Pelicula: Tras el (relativo) fracaso crítico y en menor medida comercial de “El bosque” (ver crítica en CRITICALIA), el cineasta hindú-americano M. Night Shyamalan parece dar un viraje en su carrera hacia el cine no estrictamente terrorífico que habitualmente cultiva, si bien es cierto que su terror no tiene nada que ver con lo que se hace actualmente en ese género: no hay vísceras ni hemoglobina a espuertas, ni sustos tipo “esa-repentina-mano-en-el-hombro”, lo cual se agradece. No soy un fan de Shyamalan, pero tengo que reconocerle ciertas virtudes, como su evidente interés por buscar el escalofrío a través de la creación de atmósferas antes que provocar el asco a través de la naúsea, como tan habitual es hoy día, y por contar historias atípicas, en las que generalmente siempre hay un vuelco final o cuasi final, aunque no siempre bien argumentado. “La joven del agua” participa de esas virtudes, aunque también de algunos de los defectos shyamalanianos, como el efectismo y el gusto por el retruécano vacuo. Aquí el cineasta de “El sexto sentido” se desmarca más evidentemente del cine de terror y se adentra en los procelosos territorios del fantástico, con un microcosmos, una aparentemente anodina comunidad de vecinos cuyo eje es la piscina comunitaria. El protagonista, un hombre gris marcado por una grave tragedia, ejerce de portero, conserje, mantenedor de la piscina, chico para todo; a su alrededor vive una curiosa fauna de seres entre entrañables y “freaks”. Cuando una especie de ninfa aparezca a través de la piscina, el conserje se verá abocado a afrontar sus fantasmas para intentar salvar a la chica y a la comunidad. Curiosamente, Shyamalan plantea su filme como un gigantesco juego de rol, en el que tanto el protagonista como sus peculiares inquilinos habrán de ejercer de determinados personajes ficticios para resistir al demonio que pretende merendarse a la náyade. Y ahí entra uno de los puntos débiles de la historia, la facilidad con la que todos los inquilinos del grisáceo edificio se prestan a ejercer sus imaginarios papeles: probablemente por eso es una película fantástica, más que por otra cosa: y es que es sencillamente imposible que, en clave mínimamente realista, ninguno de los personajes del filme se crea la sarta de disparates que el protagonista les cuenta, y además se presten a participar en ellos. Visto desde un punto de vista estrictamente fantástico, estamos ante un cuento de hadas (Shyamalan reconoce que el punto de origen es un cuento que narraba a sus niñas a la hora de acostarse, que iba ampliando conforme iban pasando las noches), curiosamente entreverado con el juego de rol, mezclando con ello la tradición del “fantastique” mitológico con la modernidad de los roles. Claro que, puestos a destacar, me quedo con el personaje del crítico de cine, deliciosamente interpretado por Bob Balaban, al que Shyamalan (probablemente resentido por las malas críticas recibidas por sus últimas películas) le regala una escena impagable, de puro humor negro, que no destriparemos (uy, perdón…).

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110'

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La joven del agua - by , Sep 03, 2006
2 / 5 stars
Hadas en un juego de rol