CINE EN SALAS
Kaouther Ben Hania (Sidi Bou Said, Túnez, 1977) es una cineasta que se ha formado en parte en Europa, nada menos que en La Fémis y La Sorbona, dos templos de la cultura y el arte en Francia y en el mundo. Y la verdad es que le luce esa formación… No tiene una filmografía muy extensa, pero sí de interés, con títulos como Le Chaillat de Tunis, una historia real sobre un tipo (por no insultarlo, como se merecería…) que se dedicaba a herir en las nalgas a las mujeres, o El hombre que perdió su piel, que fue nominada al Oscar a la Mejor Película Internacional, y sobre todo, su extraordinaria Las cuatro hijas, notabilísimo docudrama que jugaba muy inteligentemente con la (re)creación de otro hecho verídico, la huida de dos hijas (de las cuatro del título) para casarse con guerrilleros del Estado Islámico (que ya hay que tener el coco comido para tal cosa…), y cómo eso influyó en el hogar familiar donde convivían las cuatro hermanas y su madre.
Ahora llega con otra película ciertamente tremenda, de nuevo sobre un hecho real, que Ben Hania reproduce de una forma estremecedora, esta La voz de Hind que parte de lo ocurrido el 29 de enero de 2024, en Gaza, en el contexto de la aterradora ofensiva bélica que el gobierno de Israel desató contra la Franja, a raíz de los execrables ataques terroristas que cometieron las milicias de Hamás el 7 de octubre de 2023, con más de 1200 víctimas mortales en esos ataques. La respuesta del gobierno de Netanyahu, absolutamente desproporcionada, se ha cobrado ya, en cifras seguramente infravaloradas, más de 67000 vidas, en un evidente genocidio por el que, alguna vez, sus responsables tendrán que pagar...
La historia comienza ese día, en las oficinas de la Media Luna Roja Palestina, en Gaza; parece un día más o menos normal, pero cuando se recibe la llamada de una niña de 6 años, llamada Hind, todo cambiará. La niña, que viajaba en un coche con su familia, es la única superviviente cuando un tanque ha disparado contra el vehículo, destrozándolo. A través del móvil, la pequeña pide ayuda, que vayan a por ella; se inicia entonces un complicado protocolo para intentar enviarle una ambulancia, un protocolo que hace que la Media Luna Roja tenga que contactar bien con el Ministerio de Sanidad de Palestina, bien con la Cruz Roja, para que sirvan de intermediarios con el ejército israelí y estos den su visto bueno a una ruta (supuestamente) segura para la ambulancia…
Ben Hania, que ya en su anterior film jugaba con ingenio con el tema de la realidad (re)creada y la ficción que, sin embargo, reproducía una realidad, aquí lo vuelve a hacer de nuevo, pero de otra manera, en buena medida estremecedora: y es que la directora utiliza las conversaciones reales que la pequeña Hind Rajab mantuvo con los voluntarios de la Media Luna Roja, pidiéndoles que fueran a rescatarla; el mero hecho de saber que esa voz, efectivamente, es la de una niña de 6 años rodeada de los cadáveres de sus seres queridos, de su familia, en un coche prácticamente destrozado en medio de una Gaza devastada, ya pone los pelos de punta… Pero es que, además, la directora y guionista orquesta una muy verosímil representación de lo que ocurrió durante las varias horas en las que la Media Luna Roja intentó montar un operativo para rescatarla, con un alambicado protocolo que requería de varias intermediaciones y de la buena voluntad -es un sarcasmo, claro…- del Ejército israelí, con lo que la tarea se volvió titánica, todo ello con esos voluntarios progresivamente estragados ante la imposibilidad de socorrer a la niña que, desde su ingenuidad infantil, les pedía conmovedoramente auxilio.
El resultado es demoledor: Kaouther se revela como una excelente directora de intérpretes, tanto masculinos como femeninos, con las diversas posturas que cada uno de ellos pondrá de manifiesto ante esta situación insostenible, desde el operador que pierde los papeles, exigiendo furiosamente a su superior que envíe a sus hombres a un rescate de impredecible final, hasta ese jefe de la oficina de la ONG que, queriendo salvar a la niña, no quiere sin embargo para ello inmolar a los sanitarios de la ambulancia, sabiendo que no pactar la ruta es convertirlos en un objetivo seguro y siniestro. En las mujeres tendremos desde el desmoronamiento de una de las voluntarias hasta la complicidad resistente de la psicóloga… y siempre, siempre, al fondo, la voz auténtica de aquella niña que no sabía que le quedaban apenas unas horas de vida, enterrada entre los cuerpos muertos de sus seres más entrañablemente queridos, los que conformaban su pequeña existencia, los que daban sentido a su vida.
Cabría plantearse si ha sido ético, o moral, usar las auténticas grabaciones de la pequeña Hind para la película; obviamente, se han obtenido todos los permisos habidos y por haber, mayormente de la familia, en este caso la madre, única pariente viva al no viajar en aquel vehículo que se transformó en una trampa mortal. Aún así, cabría la duda de hasta qué punto es aceptable, desde una perspectiva puramente humana, o filosófica, o ética, esa utilización de tan doliente material para una película. Por nuestra parte, nos parece que, aunque pudiera parecer moralmente reprobable ese uso, en puridad no lo es, por cuanto el fin al que tiende la película no es el comercial (para hacer dinero a espuertas ya están los de Marvel y compañía…), sino el de remover conciencias, el de hacer entender, por elevación, que esta pequeña tragedia (a su escala) no es sino una gigantesca tragedia, la de un pueblo indefenso que está sufriendo, literalmente, en sus carnes, la brutal contienda entre dos grupos igualmente facinerosos, igualmente canallas: Hamás, por supuesto, que encendió la espoleta de esta hecatombe asesinando a miles de israelíes y secuestrando y torturando a varios cientos de ellos; pero, también por supuesto, el gobierno israelí y su brazo armado, el ejército hebreo, cuya respuesta ha sido absolutamente desproporcionada, castigando a quien no pegó un tiro, a quien no secuestró a nadie, a quien no cometió ningún crimen en aquel aciago 7 de octubre de 2023.
Así que, sí, nos parece que, a pesar de las dudas morales que pudieran existir en esa utilización de la voz de una niña a punto de morir, el fin al que tiende supone un bien mayor sobre el mal menor de usar la voz de una niña a las puertas de la muerte.
Gran película, durísima, que deja sin resuello al espectador, que quisiera huir si pudiera, pero no puede hacerlo por la fascinación de esa lucha entre un David apenas armado con su Media Luna Roja, y un Goliat cuyo poderío bélico excede abrumadoramente las fuerzas de aquel gigante filisteo… y, en este caso, aquel pasaje bíblico tendrá un final muy, muy distinto, quizá el realmente normal cuando las fuerzas son tan disparejas…
Trabajo entregadísimo de los actores y actrices, como merecía un empeño como este. De todos ellos, nos quedaríamos quizá con la estupenda Clara Khoury, que ha hecho cine en su torturada tierra palestina, pero también en Occidente (Red de mentiras, Homeland, Baghdad Central…), en un personaje que combina sabiamente la emoción con el mantenimiento de la compostura para intentar conseguir lo imposible.
(03/12/2025)
88'