Pelicula: La intención del director era evidente, y así la ha contado: quería hacer una historia de amor en la tercera edad, pero que fuera hasta los terrenos habitualmente sólo hollados cuando los amantes son jóvenes o, como mucho, maduros, el espinoso asunto del sexo carnal, de la epidermis mostrada, del sexo en pantalla (aunque sea simulado, se entiende), pero ejecutado por personas ya de lleno inmersas en esa edad teóricamente jubilosa (por aquello de la jubilación…), pero en la práctica bastante menos (achaques, final de la vida profesional, vacío existencial, al fondo la muerte).
Y lo cierto es que el filme de Andreas Dresen funciona: primero, por la complicidad que enseguida se establece entre el espectador y la protagonista, una espléndida Ursula Werner, una actriz alemana venida al mundo el año antes, 1943, de que los aliados desembarcaran en Normandía, que concibe una pasión arrebatadora por un hombre que vino al mundo el año del Crack (el de 1929, no el de ahora…): valgan las fechas para hacerse una idea de las edades de los amantes. Ella vive con su segundo marido, con el que contrajo nupcias treinta años antes, y con el que ha criado a los hijos de su anterior matrimonio. Pero esta nueva ilusión, este enamoramiento, dará al traste a su vida tranquila y sosegada, sin problemas, pero también sin ilusiones.
Dresen opta primero por el filme de amor a la usanza actual, con escenas muy subidas de tono, que (confesémoslo ya), dada la provecta edad de los amantes, provoca en el espectador cierta desazón. Posteriormente el director opta por el camino del melodrama, aunque afortunadamente guarda las formas y lo ejecuta con comedimiento, sin llegar al desafuero que con frecuencia tienta a los frecuentadores de este por lo demás insigne género. Entonces pierde parte de lo ganado con anterioridad, la crónica realista de dos ancianos enamorados que sienten renacer en sus vidas la ilusión por otra cosa que visitar al médico de la Seguridad Social o, tal vez, en el colmo de la felicidad, hacer un viaje con el Imserso alemán, como quiera que se llame allí (a lo mejor Viajenviejen…). Pero ese último tramo suena como a castigo, sin serlo, por haber osado contravenir la norma no escrita de que la lujuria es terreno vedado para la ancianidad. Empero, no desmerece el conjunto, que se mantiene como una obra digna, que busca nuevos terrenos para el amor, terrenos en los que no se ahorra la epidermis, ni la arruga, ni las barrigas flácidas: en hablando de amor, todo vale, parece querer decir el director. Y seguramente tendrá razón…

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Duración

98'

Año de producción

En el séptimo cielo - by , Mar 23, 2009
3 / 5 stars
El amante septuagenario