Rocío y José

Algunos títulos cinematográficos referidos a la celebración de la romería del Rocío, entre los miles que se pudieran citar, estarían La romería del Rocío (1935), del alemán Constantin L. David, y, posteriormente, por parte del cine español, La blanca paloma (1942), de Claudio de la Torre, Sucedió en Sevilla (1954), de José Gutiérrez Maesso, y Camino del Rocío (1966), de Rafael Gil, todas estas siguiendo el canon propuesto por el escritor Alejandro Pérez Lugín en su novela “La Virgen del Rocío ya entró en Triana”.

Del mismo modo, entre las infinitas producciones de cortometraje filmadas a lo largo de un siglo, citemos El Rocío (Productora Objetivo 4), de José Carlos Guerra Cantero, y El Rocío de Vilvoorde (Productora Caligari Films), de Antonio Sánchez, donde se da noticia de cómo celebran la romería los emigrantes afincados en la localidad belga mencionada en el título. Y lo que podría definirse como un documental heterodoxo, Rocío (1982), de Fernando Ruiz, se convirtió en película maldita durante la transición democrática, carne de tribunales y sentencias censoras.

A medias entre cierta ficción y abundante documental, Rocío y José es la quinta película de Gonzalo García Pelayo; sucede, por tanto, a Manuela, Vivir en Sevilla, Frente al mar y Corridas de alegría. En buena medida es, temáticamente, algo muy distinto y supone un cambio frente al estilo rupturista utilizado en las películas citadas, avalado ahora por el productor Andrés Salvador.

Argumentalmente se apoya en la historia de amor de dos adolescentes, Rocío y José, ambientada y resuelta durante la romería del Rocío, según guion de Miguel Ángel Iglesias. Sus autores han querido estar muy lejos de planteamientos heterodoxos respecto a la fiesta religiosa; según su propia opinión, han pretendido mostrar una visión tal y como la “entiende el noventa y cinco por ciento de la gente que va a ella”.

Respecto a la relación entre los dos miembros de la pareja y de cómo sienten la romería, cabe definirla, como “una excursión mística, un encuentro con la naturaleza que te sublima una serie de emociones religiosas o cuasi religiosas”. Los elementos paisajísticos se combinan con el folklore musical (Amigos de Gines, Romeros de la Puebla) para que el “romanticismo” de los primeros amores tenga la banda sonora más adecuada.

Y, en relación al espectador de la misma, se ha querido hacer una película para todos los públicos donde cualquiera se pueda reconocer como romero, como visitante, como rociero. De alguna manera, este Rocío y José, alineaba nuevamente al incipiente cine andaluz en la visión ortodoxa de esta fiesta mayor y hacía olvidar al mundo rociero las propuestas lanzadas desde el documental Rocío, de Fernando Ruiz Vergara.