Cámara sellada

No deja de ser curioso que la mejor de las adaptaciones al cine, hasta ahora, de las novelas de John Grisham, el último "boom" (he estado tentado de escribir "bluff") de la literatura "fast food" yanqui, se deba precisamente a un autor como James Foley, con esta Cámara sellada, cuando se trata de un cineasta al que la crítica, invariablemente, tiene reputado como un director de poca monta; de nada le sirvió, por ejemplo, su estupendo trabajo en Glengarry Glen Ross, por que todo el mérito se le atribuyó al conjunto de los actores.

Pero como la realidad es tozuda, aquí queda esta muestra del buen hacer de Foley, en un film sobre la pena de muerte, pero también sobre el racismo y la familia, realizado con sutileza y huyendo de los tópicos y los maniqueísmos habituales, bien apoyado por el guión de William Goldman, que canaliza adecuadamente las dispares posturas que sobre el tema central tenían el autor literario y el cinematográfico.

Cuestión de personalidad, pues, en una obra que no llega a la altura de la espléndida Pena de muerte, de Tim Robbins, pero que, junto al matizadísimo trabajo de Gene Hackman en un papel muy difícil, consigue la rara proeza de hacer digerible e incluso defendible una obra de John Grisham.

(22-08-2004)