Hay un cine norteamericano que antiguamente no llegaba a España a las salas cinematográficas por su escasa entidad. Ahora, con los diversos canales televisivos y el resto de soportes audiovisuales (plataformas digitales, vídeo, DVD) devorando títulos a tutiplén, llega prácticamente todo lo comercial que se hace en aquellos lares (otra cosa son títulos de más interés pero menos tirón en taquilla). Este El abogado es uno de esos filmes antiguos que no conocieron en su momento los honores de un estreno en toda regla en España y se vio, décadas después, en pases de madrugada de las televisiones. Se trata de un filme de serie B, realizado con pocos medios pero muchas pretensiones. Presenta una típica historia criminal: en un hospital privado, el director médico es repetidamente golpeado por alguien; cuando despierta, su mujer ha sido asesinada. Un joven abogado (el del título) habrá de desentrañar este misterio. Dirige el irregular Sydney J. Furie, cineasta canadiense de quien se recuerda con algún agrado películas como El ente y Gable & Lombard. Con El abogado Furie no estuvo a la altura de sus mejores momentos, limitándose a poner en escena con aseo este "thriller" menor, que ni se estrenó en España en su momento, ni ciertamente falta que hacía.
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