Pelicula: Esta película pudo verse en la Selección EFA del Sevilla Festival de Cine Europeo 2011.

Los filmes sobre grandes atrocidades cometidas por unos pueblos sobre otros, o mejor, sobre unos gobiernos contra pueblos ajenos, suelen tener un grave problema: la emoción de narrar semejante salvajada parece nublar el buen juicio de sus directores, que suelen ser de la etnia o nacionalidad masacrada, y entonces el resultado no acostumbra a ser demasiado bueno. Baste recordar algunos casos, como Katyn, de Andrzej Wajda, Ararat, de Atom Egoyan, o El destino de Nunik, de Paolo y Vittorio Taviani, el primero sobre el genocidio perpetrado por los bolcheviques durante la Segunda Guerra Mundial contra el desarmado y cautivo ejército polaco, y las otras dos sobre la atroz matanza ejecutada por los soldados turcos contra el pueblo armenio a mediados de la segunda década del siglo XX. En todos ellos la rabia, el sentimiento de mostrar tanta vesania, pudo con el buen criterio de cineastas generalmente competentes y con obras valiosas.

Petr Nikolaev no tiene la talla de Wajda, Egoyan o los Taviani, pero también se ha contagiado de ese mismo problema. Se nos cuenta aquí uno de esos episodios que remueven las entrañas al más templado: durante la ocupación nazi de Checoslovaquia (entonces aún estaban unidos los pueblos de Chequia y Eslovaquia), el asesinato por parte de los partisanos del Protector del Tercer Reich en el país, provocó una ignominiosa venganza, la masacre de todos los varones mayores de 15 años del pueblo de Lidice, la deportación de las mujeres a un campo de concentración, donde buena parte de ellas murieron, y el gaseamiento de la mayoría de los niños, salvo algunos a los que, por criterios étnicos, se consideró factible su “arianización”; a esa desaparición física de los habitantes le siguió la de las propias viviendas y edificios de la villa, demolidas hasta hacer que el pueblo desapareciera literalmente, a la manera en la que Roma (delenda est Carthago) devastó hasta los cimientos la metrópoli de sus enemigos los punos. Semejante hecatombe está contada por este cineasta no precisamente brillante, pero que no obstante consigue momentos de emoción, como el final, que no destriparemos, pero que concita el necesario aliento poético sin caer en la cursilería elegíaca, como lamentablemente es tan frecuente.

La película tarda en entrar en materia, quizá porque la gravedad de los hechos requiere su tiempo, aunque es cierto que la imbricación de la tragedia íntima y personal del protagonista en la general de su pueblo, amigos y vecinos, está hecha con sensibilidad y buen hacer.

El conjunto tiene la fuerza de la denuncia, aunque cinematográficamente no sea la gran película que podría haber sido. Y es que, a lo mejor, hay asuntos tan devastadores que el cine no alcanza a ilustrarlos adecuadamente; o es cuestión, quizá, de encontrar el punto exacto entre el dolorido grito contra la canallada sin nombre y el buen sentido fílmico.

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123'

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Lidice - by , Nov 10, 2011
2 / 5 stars
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