9 Días

Está visto que hasta los artesanos de Hollywood tienen su corazoncito. Joel Schumacher sirve igual para la comedia romántica (Elegir un amor), el thriller judicial (El cliente, Tiempo de matar), la fantasía con superhéroes (Batman forever, Batman y Robin), la comedia de enredo (Un toque de infidelidad) y hasta el thriller sobrenatural (Línea mortal). Pues con todo eso, cuando le endilgan un mochuelo como este 9 días, pone el piloto automático y lo saca de tacón, pero con una evidente desgana.

Claramente influido por la neurosis post-11 de Septiembre, el filme plantea la posibilidad de que el chalado de turno (para la ocasión un ex yugoslavo) trame la explosión de una bomba nuclear en el corazón de Manhattan. La CIA intentará atajar el peligro, pero tendrá que sustituir a un agente por su gemelo, el típico pícaro botarate, en la ¿mejor? tradición del cómico negro bocazas (véase Eddie Murphy o Will Smith) que tanto gusta a los norteamericanos y tanto nos fastidia al resto de los mortales.

Pero la trama resulta inverosímil, con dobles y triples traiciones entre unos malos de guardarropía, el protagonista resulta ser un Anthony Hopkins demasiado talludito para hacer escenas de acción, cuando debería estar haciendo viajes del Imserso en vez de darse de puñadas con el malo de turno, y las escenas de acción resultan penosas, tal vez dejadas por Schumacher en manos del director de la segunda unidad, o más bien del que lleva los cafés al plató, a la vista de lo pencas y mal rodadas que están. Así las cosas ni hay tensión, ni la acción tiene espectacularidad ni hay un mínimo de autocrítica, y hasta Hopkins parece Stallone con reuma, dicho sea sin ánimo de ofender...