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Ang Lee es, seguramente, lo más parecido a un director del cine clásico de Hollywood: en contra de lo que suele ocurrir hoy día, cuando los directores se especializan en géneros concretos y no suelen moverse de ahí, Ang Lee, a pesar de no ser norteamericano sino chino taiwanés, ha hecho westerns (Cabalga con el diablo), thrillers románticos subidos de tono (Deseo, peligro), turbulentas historias de amor gay (Brokeback Mountain), cine de superhéroes (Hulk), comedias de enredo (El banquete de boda), comedias familiares de corte gastronómico (Comer, beber, amar), cine de artes marciales orientales (Tigre & Dragón), melodramas victorianos (Sentido y sensibilidad), dramas existenciales (La tormenta de hielo) e incluso filmes difícilmente clasificables (La vida de Pi). Salvo musicales, terror y ciencia ficción, prácticamente ha transitado por todos los géneros y formas de poner en escena historias cinematográficas.

Ahora hace esta Billy Lynn, que parte de la novela de Ben Fountain Billy Lynn’s long halftime walk. La trama nos narra un día en la vida del soldado especialista del título, un chico de 19 años que se alistó en el Ejército USA para escapar de una pena de cárcel por reventar el coche del exnovio de su hermana mayor, que la abandonó cuando ella sufrió un gravísimo accidente que le desfiguró la cara y le dejó importantes secuelas físicas. El soldado, en una refriega en Iraq, donde es destinado junto con su grupo de compañeros a los que se denominan los “Bravos”, tiene una acción heroica al salvar a su sargento de una situación límite. A partir de ahí, el grupo es repatriado para llevarlo en un “tour” por todo el país con el que la administración Bush busca reforzar su postura invasora en aquella guerra deleznable (todas lo son, pero esta especialmente: todo fue una farsa gigantesca para apoderarse de los inmensos yacimientos petrolíferos del país donde estuvo el Paraíso, allá en los tiempos de Adán y Eva). El soldado y su grupo participarán entonces en una serie de actos supuestamente para poner de relieve su acción heroica, entre ellos intervenir en una especie de parada como de circo, con “cheerleaders”, cuerpo de baile, fuegos artificiales y demás parafernalia como de feria. El soldado, entre tanto, recuerda algunos de los momentos en el frente iraquí, y en especial aquel instante único en el que, sin pensárselo, acudió a socorrer a su superior cuando este fue herido…

Billy Lynn, digámoslo ya, es un filme técnicamente irreprochable. Está rodado además a una velocidad de 120 fotogramas por segundo, novísima técnica que le da una peculiar sensación de realismo a todas las escenas; por momentos parece estar rodada en tres dimensiones. Al margen de esa incuestionable calidad técnica (que en el cine comercial USA se da por descontada, y no digamos en un cineasta con las tablas y la notable carrera de Ang Lee), lo cierto es que el problema de este filme es una cierta indefinición. Es cierto que hay un tono de fondo que pone de relieve la falsedad de tanta parafernalia como se gastan en los USA cuando se trata de enaltecer sus valores, sobre todo los del supuesto patriotismo, aunque para la ocasión sea ir a reventar un país, como hicieron, consiguiendo poner patas arriba (otra vez) el mundo. Todo el pasaje como de barraca de feria por el que hacen pasar a los pobres soldados es, como mínimo, irónico, si no directamente sarcástico. Pero lo cierto es que tampoco se despega demasiado de cierto patriotismo de colegas, ese compañerismo que hará que el protagonista tome su decisión final, que es fácilmente adivinable sin tener que hacer “spoilers”.

El filme es una lección de cómo rodar un drama con irisaciones bélicas, perfectamente rodado y montado. Sin embargo, le queda a uno la sensación de que Lee ha nadado y guardado la ropa, quizá consciente de que ir contra la guerra de Iraq, los disparates que allí se hicieron, y la glorificación plastificada de sus héroes podría tener un efecto negativo en taquilla. Curiosamente, a pesar de los paños calientes con los que, evidentemente, se ha hecho el filme, su recaudación ha sido desastrosa.

Joe Alwyn, nuevo en el cine, es un convincente protagonista, un joven con una mirada líquida que puede dar mucho de sí, a poco que sea bien encauzado en su carrera. Entre los secundarios me quedo con un Garrett Hedlund, que ha pasado de ser el Patroclo de Troya a este sargento bragado que habrá de conducir a su grey soldadesca en un frente, el de los civiles carroñeros, seguramente más peligroso que el que tuvieron que afrontar en Iraq. También tiene una intervención relativamente pequeña Vin Diesel, esta vez alejado de sus superhéroes de acción, como de vez en cuando gusta de hacer este actor que, cuando quiere (y aquí quiere), confirma que hay en él un talento desaprovechado (véanse Pitch black o Declaradme culpable). Y, por supuesto, Steve Martin, alejado de sus papeles de comedia para componer el papel de un multimillonario de colmillo retorcido (ah, ¿pero hay alguno que no lo sea?).

Lástima de tema que se le ha ido vivo a Ang Lee; ha hecho mucho mejor cine, sin ser este detestable, ni mucho menos. Pero al sensible director de Brokeback Mountain, Deseo, peligro o La vida de Pi hay que exigirle más, mucho más.


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113'

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Billy Lynn - by , Jul 15, 2017
2 / 5 stars
El héroe como atracción de circo