Enrique Colmena

Nacido allá por 1966 (por cierto, dos años antes del Mayo Francés y de Primavera de Praga; ambos datos tienen su interés, como veremos), e hijo del cuerpo (el dramaturgo Alfredo Mañas y la actriz Paloma Lorena), el joven madrileño Achero Mañas pronto hizo popular su rostro en filmes del cine español e incluso en coproducciones con Estados Unidos. Entre las primeras destacan títulos como Dispara, La ley de la frontera y El rey del río; entre las segundas, sobre todo 1492, la conquista del paraíso. Es cierto que como actor nunca fue un prodigio, como demostraría en Belmonte, tan esforzado empeño del cineasta andaluz Juan Sebastián Bollaín como escaso en repercusión popular y crítica, entre otras cosas porque Achero, de tan estrambótico nombre, demostró que no conectaba con el personaje y, lo que es peor, tampoco con el público.

Pero la fortuna de haber podido trabajar con figuras de primera línea en la realización del cine español, hispanoamericano e incluso anglosajón (Carlos Saura, Adolfo Aristaráin, José Luis Cuerda, Manuel Gutiérrez Aragón, Ridley Scott) debió imprimir en el joven Mañas el interés por dirigir cine, y desde 1995, salvo un paréntesis alimenticio televisivo en 1996, no ha vuelto a ponerse delante de una cámara. Reservó todos sus esfuerzos para su debú como director en El bola, y en 2000 dio el campanazo con un filme escaso en presupuesto pero largo en talento, sensibilidad y capacidad de emocionar; obtuvo todos los premios del cine español y lo consagró como la gran esperanza blanca de nuestro cine de aquel año. Ahora vuelve con su nueva película como director, Noviembre, un arriesgado experimento que mezcla el trabajo actoral de un grupo teatral callejero con las reacciones de un público más o menos desprevenido. Radical, sesentayochista cuando paradójicamente, y como hemos visto, el neófito cineasta no vivió los acontecimientos de aquel año, la nueva obra de Achero no ha concitado, ni de lejos, la unanimidad favorable de su debú, pero ciertamente confirma que es un autor distinto, especial, que suscita eso tan raro hoy día como es la polémica. Tal vez no revalide los galones de El bola, pero a lo mejor lo que le interesa es buscar su camino, cualquiera que éste sea.