Enrique Colmena

Se despejó la duda: la gala de entrega de los Premios Oscar de 2014 era quizá una de las más abiertas de los últimos años, sin un claro favorito: finalmente ha sido Gravity la que se ha llevado el gato al agua en cuanto a estatuillas, con un total de siete, si bien es cierto que el premio gordo, el de Mejor Película, ha sido para 12 años de esclavitud. Es justo, por tanto, considerar que la primera de las mentadas puede considerarse la ganadora, aunque la segunda podría estar, si habláramos de premio literario, en lo que podríamos llamar la categoría de accésit.

Me parece muy justo el triunfo de Gravity: es cine comercial pero se sale de lo habitual, de los cauces trillados por Hollywood, y tiene los santos bemoles (por no decir otra cosa: esta web la leen niños…) de hacer una película de hora y media prácticamente con solo dos actores, y en la mayor parte con sólo una actriz, más la Tierra al fondo y todas las trapisondas que le pasan a esta científica que se encuentra a la deriva por una de esas carambolas malhadadas que el destino, de vez en cuando, produce. Alfonso Cuarón se confirma de esta forma como uno de los grandes talentos de Hollywood, no renunciando a sus orígenes mexicanos (qué hermosa, emocionante, la dedicatoria a su madre, en su lengua vernácula, esa que aprendemos cuando nacemos y en la que pronunciamos nuestras últimas palabras cuando morimos…), sino utilizando la enorme maquinaria industrial del cine yanqui para realizar auténticas obras de arte cinematográfico.

12 años de esclavitud, por su parte, viene a cubrir un extraño, no sé si sospechoso vacío sobre el tema del esclavismo en Estados Unidos en el cine; aunque en televisión se hizo, por ejemplo, el célebre serial Raíces, en pantalla grande no ha habido títulos de relieve cuya temática expresa haya sido aquella lacra que hasta hace poco más de siglo y medio asoló Norteamérica, y cuya liquidación costó una sangrienta guerra civil. Sí, vale, se hizo Mandingo, de Richard Fleischer, y alguna otra, pero ninguna con la envergadura del filme de Steve McQueen. Ha tenido que ser este cineasta británico, así como Tarantino, con su Django desencadenado (con dos perspectivas y estilos muy diferentes) los que han puesto en imágenes, en gran cine industrial, aquel lacerante asunto.

En cuanto al resto de los premios, me quedo con el de Mejor Actriz Protagonista para Cate Blanchett, que estaba cantado por su espléndida, matizada composición de Blue Jasmine, la última de Woody Allen. El de Mejor Actriz de Reparto para Lupita Nyong’o parece precipitado para una recién llegada, cuando había trabajos mucho más elaborados, como el Julia Roberts en Agosto o, sobre todo, Jennifer Lawrence en La gran estafa americana. Lamentablemente, a la hora de escribir esta crónica aún no se ha estrenado en España Dallas Buyers Club, por lo que no podemos pronunciarnos sobre las bondades de Matthew MacConaughey y Jared Leto, Mejor Actor Protagonista y de Reparto, respectivamente; por cierto, un 10 (con cursiva sarcástica) para la distribuidora en España de este filme; a esto se le llama capacidad de marketing: han desaprovechado toda la publicidad gratuita que han tenido las películas oscarizables durante estas últimas semanas, pudiendo haber tenido una primera parte de exhibición apoyándose en las seis candidaturas que tenían, y ahora haber realizado un segundo lanzamiento con los tres Oscar que finalmente han conseguido. En fin, seguid así, que vais muy bien…

En cuanto a la Mejor Película en Habla No Inglesa (vulgo mejor película extranjera…), el Oscar a la italiana La gran belleza, de Paolo Sorrentino, me parece justísimo, premiando con ello uno de los filmes europeos más impactantes y potentes del año.

En definitiva, este año ha sido el del triunfo en los Oscars de dos líneas temáticas: una, la que abre el campo para otras posibilidades cinematográficas, concretamente extraterrestres; ya lo dijo ese gran visionario que fue Gene Roddenberry, el creador de Star Trek: el espacio, la última frontera. Y dos, la de iniciar un venero que nos puede dar grandes filmes, el de la esclavitud USA, del que se podría hacer hasta un género, como el western…