Pelicula: A veces (muy raras veces, es cierto) el cine sigue sorprendiendo. Sorprende que un joven cineasta, con apenas el bagaje de un cortometraje (de título Despacito, datado además en 2004, siete años antes del rodaje de esta película), pueda filmar su primer largometraje con un elenco de actores jolivudenses como para quitar el hipo. Sorprende que la temática sea, por fin, la crisis económica (o su origen) que nos asuela desde hace ahora cuatro años, y cuyo fin no se ve en el horizonte, pero cuya presencia como tema en el cine de hoy es prácticamente inexistente. Sorprende que una película de asunto tan (inevitablemente) abstruso como este para el común de los mortales, haya obtenido casi medio millón de euros de recaudación en su primer fin de semana en España.

Margin Call está inspirada (poco libremente: ya me entienden…) en la quiebra que en septiembre de 2008 presentó el poderoso banco de inversión Lehman Brothers, y que marcó el comienzo efectivo de la actual crisis financiera mundial, al vender activos tóxicos (para entendernos, lotes de hipotecas entre los que abundaban las llamadas subprime, o préstamos cuya garantía hipotecaria era muy inferior a su importe) a medio mundo y sembrar así la desconfianza entre las entidades crediticias de todo el orbe. Con aquella maniobra el longevo banco (con casi ciento sesenta años a sus espaldas), o al menos su alta dirección, salvó los muebles, pero a costa de quebrar el principio de confianza en el medio financiero y de hundir en la miseria a muchos pequeños accionistas.

J.C. Chandor, el director, al que habrá que seguir muy cerca, hace una primera película que no lo parece. Ya el comienzo da una pista de que no estamos ante un filme al uso: en unas oficinas de Nueva York entra una larga hilera de personas de rostro imperturbable; los empleados de la office intuyen quienes son, los liquidadores de personal, aquellos que van a empezar a llamar a muchos de ellos para despedirlos de forma fulminante y sin contemplaciones. Esa larga hilera de hoscos rostros se antoja figuradamente como un desfile de parcas, de segadores de vida, aunque sea solo (solo…) de vida económica.

Tras esa primera escena, la historia se despliega: el ejecutivo medio despedido que deja un pen drive con una bomba de relojería económica a uno de sus subordinados; los cálculos de éste, que le convencen de que está ante una noticia pavorosa para su banco; la reacción de la alta jerarquía de la entidad; la decisión final, carente de escrúpulos, ante la que algunos de los ejecutivos muestran serias dudas…

Estamos entonces ante un drama, es cierto, pero que a veces, por el corto lapso de tiempo en el que transcurre la acción (prácticamente 24 horas, desde que se descubre la empanada hasta que se vende ésta, figuradamente corrupta y con gusanos, a brokers incautos que no sabían, o no querían saber, lo que compraban), y por la tensión insuflada, parece tener más una estructura de thriller. Sin embargo, por encima de esta consideración casi de género, lo que realmente Chandor plantea no es sino un cuento moral, un dilema ético en el que una muy reducida élite de una de las entidades de referencia del mundo financiero USA debía tomar una decisión que podía (como efectivamente ocurrió) cambiar la vida de millones de personas, y cómo algunos de los mandos que tuvieron que tomar parte en aquella masacre económica debieron elegir entre su conciencia y su fidelidad a su empresa.

Sabemos el final, obviamente, porque ya está en los libros de historia. Por supuesto, no fue la caída de Lehman Brothers la que provocó la crisis mundial hodierna, porque los fundamentos de ésta se encontraban en una política financiera mundial fundamentada en bases tan febles como la especulación, el crédito fácil, las garantías inanes, la codicia sin tasa. Pero la quiebra del centenario banco de inversión yanqui fue el catalizador que vino a confirmar que a los siete años de vacas gordas que, a la manera bíblica, se habían disfrutado sin freno, les seguían inexorablemente los siete (o los que sean: nunca menos, háganse a la idea) años de vacas muy, muy flacas.

Notable filme, que sabe conjugar con acierto temas de complejo entendimiento con resortes de cine de intriga, hasta conseguir una película sólida, grave en su planteamiento, estilísticamente muy cuidada, y que nos descubre a un nuevo valor, este J.C. Chandor de nombre con iniciales (tan poco frecuente en la dirección, es cierto: habrá que recordar a J.J. Abrams, y pocos más), que promete convertirse en uno de los cineastas más interesantes de los próximos años.

Entre la pléyade de intérpretes de primera línea me quedo, como casi siempre, con un Kevin Spacey que borda su personaje, un hombre capaz de ejecutar una orden (con sus dudas, es cierto) que pondrá patas arriba el mundo económico y sumirá en la ruina a millones de personas, y al tiempo emocionarse hasta la desolación ante el hecho más lacerante de su existencia en ese momento, la muerte de su perra.

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107'

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Margin Call - by , Oct 30, 2011
4 / 5 stars
Así comenzó todo