Father and daughter

He aquí la pequeña maravilla que daría lugar, dieciséis años más tarde, a la obra maestra La tortuga roja. Michaël Dudok de Wit es un cineasta especializado en animación, de origen holandés pero afincado desde hace muchos años en el Reino Unido. Ha hecho mucha animación para publicidad audiovisual, pero también cine, aunque su carrera en este terreno es corta, a pesar de su edad (pasa de los sesenta cuando se escriben estas líneas). Se compone su filmografía como director de cuatro cortos y un largometraje. Se dio a conocer con un pequeño cortometraje de poco más de un minuto, Le moine et le poisson (1994), tan divertido como original en el dibujo, de trazo monacal (nunca mejor dicho…) y cromatismo también muy austero. Pero con el filme con el que realmente cautivó al público fue con esta Father and daughter, que consiguió entre otros premios, y tan merecidamente, el Oscar al Mejor Cortometraje de Animacion. Después haría The aroma of tea (2006), jugando con peculiares texturas para dar forma al dibujo animado.

Se puede considerar que Father and daughter podría ser una especie de esbozo temático, bellísimo esbozo, de lo que años más tarde sería la mentada La tortuga roja. Ello sin desmerecer en absoluto este cortometraje bellísimo, melancólico, otro trasunto de la vida humana, en este caso a lomos de bicicletas como metáfora de la existencia. Un padre y su hija llegan en bici a lo que parece la rivera de un río. Allí el hombre se despide de la niña y se embarca en un bote amarrado. La niña se marcha, pero la veremos de nuevo volviendo sucesivamente al mismo paraje, ya adolescente, adulta, en pareja, con su propia prole, de nuevo sola, anciana; siempre mira al horizonte en busca del padre que marchó; al final quizá lo encuentre, aquí o en el otro mundo…

Hermosa, finísima, de trazo evidentemente impresionista, sin asomo de color, Father and daughter es una lección de cine, de cómo contar una historia con el mero soporte de la imagen, y también de cómo llegar al corazón, sin recurrir a las manidas, groseras trampas del peor melodrama sino apelando exclusivamente a la sensibilidad, a la delicadeza del espectador.