Enrique Colmena

Del 7 al 15 de Noviembre se ha celebrado la quinta edición del Sevilla Festival de Cine Europeo (SFCE). Esta nueva entrega del certamen hispalense ha venido marcada por el cambio en la dirección del evento: Manolo Grosso, que lo dirigió (a mi juicio muy acertadamente) durante los cuatro primeros, y más difíciles años, se enrocó la primavera pasada en una más que razonable petición de una mayor autonomía para el equipo de dirección del festival, que las administraciones públicas que lo sustentan económicamente desoyeron; se produjo la dimisión de Grosso, y la llegada desde Madrid de Javier Martín Domínguez, que ya había dirigido otros certámenes en España.
Pero con el cambio hemos salido perdiendo: no sólo la calidad de las películas ha disminuido, según ha apreciado mayoritariamente la crítica presente en el festival, sino que los homenajeados han sido de bastante menor entidad, y no digamos carentes de riesgo. Hombre, en el caso de Borau estaba plenamente justificado, aunque también han tenido un tino regular al elegirlo, teniendo en cuenta que sólo unos días antes había aparecido en la Seminci de Valladolid presentando su Fundación y que durante el propio festival apenas si pudo aparecer por el mismo porque estuvo ocupado con su ingreso efectivo en la Academia de la Lengua, que se produjo en esos días.
Aparte del merecido tributo a Borau, la máxima estrella fue Franco Nero (del que se alardeó sin mesura de su trabajo con Buñuel en “Tristana”), de profesión sus espagueti-western; sí, ya sé que hizo “Camelot”, pero entre el resto de su abundantísima filmografía (más de ciento sesenta intervenciones en películas de cine, “TV movies” y series televisivas) hay que buscar con lupa para encontrar algunos títulos más con cierto interés, y sobran los dedos de una mano; así que menos moños con el “signore” Nero, ciertamente un caballero del cine, pero con una carrera como para, muy apropiadamente, salir corriendo…
En cuanto a las secciones del festival, la Oficial a Concurso confirmó la disminución del interés con respecto a otros años: no ha habido un título claro, aunque sí varios que pueden considerarse interesantes: “Katia’s sister”, “En el séptimo cielo” y “Robert Zimmermann…” pueden considerarse de lo más apreciable. Otros dos títulos, “Espías en la sombra” y “Un gran día para ellas”, tienen interés, pero son productos comerciales al uso y no tiene mucho sentido en un festival como éste. En la Selección EFA pudo verse algún título estimulante, como “La batalla de Hadiza” y “La ola”, si bien son también muy comerciales. El resto de secciones, incluida la monográfica de Dinamarca (con títulos en general ya vistos), no aportó gran cosa.
Mención aparte para la organización del festival, que programó los pases de las películas de forma más bien irracional, de tal forma que con frecuencia las películas se solapaban unas con otras, haciendo imposible encadenar su visión.
Como guinda o corolario, el festival, sin explicación plausible, dejó fuera del palmarés del certamen el Premio de la Crítica, que el propio evento convocó, con lo que ello supone de falta de respeto a los componentes de ese Jurado (entre los que me cuento) y, sobre todo, a la película premiada, “Katia’s sister”, que se quedó compuesta y sin ese galardón.
No quiero, no voy a ser agorero. Pero tengo que decirlo: en 1984 en Sevilla conseguimos cargarnos un festival, y éste tiene pinta de que, con un poco de esfuerzo, nos lo vamos a cargar también… Ironías aparte, es una pena que un certamen que había alcanzado un punto crítico notable, en calidad de cine, temática atractiva, variedad de propuestas y respuesta del público, haya decidido que hay que cambiar lo que funciona. ¡Ay, el purgatorio debe estar lleno de gestores incompetentes!