Un romance muy peligroso

Antes de que se afianzara en la industria de Hollywood con dos propuestas tan dispares temática y estilísticamente como Traffic y Erin Brockovich, Steven Soderbergh, que revolucionara hace ya tanto tiempo el cine independiente con su Sexo, mentiras y cintas de vídeo, daba palos de ciego en busca de su tono y su timbre de voz, cinematográficamente hablando, pasando desde excéntricas incursiones en biografías noveladas, como en Kafka, la verdad oculta, hasta thrillers románticos como este Un romance muy peligroso.

De todas formas, y cualquiera que sea el género o la historia que aborde Soderbergh, siempre se permite dejar su impronta visual, y aquí también lo hace, con un tratamiento fragmentario de la historia, con distintos planos temporales (hasta tres llegan a contarse, sucediéndose uno a otro sin solución de continuidad y con apenas algún rótulo indicativo, ni falta que hace más) y con anticipación de algunas escenas en otras anteriores, como la muy hermosa en la cama entre los personajes de Clooney y López, preanunciada mientras toman una copa en un bar.

Hay elementos interesantes en esta historia de ladrón de guante blanco y agente judicial, enamorados de un flechazo pero enfrentados por su muy distinta posición con respecto a la ley. El tono de comedia, mezclado con el thriller de criminales que esperan dar el golpe definitivo de sus vidas, queda al final al fondo de la historia romántica, centro y eje real del filme, con excelente química entre los protagonistas, con un George Clooney que parece cada vez más un Cary Grant redivivo y bastante más sexy que el protagonista de Con la muerte en los talones, y una Jennifer López de curvas de vértigo que se afianza como la actriz hispana más importante del momento.

El conjunto es agradable, con frecuencia incluso gozosamente satisfactorio, si bien se echa en falta un poco más de riesgo en el estilo en Soderbergh, para, además de entretenernos, fascinarnos totalmente. Con todo, el balance es claramente positivo.