Pelicula:

Los críticos nos hemos hecho un par de cientos de pajas (con perdón) mentales sobre los motivos que ha tenido Michael Haneke para fotocopiar su Funny games, realizada en 1997 en su Austria natal, reproduciéndola ahora hasta en sus más mínimos detalles, con iguales encuadres y diálogos, pero en un contexto USA. Algún indocumentado ha habido que ha supuesto que ello se debía a que, como en el mercado norteamericano el cine no hablado en inglés es marginal, Haneke se propuso que llegara a todos los yanquis; si esa fuera la razón, desde luego, sería para decirle al director austriaco que tiene menos vista que Ray Charles en una habitación a oscuras: el estreno del filme, esta primavera pasada en los USA, ha sido un clamoroso fracaso comercial, como por lo demás era de esperar.


Pero, vamos a ver, ¿en qué cabeza cabe que el espectador medio norteamericano va a gustar de una película en la que se veja, humilla, maltrata física y psíquicamente, se hace objeto de sevicias de todo tipo, a una familia media, con la que el público medio se puede identificar plenamente, y todo ello por el mero placer de los dos botarates de turno de conseguir su propio gozo a base de ejercer un sadismo sin tasa sobre los incautos que han caído en su celada? Hombre, se puede argüir que el cine de terror está lleno de este tipo de situaciones, pero no es lo mismo: aquí la familia maltratada es, literalmente, el trasunto fílmico del espectador, y las vejaciones, premeditadamente gratuitas, se producen sin que exista provocación ni motivo alguno; no hay asideros morales a los que agarrarse, y, lo que es peor (aunque seguramente eso no lo reconocerá Haneke), el director toma partido por sus execrables psicópatas.


Excurso: hay una corriente nihilista entre la crítica española, que fluye en aquellos a los que se les vino literalmente encima, hace ya casi dos décadas, el Muro de Berlín: huérfanos de ideología (o subyacente ésta en los meandros de sus devastadas meninges), llegan al orgasmo no sé si intelectual con un cierto tipo de cine que pone en solfa a la gente normal, como si la clase media fuera la causante de todos los males del mundo, y no lo que realmente es, la que sostiene todo el entramado del Estado, de cualquier Estado, la que paga religiosamente (o laicamente…) sus impuestos, la que recicla sus residuos, la que ahorra, la que permite que otros tiren con pólvora del rey, entre ellos los críticos nihilistas y los cineastas hijos de esa misma clase media, de la que abjuran, abrazando la causa bohemia y la demolición de los de su clase.


Pues muy bien, es lo que tiene la libertad de expresión, aunque siempre sean los mismos los que se expresan, y los demás sean sólo la mayoría silenciosa que les permite sus digresiones y sus mamarrachadas. Volviendo a Funny games, que se me va la olla: ¿por qué se ha hecho esta nueva versión, si la anterior era exactamente igual, y aquí no se aporta nada nuevo, más allá del conocido rostro de actores como Naomi Watts o Tim Roth? Porque, además, en estos diez años largos, el mundo se ha hecho aún más cruel, aún más sádico, y estos adolescentes canallas empiezan a parecer, a estas alturas, unos gamberrillos de poca monta…


Quiero creer que este facsímil en forma de película no es un indicio de que a Michael Haneke se le está acabando la facultad de inventar. Es cierto que se trata de un autor sobrevalorado por la “gauche divine”, aunque también es verdad que es un hombre con ideas estimulantes y evidente capacidad creativa, virtudes de las que el cine en general, y el europeo en particular, no está precisamente sobrado. Ojalá que siga haciendo filmes desasosegantes, pero, a ser posibles, con argumentos nuevos, aunque sea siempre hollando esa temática de la crueldad y de la zozobra que constituyen su marca de fábrica.



Dirigida por

Género

Duración

111'

Año de producción

Funny Games - by , Jul 22, 2018
2 / 5 stars
¿Por qué?