Pelicula: Cuando yo era joven y me iniciaba en esto del cine (o sea, en el Pleistoceno Superior…), una de las primeras cosas que aprendí, cuando el cine era reglas que no se rompían, fue que no se debían hacer planos de nuca nunca (sí, la cuasi aliteración está buscada, ya me conocen…), entendiendo por tal una cabeza filmada en primer plano ofreciendo al espectador sólo la nuca del intérprete en cuestión. Lo cierto es que, como tantas otras cosas en esta vida, no digamos en el cine, aquel tabú, aquel vade retro, pasó a la historia, y hoy es habitual, sobre todo si hablamos de cine independiente, alternativo o underground, que se dé ese tipo de encuadre. Pero ciertamente esta La herida es probablemente la campeona de utilización de este recurso, pues Fernando Franco, su director, recurre al plano de nuca con frecuencia, como si de esta forma pudiéramos sentir más cercana la mirada descentrada de la protagonista, como si pudiéramos sentir desde una perspectiva similar a la suya, pero que la incluye, todo aquello cuanto ve, cuanto percibe, cuanto le llega tan adentro para convertirla en el ser humano desvalido, airado, enfrentado al mundo, que es el personaje central de esta extraña, valiosa, poco complaciente película.

Porque La herida, desde luego, no participa de la (falaz) superchería de que el cine es diversión; o puede que sí lo sea, pero la forma de divertirse es muy diversa; quizá no se puede decir que ver una película de terror sea divertido, pero para los que (nos) gustan los filmes de miedo, lo cierto es que sí consideran (consideramos) que es muy divertido, al menos muy ameno, si no queremos usar la misma palabra que reservaríamos para Charlot o los hermanos Marx.

La herida nos cuenta un trozo de la vida de un personaje, una caótica Ana (así estuve a punto de titular esta crítica, recordando el filme homónimo de Julio Medem), una chica de veintipocos años, con un fuerte carácter, del que decir que es agrio es poco, cuya relación con los demás es un auténtico calvario; para los otros, pero también para ella. Sus continuos cambios de humor, su insistencia más allá de toda razón, ya han colmado la paciencia de su chico, que le da esquinazo; su relación con su madre se aprecia como si ambas (sobre todo la progenitora) se comportaran como con miedo a decir, hacer, omitir algo que pueda herir a la otra, quizá como consecuencia de algún trauma de infancia que no se nos reporta; en la única vez que la chica ve a su padre durante el metraje del filme, su postrera reacción de rechazo deja entrever que quizá el hombre no fue precisamente el papá abnegado y amoroso que aparenta ser; su relación con su compañero de trabajo (ambos llevan una ambulancia de traslados de enfermos, ancianos con Alzheimer y minusválidos psíquicos o físicos) se mantiene en general en términos de cierta cordialidad, quizá precisamente porque no hay ningún tipo de implicación emocional entre ambos: ni amor, ni amistad, quizá ni compañerismo.

Esta vida que no es vida, esta existencia que hace pensar que Bresson y Aki Kaurismaki eran unos frívolos, está dada por Fernando Franco con una austeridad espartana, tanto en medios con los que ha contado como, sobre todo, por una intención evidente de hacer cine realista, cine de a pie, con personajes que parecen de la calle y podrían serlo perfectamente.

Franco es un notable montador, que se ha desempeñado como tal en varios filmes del cine andaluz (entre ellos 15 días contigo, Aparecidos y Déjate caer), y que fue nominado al Goya al Mejor Montaje por su espléndido trabajo en Blancanieves. Aquí Fernando demuestra que, además de ser un maestro del montaje, tiene muchas cosas que decir tras la cámara. Su retrato de esta joven a la que la vida zarandea, aunque ella no ponga mucho de su parte para evitarlo, es demoledor, y siembra el desasosiego (esa cosa tan infrecuente en el cine actual, tan plácidamente encantado de haberse conocido) en el espectador, por una vez enfrentado a un ser humano que piensa, reacciona, actúa de forma distinta a como se supone que debería hacerlo.

Magnífica la protagonista, Marián Álvarez, obligada a llevar toda la película sobre sus jóvenes hombros, y en un rol que, si bien podría considerarse un papel bombón, requiere de un hercúleo esfuerzo emocional, de una permanente inmersión en un personaje con una psique tan complicada.

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106'

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La herida - by , Oct 12, 2013
3 / 5 stars
Plano de nuca