Los aires difíciles

Gerardo Herrero es, probablemente, el productor español más importante del último cuarto de siglo: no sólo produce muchas películas al año (en general con un buen nivel de calidad y de interés), sino que ha abierto el camino para la coproducción, sobre todo con los países de Hispanoamérica, y también con los europeos, fundamentalmente Reino Unido y Alemania.

Como director tiene una carrera desigual, muy inferior en títulos y, me temo, también en interés. En sus primeras películas como realizador se le vieron detalles estimulantes: la perfidia vesánica del conserje de Desvío al paraíso; la emotividad a flor de piel de los reporteros de Territorio comanche; la turbulenta vida sentimental de la protagonista de Malena es un nombre de tango. Pero después no parece haber seguido creciendo como artista, y sus últimos títulos como cineasta son bastante más flojos. Los aires difíciles es una nueva adaptación literaria (casi todos los filmes del Herrero director lo son), y otra vez lo hace con una novela de Almudena Grandes, a la que ya versionó en la citada Malena.... Pero aquí de nuevo surge el peor Herrero, el que hace un cine plano, una ilustración pulcra pero carente de genio, sin aportar nada nuevo que trascienda el mero lenguaje novelístico.

La historia de este médico cuarentón, sucesivamente traumatizado por varias tragedias familiares y personales, casi todas relacionadas con el cabrón de su hermano (en ambos sentidos: cornudo y canalla), que huye a un pueblo costero de Cádiz con su sobrina (tal vez hija) y hermano minusválido, tiene sin duda su interés. Otra cosa es que su plasmación en celuloide sea monocorde, sin apenas fuerza. Sólo al final, en el enfrentamiento entre el protagonista y el policía felón, hay algo de vida en lo que, aparte de ello, no deja de ser un buen ejemplo de cine plano. Definitivamente, Gerardo Herrero es un productor excelente, pero también un director mediocre. ¿Cómo era aquella frase? Ya la recuerdo: zapatero, a tus zapatos...