Pelicula: Sidney Lumet confirma que, a pesar de su provecta edad (cuando escribimos estas líneas está próximo a cumplir los ochenta y cuatro años), o quizá precisamente por eso (recuérdese la creatividad de otros longevos directores de la actualidad: Manoel de Oliveira, Eric Rohmer, Alain Resnais…), está en un momento de forma excelente. Hace un par de años lo demostró con su interesante thriller judicial Declaradme culpable  y ahora incluso lo mejora con este notable thriller fatalista, en el que un par de hermanos conciben, para resolver sus acuciantes problemas económicos, la disparatada idea de atracar la joyería de sus padres, en la confianza de que el seguro repondrá las pérdidas del negocio y ellos podrán afrontar sus cuitas dinerarias. Pero, como suele ocurrir en estos casos, todo sale mal, y lo que se suponía iba a ser un paseo militar se convierte en una auténtica catástrofe, en una espiral de violencia en la que los hermanos habrán de embarcarse a su pesar.

A partir del sobresaliente guión de Kelly Masterson (primera incursión de este veterano dramaturgo en el cine), Sidney Lumet desarrolla una curiosísima historia en clave de puzzle, en la que se nos va mostrando fragmentada en distintas escenas, dependiendo del personaje tratado, pero sin dar la visión de cada uno de ellos: el demiurgo no concede la palabra a sus criaturas, sino que simplemente los analiza por separado, siempre desde su propio punto de vista, el del hacedor que dirige a sus personajes, como un “fatum” inextricable, hasta un fin pavoroso. Narrada modernamente, huyendo de la narrativa tradicional (lo que ya es un punto a su favor, en una medrosa cinematografía comercial que huye de otros modelos narrativos como de la peste), no por ello la historia es ininteligible, como hubiera ocurrido en otras manos (mejor no dar nombres…). Y es que ésa es la ventaja de llevar cincuenta años haciendo cine, y antes otros diez fogueándose en la televisión de los años cuarenta y cincuenta: a estas alturas, a Lumet se le da bien cualquier cosa, sabe contar con el estilo que sea preciso y necesario. Tal vez no sea un creador “stricto sensu”, como un Kubrick, un Allen o un Hitchcock, pero forma parte de la no demasiada amplia nómina de cineastas de solvencia incuestionable que, con el tiempo, ha acuñado también una personalidad remarcable.

Este impecable ejemplo de thriller sin policías (éstos quedan muy malparados en el filme, retratados de fondo como un paisanaje indolente, una maquinaria burocrática contra la que se estrella el impotente padre de los hermanos felones) termina siendo, entonces, una historia de corte oscuro, fatalista, donde el sino marca los tiempos, las desdichas, las sucesivas catástrofes que asuelan a los personajes, con una exactitud como de reloj suizo.

Mención especial para los actores: Philip Seymour Hoffman vuelve a confirmar que es uno de los mejores de su generación, un intérprete dúctil que hace creíble cualquier personaje que le caiga en suerte, aunque se muestra especialmente eficaz en aquellos que, como éste, tiene una personalidad fuerte, con diversos repliegues, con apuntes imprevistos, con luces y sombras; Ethan Hawke, al que ciertamente no hemos valorado mucho hasta ahora, nos convence aquí, en el personaje del fracasado hermano de vida desvertebrada, divorciado que no consigue pagar la pensión alimenticia ni el caro colegio de su hija, alcoholizado, un pobre infeliz al que su hermano el calculador, el brillante, pastorea hasta llevarle a donde él quiere, el comienzo de su perdición; Albert Finney, fantástico como siempre, aquí como un Padre, casi un Abuelo Coraje, que habrá de enfrentarse a la peor de sus pesadillas, la tan cercana autoría intelectual del asesinato de su mujer; y Marisa Tomei, que hace de chica algo tonta, hastiada del marido y al que le “pone” engañarle con su propio hermano, en un perverso juego sexual tanto más excitante por su propio carácter incestuoso. Gran película de Sidney Lumet, con título extraño donde los haya, al parecer extraído de uno de esos raros proverbios en los que son peritos los irlandeses. Recuerda a otros, generalmente también de thrillers, como Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto u Ocho millones de maneras de morir. Estos yanquis y sus rebuscados títulos…

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117'

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Antes que el Diablo sepa que has muerto - by , May 31, 2008
4 / 5 stars
Una serie de catrastóficas desdichas