Acorralado

Un tanto agostado el filón de la saga iniciada por Rocky (1976), Sylvester Stallone probó fortuna en 1982 con la adaptación de la novela Primera sangre (First blood), de la que era autor David Morrell, el relato de la atroz persecución a muerte perpetrada por el Ejército norteamericano en los propios USA contra un héroe del Vietnam, en una parábola no del todo sutil sobre el desprecio con el que, supuestamente, acogió la sociedad yanqui a los veteranos de aquella guerra infausta e inútil.

La dirección corrió a cargo del competente Ted Kotcheff, un cineasta canadiense autor de comedias negras como Pero, ¿quién mata a los grandes chefs? (1978) y Este muerto está muy vivo (1989), aunque también de extraños thrillers entreverados de drama, como Despertar en el infierno (1971), un profesional eficiente que supo poner en imágenes esta briosa aventura con un ritmo narrativo notable, aunque el mensaje ideológico que rezuma el producto resulte cuando menos ambiguo.

A todo ello contribuyó sin duda la aparición como guionista y actor de Stallone, ya convertido en una estrella de Hollywood tras el exitazo de Rocky y sus secuelas. Sly prolongaría la saga del personaje con sucesivas entregas, con títulos como Rambo (1985), Rambo III (1988) y, ya en el siglo XXI, con más arrugas que músculos, en John Rambo (2008) y Rambo: Last Blood (2019), en films que progresivamente se fueron haciendo cada vez más reaccionarios y, en los últimos tiempos, involuntariamente caricaturescos.

Gran trabajo de Brian Dennehy como el villano, un sheriff desalmado que persigue al protagonista por motivos espurios, una persecución absoluta que alcanza niveles de odio difícilmente igualables.

Lo mejor de este Acorralado es la aventura pura, una historia de bellísimos paisajes abiertos (localizados en Canadá, por cierto, aunque simula ser Estados Unidos), con grandes escenarios y notables escenas de acción, en una película sobre la capacidad de supervivencia contra todo y contra todos.

(31-03-2021)