Pelicula: La primera parte de este ahora díptico (que, me temo, será al menos trilogía, a poco que esta segunda parte funcione en taquilla) recaudó en todo el mundo la bonita cifra de 572 millones de dólares, motivo principal, y yo diría que único, para que se haya hecho una segunda entrega, esta que nos asuela ahora, más de lo mismo que en la primera, con algunas matizaciones no especialmente sustantivas. Si acaso, aquí lo más llamativo es que nuestro héroe a pilas, como titulábamos la crítica de la primera parte, cuando se ve venir la Parca de frente, como consecuencia de niveles de veneno en sangre incompatibles con la vida humana (como afirma el pedante eufemismo cuando se quiere decir que el sujeto en cuestión está fiambre total), se da a lo que posiblemente haría buena parte de la población en tal tesitura: se corre una juerga de campeonato. Y ahí es donde está la que quizá sea la única escena que perdurará de este (por lo demás) olvidable y ruidoso armatoste: ver a Iron Man, con toda su parafernalia de armadura multicolor de hojalata cara y sus rayitos láser y mandangas semejantes, borracho como una cuba y jugando al tiro al plato con las bebidas de los colegas de juerga, es seguramente una escena que debería haber sido calificada “X”, porno duro total…

Hay una cierta insistencia últimamente en hacer de los superhéroes gente corriente, con todos los defectos de Juan Nadie. En ese caso cabría preguntarse, ¿qué carajo de superhéroes son estos, que caen en lo mismo que el resto de los mortales? En la eclosión del género, a partir de 1978 con el primer Supermán de Richard Donner, las únicas debilidades que se le permitían al héroe de Krypton era, en todo caso, aparecer como un bobo mientras se calaba las gafas de Clark Kent, y mantener las pudorosas distancias con su novia Lois Lane, en un idilio que tardaría bastante en pasar por el tálamo. Las sucesivas entregas de otros superhéroes como Batman fueron progresivamente haciendo cada vez más humanos a los protagonistas, en una estrategia que seguramente busca la identificación del espectador con el hombre-que-todo-lo-puede, pero que erosiona considerablemente la imagen de “deus ex machina” del personaje. En esta Iron Man 2, entonces, se da una vuelta de tuerca al tema y aquí lo vemos ya como un beodo con ganas de farra (aunque en cuestiones sexuales este tío sigue siendo como un monje budista…), pero poco más hay: en todo caso, la aparición de un villano bastante potable, un Mickey Rourke que utiliza su rostro devastado para configurar un bellaco caucásico con mucha mala leche y algún detalle irónico, convertido en una especie de feriante con látigos que haría las delicias de Endesa (la de watios que gasta el tío…).

Gwyneth Paltrow interpreta a la secretaria/presidenta/novia del protagonista, con la rara virtud de hablar constantemente a la vez que su jefe, de tal manera que no conseguimos enterarnos de ninguno de sus parlamentos. Scarlett Johansson hace verosímilmente de espía de rotundas curvas, aunque cuando se pone a repartir estopa a destajo la credibilidad baja considerablemente… La dirección de Favreau es, como en la primera parte, ostentosa, aparatosa y churretosa: impersonal, arbitraria, con frecuentes errores de planificación... lo fía todo al ruido y la furia (nada que ver con Faulkner, sino con el ruido que deja sordos y la inútil furia de los efectos infográficos, cada vez más exagerados, cada vez menos creíbles), consiguiendo con ello aturdir al espectador, que seguramente es lo que busca, para que no piense en el pedazo de gato que le están dando, en lugar de la primorosa liebre que supuestamente le prometían….

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120'

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Iron Man 2 - by , May 06, 2010
1 / 5 stars
572 millones de razones