Pelicula:

Ciertamente la cosa tiene que estar muy malita si una chorrada como esta Crudo consigue financiación de 21 (sí, veintiuna, no es una errata) productoras, o empresas, o fondos, o regiones, o lo que sea, y encima de todo, consigue premios en festivales reputados (en Cannes el de la Fipresci, la prensa internacional: ¡qué linces!). Porque lo cierto es que la película tiene difícil defensa, se mire como se mire.

El guion, por llamarlo de alguna manera, es ramplón, incoherente, una marcianada en toda regla donde los hechos, por muy fuertes que sean, no tienen consecuencias (y no doy ejemplos para no incurrir en “spoiler”); la dirección, en una cineasta que se ha graduado en puesta en escena en la prestigiosa La Fémis y en la Universidad de Columbia, es lamentable, con una recurrencia insidiosa a los peores trucos del cine de terror malo; apenas hay creación de atmósfera: en todo caso nos quedaríamos con la primera escena, con esa carretera desierta, esa chica emboscada y lo que ocurre después, donde parece que la directora y guionista promete lo que después no da; en cuanto a los intérpretes, todos de primero de escuela de teatro, sección suspensos.

Una adolescente ingresa en la facultad de veterinaria donde ya estudia (por decir algo…) su hermana mayor. Vegana por convicción y por familia, la novata es compelida por los veteranos, en una de esas nauseabundas sesiones de iniciación que colindan con (si no entran de lleno en) la humillación y la vejación, a comer carne cruda (riñón de conejo, dicen, aunque vaya usted a saber…); a partir de ese momento nuestra vegana militante empezará a sentir una excitación omnímoda sobre todo tipo de carne; también la humana…

¿Parábola contra el “carnivorismo”? ¿Metáfora de nuestra desaforada sociedad donde todo placer es posible y se buscan ya parafilias, por no decir perversiones, de toda laya? ¿Retrato de una juventud sin valores? ¿Acumulación de tabúes para provocar la náusea en el espectador? Cualquiera sabe. El único hecho incontrovertible es que Crudo es hora y media larga de tiempo que el espectador ha perdido de su vida. ¿Dónde radica el mérito de Julia Ducournau? Probablemente en tener buenos contactos; de otra forma, parece imposible que una historia lunática como esta haya concitado tantos apoyos, tantos premios, como si negarse a apoyar esta mamarrachada supusiera estar contra la cultura. Pues quede claro: esto no es cultura, sino tomadura de pelo… (o, para ser más exactos, vomitona de pelo: ¡ay, lo siento por el “spoiler”…!).

Ducournau ganó hace cuatro años un premio en Cannes con su corto Junior (2011), ya protagonizado por esta misma Garance Marillier, entonces todavía impúber, con horribles gafas y acné, un patito feo en toda regla. Después, la directora hizo una TV-movie, Mange (2012) (lo de esta mujer con la comida parece patológico…). Ahora gana premios con esta tontería, donde parece que la apuesta es presentar escenas que muevan a la repulsión al espectador: ¿a estas alturas todavía con la antigualla del “épateur le bourgeois”, y encima por una evidente burguesa como la directora, que ha podido estudiar en las mejores escuelas de cine, un imposible para proletarios? Si este es el buque insignia del nuevo cine francófono de terror, apaga y vámonos…


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99'

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Crudo - by , Mar 22, 2017
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Una vegana caníbal