Pelicula:

Hay empeños cinematográficos que caen irremediablemente simpáticos; es lo que pasa con esta comedia yanqui de finales de los años sesenta que, además de ser divertida, resultó también tener un inesperado componente premonitorio: más de medio siglo antes, anticipó algunos de los problemas que el turismo masivo provocaría en el mundo del siglo XXI, con fenómenos tales como la turistificación y la turismofobia.

Pero, por supuesto, no es esa la intención de este film, aunque se desprenda de él, sobre todo con la perspectiva que da volverlo a ver más de 50 años después de su rodaje. La intención es echarse unas risas con el fenómeno del turismo masivo norteamericano en Europa, pero unas risas con sentido, unas risas inteligentes poniendo en solfa las diversas formas de afrontar ese viaje de placer por parte de un grupo de yanquis medios, que tampoco es que tengan mucho conocimiento de lo que supone Europa, pero no por ello están más o menos fascinados por lo que se supone que es el Viejo Continente, la cuna de la civilización, si consideramos como tal Grecia y Roma y no nos vamos más atrás, claro, a Mesopotamia y Egipto.

Ya el título (en España traducido casi literalmente) nos pone del lado de la película: Si hoy es martes, esto es Bélgica viene a decirnos que el grupo de turistas no tiene idea mayormente de en qué parte de Europa está (y, en muchos casos, tampoco le importa gran cosa...), pero se orienta por el día de la semana en la que se está, lo que, siguiendo lo previsto en el programa del viaje, les dice exactamente donde se encuentran... Esto sirve, por supuesto, para los integrantes del grupo de turistas del film, como para cualquier grupo de turistas de entonces... pero también de ahora...

La historia, lógicamente muy coral, nos irá presentando a los diversos personajes, desde el guía británico, Charlie, que como los antiguos marineros tiene una novia en cada puerto y duerme cada noche en una cama distinta (y con una compañía diferente, se entiende...), hasta el tipo rácano que va mirando en todo momento la peseta, digo el dólar, o el “salido” que quiere ligar en todos los países (aunque, por supuesto, no ligue en ninguno...), o el matrimonio cateto y provinciano al que le llama la atención todo, el que viaja a la fuerza obligado por la mujer, el veterano de guerra que quiere volver a los sitios en los que estuvo durante la Segunda Guerra Mundial... un amplio muestrario del norteamericano medio de la época (quizá también de la de ahora), compartiendo un viaje concertado por media Europa, con destinos en Londres, de donde parte el trayecto, para después trasladarse a Holanda, Bélgica (con paradas inevitables en el Atomium y el Manneken Piss), Alemania, Italia (Venecia, claro está, pero también Roma, con la plaza de San Pedro y el Coliseo, entre otros monumentos).

Mel Stuart (1928-2012), el director, y también prolífico productor, iniciado en televisión, como muchos cineastas de su generación, nunca fue un exquisito, y su cine, generalmente más bien mediocre, solo tuvo algunos puntuales fogonazos de interés, como Un mundo de fantasía (1971), una entonada versión del clásico de Roald Dahl Charlie y la fábrica de chocolate, con Gene Wilder, pero también esta Si hoy es martes, esto es Bélgica, donde tuvo la fortuna de trabajar sobre un inspirado guion de David Shaw, un bragado libretista curtido en televisión. A partir de ahí, y con la variopinta fauna descrita en el film, nos encontraremos con esta divertida parodia del turismo cuando todavía no estaba masificado, una parodia que, por supuesto, no obvia (afortunadamente) los tópicos habituales de este tipo de viajes, como tomar comida yanqui aunque en principio se pretenda probar las viandas de la tierra en la que se está, o ese papanatismo turístico que se sorprende constantemente por todo, o esa ácida sátira sobre la rapidez de estos tours, en los que todo pasa vertiginosamente (como denuncia agridulcemente el título del film). Habrá lugar también para los tópicos sobre los lugareños que se encuentran los turistas, como en el caso de los italianos, que son los que se llevan la peor parte, descritos aquí como excesivos y paletos, salvo el personaje que interpreta el gran Vittorio de Sica, un zapatero con problemas de comunicación con el americano, a pesar de lo cual este obtendrá alguna lección de vida de aquel viejito encantador.

Con un humor sobre todo irónico, el film no desdeña también otro tipo de comicidad, como la derivada del “slapstick” o humor físico, como en la secuencia del descendiente de italianos que visita a sus parientes itálicos, que tendrá que salir por patas cuando le pretenden endosar a la fea de la familia. Por supuesto, como sucede en toda película en la que hay varias historias paralelas, como es el caso, unas subtramas son más flojas que otras, como la de la niña rebelde y el progre, que parece colocada ahí para atraer también al espectador más juvenil y contestatario; y es que ya entonces se miraba mucho eso de la transversalidad en el público: no hay nada nuevo bajo el sol...

Formalmente la película no se quiebra la cabeza, y Stuart como director va al grano, sin subrayados ni intentar que se note quién está a los mandos; eso sí, como era habitual en esa época, utiliza con frecuencia el “zoom”, lo que hoy día llama mucho la atención (y no precisamente en sentido positivo...), pero hay que situarse en el momento en el que está rodada la película y entender que entonces era un recurso fílmico muy en boga, casi inevitable.

Algunas curiosidades: la relación atosigante del guía del grupo turístico con el personaje que interpreta Suzanne Pleshette, hoy día sería considerada (y no sin razón) como un auténtico acoso sexual; pero a finales de los años sesenta parecía de lo más normal (y después dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor...). Otra curiosidad: en la trama principal no habrá final feliz, a pesar de ser una comedia más o menos amable, aunque con su punto de acidez. Se agradece que al final no sean todos felices y coman perdices: la comedia también puede ser, por qué no, un reflejo de la vida, un reflejo convenientemente aderezado, pero reflejo al fin...

Repartazo de actores y actrices tanto norteamericanos (John Cassavetes, Robert Vaughn, Ben Gazzara, Suzanne Pleshette) como de países europeos (los británicos Ian McShane y Joan Collins, la francesa Catherine Spaak, la austriaca Senta Berger, los italianos Elsa Martinelli y Vittorio de Sica...), todos muy correctos y muy en su papel.

(07-04-2024)


Si hoy es martes, esto es Bélgica - by , Apr 07, 2024
3 / 5 stars
Comedia premonitoria sobre la turistificación