Pelicula:

CINE EN SALAS

La historia de la saga Mad Max es, cuando menos, curiosa; saltó a la palestra, sin ninguna intención de convertirse en serie ni franquicia, a finales de los años setenta, con el film Mad Max. Salvajes de autopista (1979), que imaginaba un futuro distópico en el que la civilización como tal está en trance de desaparecer bajo la acometida de ese bárbaro que, al parecer, habita en el ser humano desde los albores de la especie, y que pugna siempre por sobreponerse a la persona civilizada y sensata que (quiero creer…) también habita dentro de cada uno de nosotros, aunque con tanta frecuencia lo disimulamos la mar de bien. Aquella historia en la que se barruntaba que a la sociedad civil le quedaban dos telediarios, hecha con tres perras gordas, llamó mucho la atención no solo la hiperviolencia que presentaba, sino, sobre todo, por la forma de hacerlo, cinematográficamente muy creativa, así como también por el “look” que se impondría a partir de entonces en las pelis postapocalípticas, con motoristas encuerados (vamos, vestidos de cuero, no que fueran en pelotas…), mucho motor rugiendo, así como una cierta tendencia al realismo sucio, al tremendismo, a los personajes zarrapastrosos, marcando con ello la involución hacia tiempos en los que todavía no sabíamos qué era eso de la civilización y sí la barbarie.

Aquel film tuvo enorme repercusión: con un presupuesto de 300.000 dólares, rozó los 100 millones de recaudación a nivel mundial (fuentes: IMDb y The-numbers.com, respectivamente). Pero, al margen de ese éxito económico, que lo fue, y tremendo, la película gustó mucho por la sutil forma en la que presentaba la (por lo demás) desaforada venganza que era su teórico “leit motiv”. El director era el australiano George Miller, un tipo entonces de 34 años, al que aquel exitazo le abrió las puertas de Hollywood, aunque allí no repitió ningún “hit” como este, aunque sí algún film curioso, como Las brujas de Eastwick. También lanzó al estrellato a un entonces desconocido Mel Gibson.

Como cabía esperar, pronto se hizo una continuación, Mad Max. Guerreros de la carretera (1981), espléndida, que ya se adentraba sin ambages en el mundo (in)civilizado y planteaba definitivamente las características de ese mundo apocalíptico, copiado “ad nauseam” por otros, un mundo brutal en el que la violencia, la crueldad, la impiedad y la roña campaban por sus respetos. Pero a ese exitazo le siguió una tercera parte, Mad Max: Más allá de la cúpula del trueno (1985), que bajó apreciablemente en su interés y (lo que es peor, a efectos económicos) también en su recaudación, así que la saga entró en hibernación, que podría haber sido consunción, aunque sorprendentemente, casi treinta años después, volvió, y con qué fuerza, con Mad Max: Furia en la carretera (2014), vibrante “reboot” de la serie, con un nuevo Max, ahora interpretado por Tom Hardy, y con un personaje, el de Furiosa, una mujer de armas tomar, manca (literalmente), un personaje que era evidente tenía mucho más recorrido.

Así surge esta Furiosa: de la saga Mad Max, que se plantea como una precuela de aquella Furia en la carretera, para que conozcamos cómo llegó Furiosa a ser lo que fue, cómo también perdió el brazo, etcétera. Lo cierto es que había una enorme expectación, porque el personaje ciertamente era muy atractivo y, de hacerse bien las cosas, podríamos tener una derivación de la saga primitiva, un “spin-off” de Mad Max que se canalizara a través de Furiosa. Pero parece que eso no va a pasar…

Porque Furiosa, la película, sin estar mal hecha, sí que es cierto que baja varios enteros sobre el anterior capítulo de la saga. Y es que el guion es flojo con ganas, una historia tópica de niña secuestrada por los malos de turno, criada en ese nuevo entorno, donde finalmente se convertirá en uno de ellos. Pero esa historia está poco currada, con un guion con frecuencia incoherente, que va avanzando a trompicones (qué propio, dado el tema y los castañazos que se suceden constantemente…), con cabos sueltos por todos lados y una sensación de confusión notable, como si faltaran partes que no se nos cuentan, ni siquiera se esbozan. Así, lo que queda es solo la carcasa de las escenas de acción, pero tampoco en este caso se ha mejorado, ni mucho menos, las vibrantes escenas similares de la anterior Furia en la carretera, que se hicieron en su mayor parte sin recurrir a los efectos digitales, sino a base de especialistas, en un tremendo desafío que ciertamente resultó extraordinario; aquí, sin embargo, es evidente que, aunque los “stunts”, los dobles de acción, han debido batirse el cobre, los que tienen una importancia notable son los efectos generados por ordenador, que además “cantan” bastante, desactivando con ello la genuina tensión que producía tan potentemente la anterior película. Tampoco los personajes tienen “carne”, ni siquiera la protagonista, de cuyo carácter (aparte de que es indómito) nada sabemos, sumida durante la infancia, en su cautiverio, en una mudez voluntaria, y tampoco precisamente parlanchina, sino todo lo contrario, cuando, por fin, rompe a hablar, ya adulta.

Hay, es cierto, algunas escenas de acción muy potentes, como la de la persecución del camión, aunque termina siendo demasiado larga, tensando con ello en exceso la cuerda, lo que conspira contra la generación de adrenalina en el espectador, que lógicamente tiene un límite, traspasado el cual ya se entra en una fase de desconexión en la que no se debe incurrir.

Y, encima de todo, hay un tremendo error de casting en la elección de Chris Hemsworth como villano de la película, un intérprete que no es mal actor, pero carece absolutamente de lado oscuro; de esta forma, nunca aparenta ser, como debería, un malo integral, impío, sin margen alguno para la misericordia, características consustanciales a un rol como este. Aquí su Dementus (que ya es malo hasta el nombre…) es, sin pretenderlo, un malo de opereta, un malo que da más risa que miedo, resultando más ridículo que pavoroso, y eso en un villano, y más en un film hiperviolento como este, es un auténtico pecado mortal. Y lo que habla el tal Dementus… por favor, los buenos villanos (valga el oxímoron) actúan, y de qué manera, no parlotean en chácharas inanes… Insistimos: no es fallo del bueno de Chris, sino de los encargados de casting, que se han equivocado de medio a medio al elegirlo para el papel.

Anya Taylor-Joy, sin embargo, sí está muy bien en su papel, una joven totalmente decidida a sobrevivir al coste que sea, que conecta perfectamente con su personaje adulto, el que en la anterior peli interpretaba, espléndidamente, Charlize Theron.

(30-05-2024)


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148'

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Furiosa: de la saga Mad Max - by , May 30, 2024
2 / 5 stars
Expectación defraudada