Pelicula:

Michael Haneke es, con toda probabilidad, uno de los cineastas más peculiares del actual panorama europeo. Su cine siempre desasosiega: véanse, por ejemplo, La pianista, Código desconocido, Funny games o El vídeo de Benny, por sólo citar algunas de sus obras más conocidas. Pero eso no quiere decir que Haneke siempre dé en la diana: sólo el papanatismo de tanto mentecato como hay por ahí suelto puede reputar este su nuevo filme, Caché, como una obra maestra, como más de uno ha escrito por ahí. No es que esté carente de interés: no es eso. Pero de ahí a considerarla el desiderátum, media un abismo.


El comienzo no puede ser más prometedor: en línea con su habitual cine desconcertante, nos presenta a un matrimonio con hijo adolescente que empieza a recibir cintas de vídeo que reproducen, en un plano fijo, la fachada de su casa, sin nada más. Llegan otras videocasetes, así como algunas extrañas tarjetas: La policía nada puede hacer porque no ha habido violencia. Pronto el esposo encontrará que todo procede de un remoto asunto de su niñez. Y ahí es donde se descabala el asunto; vamos a ver: ¿en qué cabeza cabe que algo que el protagonista hizo a la edad de seis años (sí, seis, no dieciséis, ni ventiséis), puede recriminársele por la víctima de aquel suceso, cuarenta años más tarde? No destriparemos cuál es el asunto, pero con lo dicho basta.


Entonces, si la inquietante propuesta inicial de los vídeos ignotos recibidos había creado una atmósfera opresiva, de tensión, ¿qué pasa cuando del parto de los montes -valga decir una situación tan ofuscante- nace un simple raton? Pues que todo el tinglado se viene abajo. Porque, además, la relación entre los esposos no termina de convencer. Aunque Daniel Auteuil mantiene razonablemente bien el tipo, Juliette Binoche se nota sobreactuada constantemente, y además el espectador no termina de entender a qué viene su crispación con el marido, cuando parece que las cosas en la pareja van bien, aparte del episodio videográfico. Más bien parece que Haneke quiere hablar de la descomposición de la familia, y bla, bla, bla, tan habitual en el cine de hoy (cuando podía dedicar tanto esfuerzo a otras cosas que merecieran la pena...), pero no supiera hacerlo más que de esta forma falsa e impostada, que no convence a nadie.


Caché, desde luego, no carece de interés: no sólo por el desasosiego que propicia hasta que se descubre el ratoncito que parió el Himalaya, sino por otros motivos: por ejemplo, la visita del protagonista a su madre, la siempre magnífica Annie Girardot, que ahora, de vieja, es todavía más sabia; o la inteligente intertextualización que realiza el director entre las cintas de vídeo recibidas y la ficción narrada. Pero el conjunto no alcanza ese estándar mínimo que uno tiene que reclamarle a un autor de la altura y la capacidad de Haneke. Otra vez será, supongo...



Caché. Escondido - by , Apr 08, 2018
2 / 5 stars
El parto de los montes