Enrique Colmena

Del 2 al 10 de este mes de noviembre de 2007 ha tenido lugar en la capital de Andalucía, en España, la cuarta edición del llamado Sevilla Festival de Cine 100% Europeo, una muestra que ha arraigado considerablemente entre los ciudadanos hispalenses, en especial entre la numerosa grey universitaria. Durante estos días se han podido ver alrededor de 150 películas, distribuidas entre distintas secciones: La Oficial a Concurso, la más importante, ha sido ganada, según el fallo del Jurado Oficial, por “En un mundo libre”, el último aldabonazo de Ken Loach, siempre con su cine comprometido, en este caso a vueltas con la inmigración ilegal en Occidente y cómo se puede pasar de ser explotado a explotador prácticamente sin despeinarse; otros filmes de interés que pudieron verse en esta sección fueron “Al otro lado”, la última película del germano-turco Fatih Akin, del que ya hemos disfrutado filmes como “Contra la pared” o “Cruzando el puente. Los sonidos de Estambul” (ver críticas de ambas en CRITICALIA), y que muy atinadamente consiguió el Premio de la Crítica; “Irina Palm”, una peculiarísima comedia agridulce británica, dirigida por el balcánico Sam Garbarski, sobre una abuela que se verá abocada a ejercer (manualmente…) la profesión más antigua del mundo por mor de lo que más quiere en este ídem; “Yo serví al rey de Inglaterra”, la última excentricidad del gran Jiri Menzel, el cineasta húngaro al que adoramos desde hace décadas por su “Trenes rigurosamente vigilados”, que aquí plantea una curiosa revisitación de algunas de las páginas más negras de la antigua Checoslovaquia, durante la invasión nazi y en el comienzo de la dictadura comunista, pero visto con un sentido del humor ciertamente admirable; “Mi hermano es hijo único”, también recreación de un tiempo más que tempestuoso, en este caso los llamados Años de Plomo que sumergieron a la Italia de los años sesenta y setenta en una espiral de violencia como nunca había existido en la noble república itálica, con dirección de Danielle Luchetti, a la sazón pupilo de Nani Moretti, y por ahí se ve la vena iconoclasta y ecléctica del filme, con dos hermanos que son la antítesis uno del otro, tal vez ambos contrafiguras de la juventud de la época, separados ferozmente entre ideologías extremistas, fascistas por un lado, comunistas revolucionarios por el otro; la andaluza “Déjate caer” es una fresca comedia agridulce, ambientada en un barrio de la periferia de una ciudad andaluza, con tres jóvenes que no saben qué hacer con sus vidas, hasta que un inesperado catalizador les hace moverse.
En la sección Europa_Europa pudo verse una variada muestra del cine que se hace en nuestro continente, desde la durísima “4 meses, 3 semanas, 2 días”, filme rumano que ganó recientemente la Palma de Oro en Cannes, hasta “Siempre quise ser un gánster”, un divertido thriller de perdedores, de nacionalidad francesa pero con un tono muy americano, a lo Jim Jarmush; “La ciudad de los frascos”, otro thriller, en este caso islandés, y en una clave muy distinta, un crimen, una tragedia en clave blanca (de nieve) y roja (de sangre); “Medusas” y “La burbuja”, ambas israelíes y de tonos muy distintos, pero confirmado que la cinematografía judía es una de las más interesantes actualmente del Próximo Oriente, y seguramente de todo Occidente.
En la sección Eurimages, en la que se proyectaron filmes apoyados por este fondo de la Unión Europea para la promoción y difusión del cine de nuestro continente, pudieron verse también otras películas de relieve, desde la francesa “Coeurs”, del gran Alain Resnais, tantos años después de “El año pasado en Marienbad”, hasta “Esperanza”, de Stanislaw Mucha, con guión coescrito por el años ha fallecido Kieslowski (el célebre autor del “Decálogo” y de la Trilogía de los Colores), que hizo imaginar qué habría hecho el llorado director polaco si hubiera podido rodar él mismo esta historia.
Otras secciones, como Eurodoc, que permitió apreciar una amplia muestra de documentales, o la monográfica sobre una nacionalidad, denominada habitualmente Focus, y que este año se dedicó a la República Checa, así como los homenajes a Jiri Menzel, Gianni Minná y Alexander Kluge, compusieron un muy estimulante certamen que se está consolidando como un evento que la ciudadanía ha hecho suyo, y que puede tener un lugar al sol de los festivales medios, a poco que las instituciones públicas le den el apoyo que merece.