Pelicula:

Contemplas esta triste y libérrima versión del cuento de Pinocho y entiendes perfectamente por qué ha sido un fracaso de taquilla en Estados Unidos. Acostumbrado el público de masas yanqui al cine edulcorado y resultón del Spielberg de E.T., el extraterrestre o la saga jurásica, a buen seguro no se esperaba esta melancólica obra sobre el Amor, con mayúsculas, y la posibilidad de que también las máquinas sean capaces de querer y, lo que es mejor, deseen ser (y finalmente lo sean) queridas. Porque ése es el meollo de este Pinocho no de madera sino de silicio y fibra óptica: el robot con microchip para amar eternamente deseará, también eternamente, ser amado, ser correspondido por la persona que quiere.


Visualmente fascinante, filosóficamente pesimista, se nota el poso kubrickiano en esta historia que retomó Spielberg y llevó a su terreno, pero sin perder la amarga sensación de estar asistiendo a un filme crepuscular, una obra terminal, quizá un epitafio hermoso, preñado de saudade, para una civilización, la nuestra, que parece tocar a su fin.


Escenas espléndidas, como la de la piscina, con el pequeño androide a punto de matar, involuntariamente, a su hermano de carne, reivindican el genio de un director demasiado frecuentemente dedicado a productos superficiales.


Mención aparte para ese pequeño gran actor que es Haley Joel Osment, inolvidable en El sexto sentido y que aquí barre al resto de los actores, incluido el siempre apolíneo (y aquí más que nunca, dado su personaje de gigoló electrónico, una máquina sexual perfecta) Jude Law.


El jovencísimo Haley nos deleita con otro recital interpretativo, en el que destacaría dos gemas de valor incalculable: el momento de ser activado su chip del amor, cuando pasa de ser un androide sin alma a, ¡oh, prodigio!, saber lo que es amar, y ese final nostálgico y sobrecogedor, cuando encuentra su sentimiento correspondido. En ambos momentos el rostro del pequeño Osment es como un espejo cristalino del alma, como si nos permitiera leer directamente en su corazón.


Obra minimalista a pesar de lo aparatoso de su producción, A.I. Inteligencia artificial nos trae a un Spielberg en plena forma como realizador, aunque como productor, en este caso, haya pinchado en hueso. No se lo tendremos en cuenta...



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Nacionalidad

Duración

140'

Año de producción

A.I. Inteligencia artificial - by , May 20, 2015
4 / 5 stars
Pinocho de silicio y fibra óptica