Pelicula:

El judío Radu Mihaileanu, director rumano afincado en Francia, que salió de su patria con el régimen dictatorial de Ceaucescu, suele tratar en sus películas la defensa de los desvalidos y criticar las injusticias contra los de su etnia, como ya hizo en El tren de la vida y Vete y vive. Aquí vuelve a ejercer esa labor con Andrei Filipov, el director de la orquesta del Bolshoi en los años 70, quien por no querer despedir a los músicos judíos y gitanos a la llegada del régimen de Brezhnev, es degradado y destinado a la limpieza del teatro. Un día, tras interceptar un fax en el que se invita a la orquesta a actuar en el teatro Chatelet de París, decide llamar a sus músicos y suplantarla.


Con ello trataba de cumplir su sueño de poder terminar de dirigir el concierto que le interrumpieron cuando de esa forma lo humillaron y llevar así a cabo su venganza, recuperando la dignidad perdida. Toda la primera mitad del guión está dedicada a esta inverosímil anécdota; por mucho que se nos diga que fue real, es ciertamente imposible en dos o tres semanas volver a reunir a unos músicos que, como su director, no actúan desde hace 30 años, y sin volver a ensayar logran sin embargo una excelente interpretación del Concierto para violín y orquesta op. 35, de Tchaikovsky, por muy en tono de farsa con que se haya querido tratar. Resulta más una sátira pícara y desconcertante, que pretende en su primera parte llegar al gran público, mientras que con el resto del metraje intenta agradar a la crítica y a un espectador más erudito, aunque para ello tenga que acudir al sentimentalismo y al poder de la música.


El último tercio de la cinta es el mejor, con un aire más serio, y está dedicado a solucionar el drama de la hija abandonada por una familia judía al ser exiliada de la URSS y a la representación del magnífico concierto. La película, que ha sido todo un éxito en Francia con más de dos millones de espectadores y fue candidata a 6 César (de los que ganó los relativos a música y sonido), compenetra la comedia, en la que se ridiculiza al comunismo, con el drama, con pinceladas humanas sobre la solista de violín, al tiempo que ataca la represión soviética, defiende la libertad, la solidaridad y la ayuda colectiva.


El film tiene una correcta planificación, con un ágil montaje que le da ritmo, lo que enmienda su larga duración, a lo que ayuda igualmente su estupenda banda sonora. La profesionalidad es notable en un reparto poco conocido en el que destacan como secundarios François Berléand y Miou-Miou.



El concierto - by , Dec 15, 2016
2 / 5 stars
Fantasía para una orquesta