Rafael Utrera Macías

Sorprendió Julio Medem en 1992 con su largometraje Vacas. La temática utilizada mostraba una mirada diferente a la mantenida por el cine español contemporáneo y dejaba ver una concepción de la puesta en escena en estrecha relación con concepciones tan sentimentales como viscerales. De entonces a acá, su comportamiento artístico se ha ido orientando por caminos aparentemente diferentes pero vinculados siempre a una semejante concepción de lo cinematográfico y a las vías por los que ésta puede desarrollarse.

La originalidad de sus guiones toma cuerpo, a lo largo de la década de los años noventa, en títulos que van desde La ardilla roja (1993), Tierra (1996) y Los amantes del círculo polar (1998) hasta, en cronología posterior, Lucía y el sexo (2001), Caótica Ana (2007) y Habitación en Roma (2010). Esta obra mayor en nada oculta otra que, por pertenecer a segmentos menores (en subjetiva estima del espectador, en arbitraria clasificación industrial, etc), responde a temáticas comprometidas y puesta en escena rigurosas; cabrían aquí tanto los inicios de su filmografía (incluso remontándose al cine rodado en súper-ocho) donde se esbozan las líneas de fuerza de su cine posterior, Patas en la cabeza (1985), Las seis en punta (1987), Martín (1988), Clecla (2001), ¡Hay motivo! (2003), etc, del mismo modo que sus trabajos como productor se alinean en torno a las minusvalías, lo que conforma algo más que preocupación y empuje social, llámese Uno por ciento esquizofrenia (2006) o Yo, también (2009). En este conglomerado filmográfico, La pelota vasca/La piel contra la piedra (2003) emergió como una tormenta ideológica donde las intenciones del cineasta y la recepción de una parte de sus espectadores entablaron cruenta dialéctica, con tan diversa como amplia cobertura informativa, en múltiples medios de comunicación; cierto sector de la crítica cinematográfica, más o menos minoritario, se negó, incluso, a ver la película. Como nada humano ha sido ajeno al realizador vasco, algunas experiencias personales han marcado su vida privada, aunque dejaron de serlo cuando su entrega personal a la dificultad, llámese crisis económica o enfermedad congénita en los cercanos ámbitos familiares, pasaron a mostrarse  en la pantalla por propia voluntad.

El acercamiento bibliográfico a una obra cinematográfica tan preñada de fundamentos y rasgos de estilo, más allá de los miles de artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras, tiene como autores a José Luis Rebordinos (Contra la certeza. El cine de Julio Medem. Filmoteca Vasca) y a Zigor  Etxebeste (Julio Medem. Cátedra). Junto a estas miradas personales se sitúa Le cinema de Julio Medem, publicado por Presses Sorbonne Nouvelle, en edición y coordinación de Marie-Soledad Rodriguez, maître de conferénces en la Universidad París-3. Se trata de un riguroso estudio colectivo que aborda con criterios propios, buena fundamentación científica y organizada estructura temática la obra del cineasta bajo perspectivas biográficas, fílmicas, ideológicas, estilísticas, políticas, etc, sin renunciar a ciertas metodologías de la recepción aplicables tanto a las dificultades para la distribución en Francia de la obra del cineasta como al muy diverso entendimiento de su discurso. La mirada plural de un grupo de profesores pertenecientes a universidades francesas, españolas e inglesas (reunidos en torno al Centro de Investigación sobre España Contemporánea, CREC) se aglutina en los siguientes capítulos: La mentira y la negación de la realidad en el cine de J. Medem (B. Castanon), Medem: Vacas. Cineasta y película claves en el proceso de reconfiguración del cine español de los noventa (E. Costa Villaverde), Los rostros de Mari. El cine de J. Medem y el imaginario mitológico vasco (I. Pintor Iranzo), La pelota vasca, la piel contra la piedra: análisis de una polémica (G. Galeote), Répétition, identité et réflexivité dans La ardilla roja y Los amantes del círculo polar (Mª. S. Rodríguez), Lo musical y lo sonoro en Los amantes del círculo polar (D. Chambolle), Deconstruction narrative dans Lucía y el sexo (P. Thibaudeau), La réception des films de J. Medem dans les revues de cinema françaises (E. Le Vagueresse). El volumen se completa con una entrevista a Medem (E. Vincenot) seguido de las correspondientes filmografía y bibliografía y finaliza con un bloque fotográfico cuyos iconos establecen estrecha relación con los textos precedentes.

Como puede comprobarse por los titulares antedichos, diversas líneas temáticas, técnicas y político-ideológicas se entrecruzan en el conjunto de la investigación; la cosmovisión del cineasta queda sometida al escalpelo del investigador para propiciarnos la fundamentación de sus argumentaciones y los principales rasgos de estilo que son ya marcas propias en el conjunto de su filmografía. La elección de unos cuantos títulos para establecer con ellos y sobre ellos los estilemas del autor deviene en significativas valoraciones que reúnen concepciones de su peculiar sentido de la vida, expuesto por medio de un lenguaje audiovisual propio de una generación pero subrayado por las marcas genuinas de quien sabe expresarse con estilo propio.

Desde la introducción y presentación del libro, la editora M. S. Rodriguez advierte sobre la orientación del trabajo y no deja de recordarle al lector que Medem es cineasta español pero también vasco; por encima de su árbol genealógico, la cultura vasca está en las entrañas de su formación y, por ende, en las de su filmografía. Consecuentemente, las especificidades de su puesta en escena, las complejidades de sus tramas narrativas, la recurrencia a ciertas temáticas (estén en marcado primer plano narrativo o, por el contrario, disueltas en  el fondo de la representación) se unen a otras especificidades que enfocan la pluralidad de los mitos vascos desde una revisitación  muy personal tanto en el sesgo de su mirada como en la representación audiovisual de la misma. Los autores de los textos, que ofrecen su investigación desde unas u otras perspectivas, desde unas u otras metodologías, no perderán de vista los parámetros anteriormente mencionados, construyendo de este modo una valiosa aportación para el mejor entendimiento del cineasta auscultado ahora desde el hispanismo francés.

Las referencias al imaginario mitológico vasco es centro de atención en el volumen por cuanto su filmografía se constituye en lugar donde se inscriben secuencias mitológicas y arquetipos procedentes del inconsciente colectivo; estas adoptan configuraciones propias que funcionan significativamente en relación a sus obsesiones personales y se conforman de plurales maneras; el hombre es quien habitualmente observa pero también el animal, sea vaca o ardilla, incluso la propia tierra se constituyen  en observadores tan válidos como los habituales humanos. Como bien señala uno de los investigadores, ante una complejidad temática y narrativa como la propuesta por Medem, el espectador convertido ahora en analista debe echar mano de las interpretaciones simbólicas para ordenar el universo medemiano y explicarlo desde metodologías que aportan sentido y significación a lo literario (por el guión) y a lo cinematográfico (por la imagen).

Sin duda, La pelota vasca fue una de las películas más políticamente polémicas (o polémicamente políticas) que se han dado en el cine español contemporáneo (tras las huellas, aunque en otro sentido, de El crimen de Cuenca o Rocío, éstas en los inicios de la democracia). Sin perder de vista aquellas consideraciones, este volumen focaliza otros muy diversos aspectos del título analizado y pone en estrecha relación aspectos de la puesta en escena, con la mirada de otros artistas, escultores preferentemente, Chillida u Oteiza, para hacernos ver aspectos relativos a lo imaginario del paisaje. De otra parte, la cosmogonía matriarcal, la presencia de la gran madre-hermana, comprobable en la mayor parte de esta filmografía, como igualmente el funcionamiento del eje cielo-tierra,  evidente en Los amantes… y en La pelota..., trocada aquí en un pájaro que, poéticamente y como señala la canción inicial de Mikel Laboa, quiere presentarse como una criatura mágica que encarna a Euskadi. La mostración de estos aspectos, generosamente explicados en el libro, no exime de considerar este título bajo la perspectiva de una polémica ideológico-política habida, como anteriormente hemos dicho, tras el estreno comercial de la misma. Los posicionamientos del Foro de Ermua, de la ministra de Cultura, de otros colectivos afectados por la violencia, contribuyeron a una controversia politizada donde la equiparación de Partido Popular y ETA como extremos del conflicto obligó al cineasta a efectuar justificaciones en las que el partido político y la banda criminal no significaba que los considerara como iguales.

En resumen, un libro (216 páginas) de edición bilingüe (español / francés) sobre un significativo cineasta español contemporáneo cuya seleccionada filmografía se aborda con unánime rigor científico desde focalizaciones diversas, ofreciendo, de este modo, una mirada plural y heterogénea.