Un invierno en la playa

Tras su presentación en el Festival de Toronto llega a las pantallas españolas, antes de que se estrene en Estados Unidos, esta amable comedia sobre una familia de escritores, desunida por un tonto malentendido, cuyo título español posiblemente no refleje lo que es su contenido, que pueda pasar desapercibida.

Bill Borgens, un novelista veterano, sigue enamorado de Erica, su ex-mujer, tras varios años divorciado de ella, a pesar de mantener fugaces relaciones sexuales con su vecina Tricia, que está empecinada en que se case de nuevo. Vive con su hijo Rusty, al que obliga a escribir, a que tenga relaciones y experiencias que poder plasmar en sus escritos. El chico está enamorado de una chica problemática. Él no ha vuelto a publicar desde su separación. Por otro lado su hija Samantha, a la que el divorcio de sus padres le afecta grandemente, no desea comprometerse y se ha vuelto promiscua. Ella también escribe y va a publicar su primera novela, sin contar con su padre para que se la corrija, y sigue enfadada con Erica, su madre.

El guion, escrito por el director, Josh Boone, en buena parte autobiográfico sobre la experiencia del divorcio de sus padres cuando era niño, recoge con diálogos inteligentes y nada pedantes, en la buena línea del mejor cine americano, la problemática de las relaciones de estos cuatro elementos, tanto de los adultos como de los dos jóvenes.

El film expone las relaciones amorosas y familiares de los hijos con sus padres, lo que hace interesante este cruce generacional, realizado de manera suave, bastante cinematográfica, sobre estas historias de amor y de valores familiares, a pesar de tratarse de una ópera prima de corte indie del director virginiano.

La cinta refleja de una forma divertida y optimista a esta familia disfuncional actual que tras conocerse a fondo terminan redescubriéndose sus miembros dejando a un lado los contratiempos del matrimonio, el divorcio, la paternidad o el paso de la juventud a la edad adulta, y se reanudan de nuevo los lazos rotos en otro tiempo. Los personajes y sus problemas se hacen gratos al espectador, sin caer en sentimentalismos.

Al logro de esta película colabora el estupendo trabajo de Greg Kinnear, un actor cada vez más maduro, que supone el centro y eje de esta familia en torno al cual pivotan los demás miembros, y en esa línea se comportan también Jennifer Connelly como su ex-esposa y sus hijos Nat Wolff (Rusty) y Lily Collins (Samantha), quienes con sus actuaciones hacen creíbles a sus personajes.

Cuenta con una buena banda sonora con temas actuales de música pop y rock, que no molestan al desarrollo de la trama. Film optimista con una luminosa fotografía de Tim Orr, agradable de ver y disfrutar.