Pelicula: En 1915 Charles Chaplin lleva ya dos años haciendo cine. Se encuentra en la fase en la que, realizando decenas de cortos cada año, va fraguando su estilo y cincelando el personaje que, a la postre, le dará la inmortalidad. El pequeño vagabundo, Charlie en el mundo anglosajón, Charlot en el hispano, está buscando su propia personalidad en estos tiempos. Ya en este Charlot y los atracadores presenta varias de sus peculiaridades: desastrosamente vestido, con ropa vieja y agujereada, pero ya sandunguero y desinhibido, tratando al poder, al Poder, como si fuera un igual, y presto a caer en los brazos de la bella de turno, aunque sea sólo en sueños.

Aquí Charlot es uno de los conserjes de una sucursal bancaria. Al principio lo vemos con todo su desaliño abriendo la gigantesca caja fuerte del banco para sacar los humildes cachivaches de la limpieza: cubo, fregona, plumero, tienen en semejante recinto fortificado su inopinado lugar de resguardo. Una vez pertrechado con sus elementos de limpieza, el conserje se dedicará a aviar la oficina, si bien esa fregona al hombro causa estragos entre los atildados funcionarios y clientes, víctimas desprevenidas de más de un fregonazo en la jeta o de una chorreada de agua en el coco.

Después Charlot se las tendrá tiesas con otro conserje, con el que las carambolas y el azar hacen que se peleen en más de una ocasión, si bien, de acuerdo con las reglas del “slapstick”, estas peleas son incruentas e indoloras, por más que alguno de ellos (mayormente el otro: ventajas de ser el protagonista y el “boss” del filme) termine dando camballadas como un beodo por mor de algún golpe especialmente fuerte.

Charlot confundirá una nota de amor de la bella de la película (Edna Purviance, su pareja en aquella época, y una de las musas fundamentales en el cine de Chaplin) y concibe esperanzas de ser correspondido, si bien la chica de quien está enamorada es del soso del cajero. Una vez aclarado el enredo, el conserje se queda dormido (como se nota que no trabaja en estos tiempos del siglo XXI…) y entonces se produce un intento de atraco, en el que él, por supuesto, tendrá un heroico papel, salvando a la bella y al dinero (por ese orden) de los facinerosos de turno; por supuesto, todo era un sueño, y el conserje se despierta dándole un beso de tornillo a la fregona, a la que se ha abrazado durante su siesta laboral.

Los recursos chaplinianos son ya en esta época muy claros y frescos: utiliza el “slapstick”, pero con ligereza, aunque también con cierta tendencia al tópico: el protagonista dando fregonazos a diestro y siniestro conforme se gira hacia un lado u otro es del teatro de vodevil del que provenía el genio, si bien en sus manos este recurso tiene frescura y resulta divertido. Los traseros en pompa están pidiendo a gritos ser empujados, o pateados, o zarandeados, y el filme es rico en ese tema. El cine de Chaplin seguía siendo aún bastante teatralizado, como si cada escena se presentara ante una imaginaria cuarta pared en la que está el público sentado, aún sin despegarse de ese cliché teatral cuyo desligamiento supondrá el nacimiento real del cine como lenguaje propio.

En general, Charlot y los atracadores es una buena muestra de este cine de iniciación, de aprendizaje, que llevaría a cabo durante varios años Chaplin; de este período de adiestramiento surgirían posteriormente pequeñas maravillas como El chico, Luces de la ciudad, El circo o La quimera del oro. Pero aún tardarían en llegar…

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25'

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Charlot y los atracadores - by , Nov 02, 2013
3 / 5 stars
Camino de perfección