Pelicula:

Esto de dividir una historia en dos partes no deja de ser un rollo: termina la primera y te quedas como a medio camino de nada; vamos, como en un coitus interruptus, aunque es cierto que el (presunto) placer que pudiera producir la visión de este filme entraría más en el terreno del sadomasoquismo que en el del erotismo al uso…

La primera parte de la tercera parte (parezco Groucho en la célebre escena del contrato…) de la serie de Los Juegos del Hambre, ciertamente, no deja de ser una especie de prólogo de lo que seguramente explotará en la segunda parte, cuando se resuelva el enfrentamiento (nos imaginamos en qué sentido, ¿no?) entre la dictadura del Capitolio y los rebeldes del Distrito 13, en esta enésima distopía que plantea el cine, un arte que, si nos atenemos a cómo viene reflejando el futuro en las pantallas, habría que convenir en que no nos anuncia nada bueno como especie, tampoco como sociedad, ni siquiera como individuos.

No sé si el mundo futuro será efectivamente una (otra) dictadura elitista que sojuzgue al pueblo llano, aunque tal y como están las cosas tampoco sería demasiado descabellado. En cualquier caso, tanta insistencia en tan negro panorama, ciertamente, resulta sospechoso: o esa ominosa situación vende muy bien (lo que sería plausible: ya se sabe que las sociedades anónimas carecen de corazón, y en su lugar tienen una eficiente contadora de dinero), o bien el cine realmente augura tiempos peores porque es lo que, impepinablemente, está por venir, a tenor de la evolución (iba a escribir “involución”…) de la Humanidad.

Al margen de disquisiciones de alguna forma filosóficas, lo cierto es que este tercer segmento de la (en la práctica) tetralogía imaginada para las letras por Suzanne Collins, y llevada al cine por Gary Ross en su primer segmento y por este Francis Lawrence en los restantes, no deja de ser otro tebeo fantasioso, con ciertas irisaciones que buscan revestirse de una cierta pátina de respetabilidad, con sus añagazas y sus juegos de inteligencias entre los dos bandos desigualmente contendientes, pero que en la práctica, la verdad, poco dicen. Así las cosas, hay apenas un par de secuencias de acción, que es en buena medida lo que espera el espectador de un filme de estas características, y además ya no existe el aliciente o “leit motiv” de la saga, esos Juegos del Hambre en los que los adolescentes pobres de los distritos sojuzgados por el poder omnímodo del Capitolio se matan entre sí para solaz de la plutocracia dominante.

Lawrence (el director, no la actriz protagonista, que no se tocan nada, al menos en cuanto a parentesco…) pone en imágenes con oficio pero sin personalidad, como ya le ocurría en el segmento Los Juegos del Hambre: En llamas. Su cine es superficial, aunque siempre intenta que sus personajes tengan “trastienda”, bien que con escaso éxito. Y eso que ha contado con un reparto de los de quitar el hipo: la propia protagonista, Jennifer Lawrence, merecido Oscar por El lado bueno de las cosas; el gran Philip Seymour Hoffman, en su (pen)último filme antes de morir, que fue Oscar por Truman Capote; Donald Sutherland, una leyenda de Hollywood; Julianne Moore, probablemente la mejor actriz de su generación; y segurísimos secundarios como Stanley Tucci y Jeffrey Wright.


Los Juegos del Hambre: Sinsajo – Parte 1 - by , Dec 03, 2014
1 / 5 stars
Coitus interruptus