Pelicula:

Se abre la película con una cita del Libro de Job, y el nombre del santo varón, cuadratura del círculo de la paciencia, saldrá a la palestra en otras ocasiones en este largo largometraje (perdón por la intencionada redundancia: no me he podido contener). Y no está mal traída la invocación al santo, el estereotipo del hombre paciente por naturaleza, y no sólo porque en la historia que se nos cuenta los azotes de la Providencia contra los protagonistas, grandes y chicos, confieran a los mismos una especie de paciencia jobiana, sino también porque el espectador ha de armarse de una infinita paciencia para no abandonar la sala a los diez minutos, harto de tanta grandilocuencia, fatuidad y pseudotrascendencia como destila por todos sus fotogramas esta bostezante película que aspira, qué cosas, a definir el mundo, a interpretar la vida, a descubrir a Dios. Vamos, lo que hicieron, sin tantas alharacas, gente como Bergman, Dreyer, Murnau o Lang, y desde luego sin esta ampulosidad que se recrea en paisajes de estampita (ese campo de girasoles, por Dios, que parece una postal), en erupciones volcánicas o en flashes de vida que intentan re-crear la vida.


Porque (y esto no es en principio negativo) Terrence Malick pretende, entre otras cosas, reproducir esa fase inolvidable de la vida del ser humano que es la infancia, a base de retazos, de fogonazos, como seguramente recordamos esos momentos de nuestros primeros años cuando ya tenemos varias décadas a las espaldas. Pero esa intención, tan plausible en cuanto a búsqueda de nuevas formas de contar, no encuentra la formulación adecuada, y los atisbos de verdad, de emoción, se pierden pronto, encenagado Malick en el ominoso retrato del padre represivo y con un tornillo suelto, para lo que ha contado con un Brad Pitt que constantemente busca (no sé si desesperadamente…) hacer papeles que le rediman de sus héroes de acción o personajes de comedia insulsa.


Así las cosas, lo que sufrimos es una extenuante historia contada por un procedimiento equivocado y trufada de imágenes que supuestamente buscan la belleza del mundo, de la vida, pero que terminan por ser planos que repudiaría el más lerdo de los cineastas amateurs: esas imágenes con el sol a contraluz, que parecen sacadas de los cutres filmes superochistas de los años setenta…


Terrence Malick nos despistó durante algún tiempo: Malas tierras y Días de gloria pasaron por evanescentes retratos de época con cierta tendencia al esteticismo. En La delgada linea roja había cosas interesantes pero también una insufrible capacidad para aburrir. El Nuevo Mundo se trataba, directamente, de un petardo incomestible que, sin embargo, no nos ha vacunado suficientemente (al menos a la crítica domada y pazguata habitual) para ver que esta El árbol de la vida es, otra vez, una vaina manifiestamente vacía, un relamido gato en lugar de una jugosa liebre, una mostrenca demostración de la incapacidad de Malick para hacer buen cine.



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Duración

139'

Año de producción

El árbol de la vida (2011) - by , Oct 24, 2018
1 / 5 stars
Invocando (y con qué razón…) a Job