Pelicula:

El fenómeno Fernando Tejero llega al cine a su máxima potencia con este El penalti más largo del mundo. No es su primera película (su rostro es recordable en Días de fútbol y Crimen ferpecto, entre otras), pero sí la primera en la que ejerce de protagonista absoluto y en torno al cual gira toda la trama. La fama de Fernando le viene, por supuesto, de su papel de portero (de finca, no de portería futbolística) en la serie televisiva Aquí no hay quien viva, el éxito catódico de las televisiones españolas de los últimos años. Pero no se puede hacer una película así, "a mayor gloria de"; aunque es evidente que a lo largo de la Historia del Cine se han hecho muchas, ninguna ha funcionado artísticamente, y tampoco ésta.


Aquí todo se trata de alargar una anécdota que hubiera dado para un corto, pero no para un largometraje de más de hora y media de duración: un partido de fútbol de Tercera División (o algo así...), un penalti casi a final del partido, el portero lesionado y sustituido, y al infeliz del suplente del arquero, que está allí por enchufe, le toca parar el penalti cuando se reanude el partido, suspendido por el árbitro ante una tángana más que regular de los exaltados aficionados. El pobre hombre, un paria que trabaja de reponedor en un supermercado, a la que la chica que le gusta no le hace caso alguno y al que todo el mundo deja de lado, será durante una semana el héroe del barrio.


Pero ni la comedia tiene maldita la gracia (la sonrisa se consigue muy a duras penas, y casi siempre gracias a la vis cómica de Tejero), ni Roberto Santiago hace un trabajo mínimamente eficaz como director ni como guionista, ni la tesis que mantiene el final del filme se la cree nadie: no es que vayamos a pedir, a estas alturas, que vuelva el Neorrealismo, pero no es verosímil que el feo, tonto, carajote e inepto del lugar pare el penalti, se lleve a la chica y encima de todo le "levante" un pastón al empresario de turno, quedando además como un desprendido y honesto varón.


En la realidad, me temo, el balón entraría en la portería, el infeliz seguiría ejerciendo de "salido" hasta con su hermana y, económicamente hablando, no se comería una rosca. Lo dicho: estamos ante una historia de marcianos de barrio, pero no ante una obra que, mínimamente, intente reflejar una cierta realidad, aunque sea con el filtro amable de la comedia.



El penalti más largo del mundo - by , Mar 06, 2018
1 / 5 stars
Marcianos de barrio