El noveno

Basilio Martín Patino se inicia en el cine con su práctica fin de carrera, Tarde de domingo, y con este cortometraje documental que, ciertamente, tiene su mayor interés no tanto en las imágenes como en el acento que se pone en lo retratado. Un cartel al comienzo del cortometraje nos pone en situación: “San Felices de los Gallegos (Salamanca) recuerda anualmente su liberación del vasallaje del Duque de Alba. “El noveno” era la parte de su producción total con que, hasta hace un siglo, tenían que tributarle. Para celebrarlo, bailan, leen sus derechos, rezan y juegan a lidiar sus toros. Es una fiesta significativa de los pueblos de España, de su coraje y antigua vitalidad”.

A partir de ahí asistiremos a una serie de imágenes que conforma la fiesta de la liberación del ignominioso diezmo (en este caso peor, un noveno de todo lo producido por el pueblo, no la décima parte que significa el diezmo) que los vecinos de San Felices se vieron obligados a pagar al aristócrata de turno (en este caso el Duque de Alba) hasta mediados del siglo XIX, y a lo que el noble se resistió, a pesar de ser una imposición feudal absolutamente fuera de su tiempo, hasta que el impuesto no fue revocado en sentencia judicial; cómo sería de clara la cosa para que la Justicia de la época, siempre al lado del poderoso (bueno, y la de esta…), fallara en contra del aristócrata de muchos títulos y ninguna humanidad.

Pues ese es el valor de El noveno, poner en imágenes la alegría de un pueblo que anualmente celebra la liberación de un yugo, como una metáfora de la libertad que resulta coherente con la filmografía de Patino, siempre en contra del franquismo y a favor de la democracia.

Por lo demás, cinematográficamente lo cierto es que el valor del cortometraje es bastante relativo: Patino se limita a poner la cámara y filmar las distintas celebraciones populares, de la lectura de la sentencia que liberó al pueblo del oneroso impuesto del noble felón al tentadero de las vaquillas, con un a modo de corrida, en la que todo es simulado, y en general un ambiente festivo de una gente que conmemora con sus mejores galas que cien años atrás se quitaron del cuello la yunta del duque.

En el equipo técnico, como era costumbre en esos años, aparecen, en modestos cometidos, varios nombres que serían fundamentales en el cine español de los siguientes cuarenta años, desde Mario Camus, aquí ayudante de dirección, a José Luis Borau, aquí encargado de la producción, pasando por Miguel Picazo, que colaboró también en el corto.

Debe considerarse entonces El noveno como un ejercicio cinematográfico que ayudó a Patino a foguearse con las cámaras, la planificación, el guion, aunque el tema fuera, en sentido estricto, de su interés, por cuanto suponía enaltecer la liberación del más rancio feudalismo medieval.