que lo crea.


En cualquier caso, 7 vírgenes es un paso adelante, estilística y temáticamente, en la carrera de Rodríguez; pasada ya la etapa comanditaria con Santi Amodeo, con el que consiguió su mejor película hasta ahora, El factor Pilgrim, este nuevo film es claramente superior a El traje, que no se sabía muy bien qué quería decir, aunque ciertamente demostrara una solvencia profesional fuera de toda duda en su joven director.


La nueva película de Alberto se adentra en una zona de la sociedad que no suele ser protagonista, la clase baja, marginal, "cani", como se llama en Sevilla a ese grupo social de niñatos agresivos, nacidos en familias desestructuradas, cuyo paso por reformatorios es lamentablemente tan frecuente, y cuya sola presencia intimida al resto de los mortales.


Está contada la historia con brío, pero también con serenidad. Hay momentos especiales, como las breves pero desoladas escenas que reflejan el mundo turbulento del hogar de Richi, el mejor amigo del protagonista; pero, sobre todo, la penúltima escena, en la que la tragedia se cierne sobre los dos, es un pequeño prodigio de simbolismo: ese oso verde en la camiseta del asesino, esa sangre que mana abundante por la oreja del amigo, como él mismo predijo que ocurría con los muertos... Eso es cine del bueno, del que no necesita palabras para explicarse. Sólo le falta a Alberto Rodríguez mejorar en la transmisión de emociones al espectador y encontrar otras historias que no sean, necesariamente, de marginación, para que pueda confirmarse como el sólido valor del cine andaluz (y español) que ya apunta a ser.


(22-10-2005)


 


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90'

Año de producción

7 vírgenes - by , Feb 17, 2022
3 / 5 stars
¿Realmente no hay salida?