CINE EN SALAS
[Con motivo del cuadragésimo aniversario de su estreno, se repone en salas de cine con todos los honores este clásico ochentero]
Cierto cine de los años ochenta ha conocido posteriormente una suerte de mitificación peculiar: hay legiones de gente que adora films como la trilogía iniciada por Regreso al futuro, Gremlins, E.T. el extraterrestre, la primera trilogía iniciada por En busca del arca perdida… También Los Goonies forma parte de ese paquete de pelis ochenteras que décadas después han tenido cierto seguimiento con audiovisuales que buscaban ese mismo tono, como era el caso de Super 8, de J.J. Abrams, y también la exitosa serie Stranger Things, en la que la influencia de Los Goonies es muy marcada.
Casi tan importante como el director, Richard Donner (en su mejor época creativa, tras haber hecho La profecía, Supermán y Lady Halcón, y poco antes del éxito de Alma letal), fue fundamental la presencia de Steven Spielberg como productor y autor de la historia en la que se basó Chris Columbus para escribir el guion. Spielberg, ya entonces convertido en uno de los popes de Hollywood, marcaba en aquella época el cine que producía con la impronta de los personajes infantiles y/o juveniles, quizá buscando rememorar su propia infancia, su propia condición de Peter Pan de carne y hueso.
La historia se inicia con la fuga de la cárcel, mediante cierta estratagema más o menos astuta, de un presidiario, al que esperan fuera de la prisión una mujer mayor (su madre) y un tipo más bien imbécil (su hermano), que han preparado la evasión. Después conocemos a los protagonistas, cuatro chicos en torno a los 10/12 años; todos están tristes porque será el último fin de semana que pasarán juntos; en el grupo se incluye el típico gordito, que además es un manazas y un fantasmón, gustando de fardar de fantasías varias, así que cuando les dice a sus amigos que ha visto una persecución policial (la del fugado de la prisión), no le hacen caso. Los niños están en un desván en el que hay muchas cosas antiguas, donde encuentran lo que parece el plano de un tesoro. Uno de ellos cuenta que su padre le dijo que un pirata llamado Willy se quedó encerrado en una cueva y no pudo volver a salir. La leyenda dice que hicieron túneles y después mato a sus hombres para que no revelarán donde está su fortuna... Los chicos deciden entonces buscar ese tesoro; si lo encuentran, podrán evitar que una compañía desahucie a sus familias por la ejecución de hipotecas impagadas, con el objeto de construir un campo de golf. Esa sería la única forma de evitar su separación al final de aquel verano…
Como decimos, la peli es más de Spielberg que de Donner, que siempre fue un cineasta apañado pero poco personal. Están todos los ingredientes del cine spielbergiano de la época, desde el cine con niños hasta las aventuras que recuerdan las ingenuas peripecias de las viñetas “pulp” que consumía vorazmente el pequeño Steven en su infancia en los años cincuenta. También habrá ocasión de presentar otra de las características del cine familiar de aquella época, cual es la tendencia de los niños en todas ellas a desplazarse en bicicleta, y no solo en USA, sino también en España, con la mítica serie Verano Azul.
La película es, entonces, muy ochentera, pero, claro está, genuinamente ochentera, no es un producto manierista (hecho “a la manera de…”), porque realmente es de entonces, de verdad. Eso, claro está, le confiere un encanto especial, aunque también es cierto que el tiempo no ha sido demasiado misericorde con ella, apreciándose ahora lagunas en el guion y un aspecto bastante cutre en el “look” del film. Por supuesto, la película es candorosamente “vintage”, sin proponérselo… De hecho, en esa época es posible que ni siquiera existiera el vocablo, y desde luego, no el concepto aparejado a él.
La peli se articula, en cuanto a los personajes infantiles o adolescentes, sobre ciertos arquetipos de andar por casa: el gordito que a la vez es manazas y con más miedo que siete viejas; el chino (o vietnamita, o similar) ceceante (habría que ver cómo era en la versión original…); el hermano mayor, dieciochoañero o así (un irreconocible Josh Brolin, tan lejos de sus personajes adultos, tan masculinos…), aquí preocupado porque no le pase nada al hermano menor pero también deseoso de no perder comba con la chica que le gusta. Claro que casi mejores son los personajes de los villanos, con una materfamilias estupenda en su maldad de pacotilla, pero también los hijos, en una familia que, desde luego, funciona como un matriarcado de libro, incluso con un hijo muy criminal, pero que se pliega a todo lo que diga mamá… Es verdad que los malos son bastante “de opereta”, y más torpes que los inspectores Gadget y Clouseau juntos, pero eso conviene a la peli, a su tono que no se toma demasiado en serio a sí misma, en una cinta que busca (y en buena medida lo consigue) una cierta actualización de las historias de tesoros escondidos, aunque introduciendo también temas de nuestro tiempo, como la siempre torva ejecución de hipotecas.
Formalmente, como tenemos dicho, Donner hace un trabajo aseado pero poco más. Nunca fue un director personal, aunque sí buen profesional. Es verdad que con frecuencia los medios con los que contó no fueron para tirar cohetes, pero eso le obligó a hacer de la necesidad virtud, como ocurría con el escenario de la caverna, casi pretendidamente de cartón de piedra, subrayando de esta forma el tono fantástico y nada realista del film, claramente focalizado en el público familiar, y muy especialmente en el segmento infantil y adolescente, recurriendo con frecuencia a un tono como de cómic, aunque otras veces parece que estamos ante el gigantesco “spot” de un parque temático de piratas de mentirijillas. Eso sí, Donner se permite algún guiño privado, como la camiseta con la que aparece en una escena el personaje del hermano deforme de los malos, una camiseta con la popular “S” de Supermán, la película que le dio fama y dinero al director.
Estamos entonces ante un ”coming age”, una película de maduración, entretenida y ciertamente, a estas alturas, de culto, en la que, eso sí, la música de Dave Grusin resulta bastante pesada. Buen trabajo general de los jovencísimos intérpretes, que posteriormente han tenido una carrera profesional digna de ese nombre: por supuesto Josh Brolin, pero también Sean Astin y Corey Feldman, entre otros.
(15-10-2025)
114'