Pelicula:

Los hermanos Coen, fieles a la divisa “una de cal, otra de arena”, que debería presidir su escudo heráldico (en el improbable caso de que lo tuvieran…), vuelven a ofrecer su punto débil en esta su nueva película, ambientada en los estudios cinematográficos del Hollywood esplendoroso de los años cincuenta. En ese contexto, el jefe de producción de uno de los estudios tendrá que tomar la decisión de aceptar el fichaje, o no, ofrecido por la Lockheed, la poderosa empresa aeronáutica. Entretanto toma la decisión, de un día para otro, habrá de enfrentarse a múltiples problemas de rodajes y colaterales a estos, como el secuestro de su estrellita o el embarazo de otra.

¡Ave, César! es, desde luego, una película hecha con un estilo como sólo los Coen, y pocos más, saben hacer. El diseño de producción de este filme fifty es impecable, la reproducción del Hollywood de los cincuenta espléndida, y los números bailables que se nos ofrecen, desde un ballet acuático hasta una coreografía de salón, son extraordinarios. Pero el conjunto no termina de funcionar. Tengo para mí que el cine coeniano se compone de diversos elementos que pueden cuajar, o no, en una obra redonda. Cuando ocurre lo primero, tenemos pequeñas maravillas como El gran Lebowski, Fargo, No es país para viejos o Muerte entre las flores; pero cuando no terminan de encajar las piezas, entonces es el turno de Quemar después de leer, El gran salto o Ladykillers. A esta última estirpe pertenece ¡Ave, César!, aunque sería injusto no reconocerle algunos méritos, como la vitriólica visión de las estrellas de la época, desde el simple que compone Alden Ehrenreich (con la descacharrante escena en la que el pánfilo intenta decir bien una sencilla frase, “si fuera todo tan simple”, con escaso éxito) hasta la starlette que hace Scarlett Johansson, retratada como una mujer de carácter imposible y con tendencia a tirarse cualquier cosa con pantalones, pasando por el actor que compone Channing Tatum, obligado a ocultar veladamente sus verdaderas tendencias sexuales en un tiempo en el que ser gay era ser un apestado.

Además de las parodias sarcásticas, los Coen se marcan algunos sentidos homenajes, como la secuencia del ballet acuático, que remite evidentemente a las películas de Busby Berkeley y Esther Williams, o los bailables con marineritos, cuya referencia obvia es Un día en Nueva York o Levando anclas, sólo que aquí los chicos tienen predilección por otros chicos en lugar de por las chicas…

Filme irregular, con aciertos y errores, ¡Ave, César! se constituye entonces en una de esas películas coenianas que confirman que, por mucho talento que tengas, si no combinas bien los elementos con los que trabajas en esa suerte de alquimia que llamamos cine, el resultado puede ser oro o ganga. Y oro esta vez no ha sido…

Entre el nutrido grupo de actores coenianos, casi todos ellos ya reincidentes con los cineastas de Minneapolis, destacaría a Josh Brolin, en un papel tan distinto del que nos ofreció en No es país para viejos, o Channing Tatum, también en un personaje muy diferente al que suele hacer.


(27-02-2016)


 


¡Ave, César! - by , Jul 12, 2020
2 / 5 stars
Si fuera algo tan simple…