Enrique Colmena

Otra vez revisitamos a Scorsese (ni que me tuviera sobornado…), tras el reciente Artículo de Fondo titulado “Las etapas de Marty” y el más antiguo “Martin Scorsese, el estilo hecho cine” (ver ambos en CRITICALIA). Pero es que la actualidad manda, y el hecho de que le hayan dado, por fin, el Oscar al Mejor Director, que tan reiteradamente se le había negado, confirma que éste es un premio que, a veces, tiene una consideración no muy distinta a la del Nobel: quiero decir que se otorga más a toda una carrera, a toda una obra, que a una novela en concreto, en este caso una determinada película, para la ocasión “Infiltrados” (ver crítica en CRITICALIA), que ha recibido también otras tres estatuillas. Tengo escrito que, sin ser una mala película, ni siquiera de las malas de Scorsese (que alguna ha hecho) este su último y finalmente cuatrioscarizado filme no es la cumbre de su obra, que estaría más en títulos como la mítica “Taxi Driver”, la extraordinaria “Toro salvaje”, la excepcional “La edad de la inocencia”, o la no menos estimulante “Uno de los nuestros” (ver crítica de estos dos últimos filmes en CRITICALIA). Pero con los premios pasa como con tantas cosas: hay gente por ahí que se los merecería todos, y no se lleva ninguno, y quien no se merecería ni una patada en el lugar donde la espalda pierde su casto nombre (vamos, en el culo, para decirlo sin remilgos), y sin embargo no para de recogerlos; el bueno de Marty debería haber sido elevado a los altares del Tío Oscar mucho antes, y por motivos más poderosos que por esta historia de “topos” cruzados, curiosa, interesante, con frecuencia percutante, pero que no alcanza la gloria absoluta de los títulos citados.
Claro que, además de “Infiltrados” de Scorsese, si hay una cinta que debe considerarse co-ganadora de esta edición, ésa es la hispano-mexicano-norteamericana “El laberinto del Fauno”, con tres Oscar, de cuyo éxito tanto nos alegramos, por su calidad, pero también por ser una producción parcialmente española y, de hecho, con temática, elenco y equipo técnico-artístico muy españoles. Además, de esas tres estatuillas, y en lógica correspondencia con la abundancia de técnicos y artistas carpetovetónicos que la pueblan, dos de ellas han recaído en compatriotas hispanos (los responsables de Dirección Artística y Maquillaje, concretamente), lo que no deja de ser curioso que no haya tenido la repercusión mediática que hubiera tenido si nuestra Pe(nélope) se hubiera traído el de Mejor Actriz Protagonista. Y es que todavía hay clases…
Del resto, más o menos lo esperado: los Mejores Actor y Actriz, Forrest Whitaker y Helen Mirren, lo han sido en sendos filmes nominalmente muy monárquicos (“El último rey de Escocia” y “La Reina”, respectivamente: gracias, curaçao…), “Pequeña Miss Sunshine” se ha llevado un par de pedrea, como el musical “Dreamgirls” y “Una verdad incómoda”, todos ellos premios más que justos, y algunos como “Babel” y “Cartas desde Iwo Jima”, que podrían haber conseguido bastantes más, se han tenido que conformar con una estatuilla de consolación, y van que chutan.
Los Oscar es como las estaciones del año: todos los años llega; como la primavera, a veces está pasada por agua y otras luce esplendorosa. En este caso, a la vista del resultado y siguiendo con el símil, diremos que ha sido una mañana soleada pero fría y con algunos nubarrones…